Un 23 de junio de 2018, un poco más de dos meses después de iniciadas las protestas contra el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, Nelson Lorío llevaba en sus brazos a su hijo, Teyler Lorío. Iba hacia donde la abuela del niño de 14 meses a dejárselo para que se lo cuidara mientras él iba a su trabajo.

La zona del barrio Las Américas Uno, en Managua, estaba tomada por paramilitares y policías, y en ese sector se desplazaba Nelson. A unos cuantos metros de salir de su casa escuchó unos disparos, uno de ellos pegó en la cabeza del pequeño Teyler.
Aunque al menor lo trasladaron a un hospital en la capital, a las pocas horas murió. Sus padres responsabilizan a las fuerzas del Gobierno de Nicaragua. Los agentes del orteguismo mantenían control en el barrio para evitar el levantamiento de tranques, los que habían quitado a punta de balas.
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El asesinato del niño Teyler Lorío es uno de los 29 niños y adolescentes que la Federación Coordinadora Nicaragüense de ONG que Trabaja con la Niñez y la Adolescencia (CODENI) incluye en la lista de las víctimas menores de 18 años de la violencia dirigida por el Estado en el contexto de la crisis sociopolítica.
«Llegué a Costa Rica el 29 de agosto (2018), me exilié, debido a que recibí en reiteradas ocasiones citas de la policía, no habiendo causa alguna, me sentí intimidado y tuve que buscar protección. El primero de noviembre mi esposa y mi hija de ocho años se reunieron conmigo en este país debido al mismo asedio e intimidación por parte del Gobierno (de Daniel Ortega)», dijo vía telefónica para Artículo 66, Nelson Lorío, padre de la víctima.

Nelson y Karina Navarrete, madre de Teyler, empezaron a exigir justicia por el asesinato de su hijo, pero las autoridades respondieron con persecución y asedio a su casa. Esta situación los obligó a exiliarse desde el 29 de agosto de 2018 hasta octubre de 2019. No aguantaron la presión económica debido a la falta de oportunidades laborales y se vieron forzados a regresar, prácticamente en silencio.
Jorge Mendoza, vocero de la Federación Coordinadora Nicaragüense de ONG que Trabaja con la Niñez y la Adolescencia (CODENI), señala que desde el inicio de las protestas «la violación más grave tuvo que ver con la pérdida de la vida, con asesinatos de 29 personas menores de 18 años, pero también a partir del 18 de abril (2018) hay afectaciones muy duras en el contexto de los derechos fundamentales de la niñez y la adolescencia, entre ellas; el derecho a la educación, a estar protegidos, el derecho a tener una vida de niños».
Álvaro Conrado, de 15 años, también fue asesinado en ese contexto. Se convirtió en la primera víctima menor de edad de la represión. El 20 de abril de 2018 recibió un disparo en la garganta, en las cercanías de la Catedral de Managua, cuando llevaba agua a los estudiantes que protestaban en contra de unas reformas a la seguridad social que restaba el 5% de las pensiones. “Me duele respirar”, fueron los palabras del adolescente al momento en que los jóvenes manifestantes intentaban reanimarlo. Su crimen sigue en la impunidad.
Mendoza asegura que «si se analiza la forma en que ellos murieron (niños, niñas, adolescentes), por disparos, no puede hablarse de muertos ni fallecidos sino de asesinados». Además, recalca que el argumento del Gobierno de justificar la represión para frenar un «intento de golpe de Estado no tiene asidero legal. Nada justifica que estos niños hayan sido asesinados como fueron asesinados», advierte.
La familia del niño mártir, a como le llaman a Alvarito Conrado, quien antes de su asesinato era un estudiante de cuarto año de secundaria en el Instituto Loyola; no ha parado de exigir justicia, una justicia que nunca llegó. Álvaro Conrado, padre del adolescente, relata con nostalgia e impotencia que «vamos a cumplir dos años y no hay justicia para nosotros, para ninguna de las más de las 325 familias de nuestros hijos que han sido asesinados. El Gobierno no ha tomado medidas con respecto a esto, nuestros casos están engavetados y para ellos no existimos».
El representante de la CODENI dice que ante un Estado que no toma acciones, la organización a la que él representa decidió lanzar una campaña denominada «No los olvidamos. Seguiremos con sus familias exigiendo justicia debido a que no hay una sola acción judicial que se enfoque en investigar las muertes de estos niños, de saber quiénes fueron los responsables».
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De los 29 niños y adolescentes víctimas que reportan las entidades nacionales e internacionales, 26 eran varones y tres mujeres. «Nosotros notificamos que cinco de estos niños fueron asesinados por balas en la cabeza, 16 fueron asesinados con balazos en el tórax y en el cuello, cuatro de ellos fueron en el pecho y en el estómago, dos de ellos calcinados, uno por negligencia médica y uno de ellos por golpes y lesiones en la cabeza», detalla el representante de CODENI.
El caso de los menores calcinados que refieren son dos menores, un niño de cinco meses y una niña de dos años. Murieron quemados el 16 de junio de 2018 cuando grupos armados incendiaron la casa donde los niños vivían en el barrio Carlos Marx, en Managua. En la vivienda fabricaban colchones lo que llevó a que las llamas se propagaran con facilidad.

La familia Pavón habitaba en una casa de tres pisos y supuestamente paramilitares del Gobierno orteguista quemaron la vivienda porque no les permitieron usar la propiedad para que francotiradores vigilaran a los estudiantes que estaban atrincherados en la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI), uno de los bastiones de resistencia más fuertes en Managua.
«Quemaron a mi familia, a mi mamá, a mis niños… Maldigo a Daniel Ortega y a toda su descendencia», fueron las palabras en ese momento de Ana Velásquez, tía de los niños, a través de una transmisión en vivo en Facebook. «Ellos (los que incendiaron la vivienda) venían encapuchados, acompañados de policías, nos encerraron y nos quemaron vivos», dijo Ana en el testimonio que quedó grabado. Los vecinos declararon que los hombres armados los amenazaron y por eso no pudieron ayudar.
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La CODENI dice que el 18 de abril de 2018 significará «un hito muy negativo que va a pasar a la historia de Nicaragua». El vocero de esa organización recalca que «en ningún momento, los estudios que hasta ahora se han hecho, no hay evidencia que pueda sostener que los manifestantes azul y blanco o las personas que estaban protestando pudieron haber disparado contra todos estos niños. Todas las circunstancias en que murieron estos niños fueron precisamente en circunstancias donde los victimarios fueron la Policía o paramilitares».
Y habla de armamentismo, de guerrerismo, y que MORAL TIENEN ESOS GENOCIDAS QUE HASTA MANDARON A QUEMAR VIVOS A TODA UNA FAMILIA..QUE CINISMO DE UN ASESINO Y DE UNA PSICOPATA, ORTEGA Y MURILLO.
Niños quienes deberian estar presos son sus padres quien expusieron alos niños sabiendo que los sapos convocados de la opocicion y la Juventud sandinista mas los policias estaban jugando billar para los responsable padre de fam ..eran balas no frijoles ..no me digan que los policias se autodispararon con morteros asecinos que ni los talibanes usan ,pero los mongolos de la upoli si son palomitas inofencivas hablan que pobrecito que ase 2 Años ellos andaba con tiradora jugando con los policia ,acaso las madres de esos policias no tienen sentimiento acaso no eran padres de fam dejaron huerfanos asus hijos y viuda sus esposa sera que piensan que los policias son extraterrestre que su fam no siente que deben de aguantar .pobre los sapos convocados de opocicion y pobre los policias para mi ..
Cómo puede ser posible que de 29 casos de muertes de niños y adolescentes, ninguno, ninguno haya sido investigado?? En la Asamblea Nacional hay una Comisión de la Niñez y Adolescencia y en ningún momento ha hecho nada, o al menos nunca ha revelado haber hecho algo, para indagar y buscar culpables de las muertes de estos niños. Pero me sorprende más la insensibilidad de ciudadanos ante la pérdida de estas vidas, tratando de justificar, o de culpar a otras personas que para nada son responsables. La verdad es que la desgracias es menos siempre y cuando sea ajena. Quien no siente empatía por la desgracia de un niño, automáticamente deja de ser humano, ahora no sentir empatía por 29 niños, no se que nombre ponerle. Dios guarde a Nicaragua.