Seylith Parrales, de 26 años, originaria de Managua, es una de las 52 mujeres sobrevivientes de femicidio frustrado, dato que revela la Organización Católicas por el Derecho a Decidir reportados en el periodo de enero a agosto de este 2019. Parrales había denunciado ante la Policía orteguista las amenazas de muerte por parte de su expareja, quien además con frecuencia la maltrataba física y psicológicamente.
La queja no tuvo eco para las autoridades, las que solo se limitaron a decirle que “lo único que podía hacer era cambiar su número de teléfono o llamarlos para llegar a una mediación”. El femicida la llamó a su celular en 94 ocasiones, de acuerdo con la denunciante, para continuar con el hostigamiento. Le advirtió que la mataría a puñaladas y llegó a su casa para ejecutar el crimen.
Parrales es una de las pocas mujeres que vivió para contar su historia, pero otras 44 no corrieron con el mismo destino y son las que engrosan la lista de femicidios registrados en Nicaragua en los primeros ocho meses de este año. Las víctimas tenían entre 12 a 50 años, según Católicas por el Derecho a Decidir.
La presidenta del Centro Nicaragüenses de Derechos Humanos (CENIDH), Vilma Núñez, considera que las cifras “son alarmantes, porque apenas vamos en el mes de agosto y ya hay 44, es decir, es un récord en comparación al 2017 son 51, y en 2018 fueron 56”.
Para Núñez, la falta de eficacia de las autoridades para proteger a las mujeres cuando ellas deciden denunciar las agresiones y amenazas de sus parejas “es la consecuencia por la que los agresores no logran su objetivo en un primer momento y se siente con posibilidad de intentarlo nuevamente y es por eso que la víctima es una persona condenada a muerte en manos de su pareja”.
María Teresa Blandón, miembro del Movimiento Feminista de Nicaragua, añade que estas estadísticas se deben “al clima general de violencia y de impunidad de Estado que vive el país y eso es es lo que aprovechan los hombres educados para someter a las mujeres y se siente con más posibilidades de matar a las mujeres sin pagar los costos ante la ley”.
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Blandón, además, agrega que otro de los grandes problemas es que no existen comisarías de mujeres y que tampoco a la Policía les importa recibir las denuncias, debido a que “vivimos en una cultura machista que fomenta virilidad agresiva, sin límites y también fomentan la idea de que las mujeres deben de exponer su vida, deseo, proyecto en función de los deseos de los hombres”.
La organización Católicas por el Derecho a Decidir también remarca que de los 44 femicidios 17 han ocurrido en espacios públicos y 27 en privados. Martha Flores, una de las integrantes de esta organización, señala que estos casos, en su mayoría, “ocurren dentro de los hogares, por lo que considera que las casas siguen siendo el lugar más inseguro para las mujeres”.
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Flores aseguró a Artículo 66 que dentro de estos datos “no se incluye el caso de asesinato de la niña del Caribe Sur, en manos de su padre” y resaltó que los casos de femicidios frustrados mensualmente van de cinco a siete.
Pero cuando la pesca los mete preso, después dicen que son auto convocados, doble moral, recuerden el caso de San Judas, el maje que amenazo a su esposa y se tira sus churros en un parque, luego dijeron que era auto convocado, sean serios