La imposición del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo de impedir que los representantes de cinco países del continente que fueron delegados por el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) entraran a Nicaragua bajo una prohibición girada a las aerolíneas de transportar a los siete embajadores es vista como una más de las “torpezas” de la dictadura. José Pallais, miembro de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD), dijo a Artículo 66 que esta decisión demuestra que los Ortega-Murillo “están actuando como un gobierno renegado, que rechaza cooperar con la comunidad internacional y pone un alto a las gestiones diplomáticas que se habían acordado en la Asamblea General de la OEA”. También, señaló que con esa intransigencia de la dictadura se “eleva en su totalidad los niveles de confrontación con la comunidad internacional. Eleva las presiones, las sanciones, porque el régimen no tiene voluntad de encontrar una salida negociada”, enfatizó el jurista.
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Por su parte, Violeta Granera, delegada de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), calificó la decisión del régimen como “una medida diplomática de (Daniel) Ortega de las más torpes que ha cometido porque él no tenía ningún derecho de impedir la entrada, a lo sumo no podía recibirlos. Demuestra un gran miedo que no está sabiendo cómo manejar la determinación que ha mostrado el pueblo de Nicaragua que dijo: ¡Basta ya! Cada paso que da lo hunde más. El tiempo se le está agotando a Ortega”. Granera remarcó que ahora el siguiente paso de la OEA será llamar a una asamblea extraordinaria para acelerar la aplicación de la carta democrática y expulsar al país de esa organización, con lo cual se vendrían más sanciones.
El congresista Albio Sires, presidente del Subcomité para el Hemisferio Occidental, Seguridad Civil y Comercio, criticó la decisión del Gobierno de Nicaragua de negar el acceso a los miembros de la OEA. El representante de los Estados Unidos remarcó que “al negar el acceso a la Comisión, Ortega ha demostrado una vez más que está decidido a mantener el poder a toda costa. El régimen ha reprimido brutalmente a su propio pueblo y continúa reteniendo a más de 100 presos políticos”. Sires recalcó su apoyo a la lucha por la libertad y la democracia y amenazó a la tiranía orteguista con nuevas presiones. “Estoy hombro con hombro con el pueblo de Nicaragua en su lucha por la libertad y la dignidad y continuaré trabajando con nuestros aliados para responder a estos actos de autoritarismo aumentando la presión sobre Ortega y sus compinches”, señaló.
La fundación pontificia “Ayuda a la Iglesia Necesitada” (ACN) España lanzó este lunes, 16 de septiembre, una campaña de solidaridad con la Iglesia católica de Nicaragua; institución que también ha sufrido la represión del régimen de Daniel Ortega por abrir los templos para socorrer manifestantes e intentar mediar para lograr una efectiva democratización del país. El sacerdote Cristóbal Gadea, de la Diócesis de Jinotega, manifestó en Madrid que la tarea de la Iglesia ha sido apoyar a la población durante toda la crisis sociopolítica y realizar una labor de mediación que no siempre ha sido comprendida por los partidarios del régimen orteguista.
“Las protestas y la represión han creado un clima de violencia inaudito. He tenido que mediar entre unos grupos y otros para que no hubiera asesinatos. Grupos afines al gobierno han visto a los sacerdotes como opositores. Nosotros simplemente hemos mediado por la paz, muchas veces hemos sido solicitados para ello por la población”, detalló el religioso, quien visitará las ciudades de Bilbao, Gijón, Zaragoza, Pamplona y Santander para dar a conocer la persecución que ha desatado el orteguismo contra obispos y sacerdotes que han denunciado las violaciones a los derechos humanos dirigidos por el régimen que ya han dejado al menos 328 asesinados, 4,000 heridos y más de 80,000 exiliados desde abril de 2018.
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El politólogo Félix Maradiaga regresó a Nicaragua después de más de un año de exilio. Los antimotines al servicio del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo rodearon el Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino, en la capital. Maradiaga fue señalado en varias ocasiones por la dictadura de Ortega, a través de sus medios de propaganda, de formar parte de una “estructura” para financiar lo que ellos denominaron “intento de golpe de Estado” y el régimen usó al preso político Christhian Mendoza, conocido como “El Viper”, para lanzar acusaciones de actos criminales contra el exdirector del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEPP). Aunque Maradiaga no fue oficialmente enjuiciado, el oficialismo lo señalaba directamente de “crimen organizado y financiamiento al terrorismo”. Antes de salir del país, Maradiaga sufrió dos atentados. Uno fue en León, durante una reunión con universitarios de esa ciudad occidental de Nicaragua, donde fue agredido y sacado a empujones y patadas por un turba de matones orteguistas que llegaron al local.
A la llegada de Maradiaga al aeropuerto de Managua, un grupo de nicaragüenses lo recibió entonando las notas del Himno Nacional y aplausos. ¡Viva Nicaragua libre!, corearon en conjunto. Maradiaga insistió en que trabajó desde la trinchera internacional denunciando los crímenes de la tiranía y remarcó que en “Nicaragua nada está normal” y que “vivimos bajo una dictadura” porque no se respetan los derechos consignados en la Constitución Política, entre ellos; la libertad de prensa, a la manifestación pacífica y a la libertad de expresión. La dictadura envió también a un pequeño grupo que forma parte de su maquinaria de fanáticos a gritarle al politólogo que “no querían asesinos”, sin embargo, él siguió su camino y evadió la provocación de los enviados de los Ortega-Murillo.