Daniel Ortega, el dictador de Nicaragua, en su intervención en el acto del 43 aniversario de la muerte del comandante Carlos Fonseca Amador, fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) comparó a sus cómplices sancionados con Jesús y a la oposición como los sumos sacerdotes que crucificaron al nazareno en el nombre de Dios.
Ortega señaló que los “vende patria” van de rodillas a pedirle al imperio, o sea, Estados Unidos, que se “crucifique a Nicaragua”, que por esta razón la historia de Jesús se repite en este contexto nicaragüense.
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“A Jesús lo difamaron, lo calumniaron, le hicieron la guerra, sepulcro blanquearon porque les llamó la atención por haber convertido los templos en mercados. Los que estaban sometidos al Imperio Romano (imperio dominante) le hicieron una guerra tan terrible en nombre de Dios; porque eran los sumos sacerdotes, eran las máximas autoridades jerárquicas en esas tierras santas, esas tierras benditas; eran los primeros en ir a acusar ante los gobernadores que tenían el imperio Romano en esas tierras y a pedir sus cabezas.
Como la historia se repite. Porque hay unos cuantos que deben de ser descendientes de esos sumos sacerdotes que viven pidiendo que se crucifique a Nicaragua, porque es al pueblo que quieren crucificar y junto a los sumos sacerdotes están los que nuestro general Sandino llamó los peleles vende patria, que van de rodilla a pedir que se crucifique a Nicaragua”.
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Por otro lado, la primera dama, vicepresidenta y encargada de comunicaciones Rosario Murillo, y también sancionada por Estados Unidos y Canadá, expresó que los que piden sanciones son los “vendidos y agachados de siempre”.
Esto a raíz de las sanciones que el Departamento de Tesoro de Estados Unidos aplicó a tres funcionarios más del régimen por estar vinculados a las violaciones de los derechos humanos y en actos de corrupción; entre ellos el lavado de dinero, específicamente, las fichas de la tiranía: el subdirector de la Policía y principal ejecutor de la matanza en Masaya, Ramón Avellán; el presidente en funciones del Consejo Supremo Electoral (CSE), Lumberto Campbell, y el director del Seguro Social, Roberto López.
Durante su acto estuvieron presentes los tres más recientes sancionados que con rostro triste y sin ánimos de aplaudir estuvieron sentados en primera fila escuchando el discurso trillado de los Ortega-Murillo. La tarima central la llenaron con otros ya castigados con muerte financiera como la misma Murillo o el designado como presidente ante la Asamblea Nacional dominada por la aplanadora orteguista, Gustavo Porras.