La noche del domingo, tres de noviembre, desconocidos con armas de alto calibre rafaguearon la calle donde vive el palestino Haitham Shehab, quien habita en el departamento de Chinandega y a quien el régimen de Daniel Ortega le quitó sus documentos en 2018, entre ellos el pasaporte por ser miembro activo del Frente Amplio por la Democracia (FAD).
Shehab explicó a Artículo 66 que tiene 25 años de vivir en Nicaragua y desde que le quitaron sus documentos en Migración y Extranjería se ha alejado de la política para proteger a sus cuatro hijos y a su esposa.
El ciudadano detalló que teme por su vida y la de su familia porque es la primera vez que sufren este tipo de atentado. Shehab dijo desconocer a los autores del hecho en la zona donde también habita el exalcalde de la localidad y un jefe de la Policía Nacional.
Fue extorsionado
El ciudadano de origen palestino, en 2016, denunció ante la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH) persecución, hostigamientos, extorsión, despojo, bloqueo e intento de secuestro en contra de sus familiares.
En 2015 también señaló que la empresa de Telecomunicaciones y Correos (Telcor) le cerraron sus medios de comunicación ubicados en León y Chinandega, esto a raíz, según él, de no querer hacer negocios con el gobierno de turno. Ese mismo año, desconocidos ingresaron a su gasolinera armados con garrotes y machetes, para despojarlo de su propiedad, que luego recuperó por medio de amistades.
Después de estos hechos fue citado en el Ministerio de Gobernación donde lo amenazaron de muerte y de deportarlo si seguía insistiendo. Asimismo, algunos de sus trabajadores lo denunciaron y ganaron los casos, donde el juez ordenó el embargo de sus cuentas bancarias a pesar que el ciudadano aceptó pagar.
En su momento, el ciudadano manifestó impotencia por no tener a quién acudir que le ayudara a defender sus derechos y proteger a su familia.
Quemaron sus propiedades
En julio de 2018, a dos meses de haber iniciado la rebelión de abril, sus propiedades, ubicadas en Paso a Caballos, Chinandega; fueron quemadas por desconocidos, dejando en cenizas los terrenos donde funcionaba un negocio acuático.
Cuando el extranjero visitó el sitio encontró evidencias como molotov y no quiso señalar a nadie como responsables del hecho; sin embargo desde perfiles falsos lo señalaban en las redes sociales de ser parte de un grupo terrorista y de estar ilegalmente en Nicaragua.
