(CIUDAD DE PANAMÁ, PANAMÁ).- El estancamiento económico y la represión obligaron al joven Cristian Fuller (identidad adaptada), de 30 años, a salir de Nicaragua y buscar estabilidad económica en Panamá. “Uno salió de Nicaragua porque sabía que la situación iba a empeorar. Esa fue la decisión que me hizo salir de mi país”, dice.
Nos encontramos con este joven exiliado en las cercanías de un centro comercial sumamente grande del centro de la capital panameña, que en éstas fechas aún bulle por la presencia de cientos de peregrinos venidos de todo el mundo para la Jornada Mundial de la Juventud, entre ellos, miles de nicaragüenses que usarían la libertad democrática del país canalero para denunciar al régimen orteguista durante la visita del Papa Francisco a Centroamérica.
Fuller, es alto, presenta a ratos una breve sonrisa esbozada en su rostro cuando habla, sin embargo, cambia radicalmente cuando menciona sobre lo que ha tenido que sobrellevar durante su exilio. Asegura que en el país canalero, los empleadores desean pagar lo que “ellos quieran” porque no poseen papeles.
“La vida para una persona que salió de su país a Panamá es un tanto difícil, ya que te piden muchos requisitos tanto para trabajar, para estudiar, para ejercer tu profesión en caso si ya sos titulado respecto a una carrera. Eso hace que la situación acá sea un tanto difícil y precaria, porque cuando encuentras un trabajo, ellos te quieren pagar lo que consideran conveniente y pues uno tiene que soportar y a veces no hay opción”, lamenta este joven, quien es alto y fornido, con cuerpo de deportista.
Participó en la mayoría de las protestas contra el gobierno de Ortega, pero al verse sin empleo y con la creciente atmósfera de represión, decidió exiliarse en Panamá; dónde ya tenía algunos familiares que le ayudaron en los primeros meses de su estancia.
“Ha sido difícil buscar un trabajo, socializar con las personas; con la ventaja que tenía familiares acá que no me iban a dejar solo (sic) ni me iban a dejar morir. Obviamente dejar todo allá, amigos, familia y dejar todo allá es difícil porque uno ya está adaptado a su estilo de vida, y más para un joven, con un mundo hecho”, comparte Fuller, quien agrega que no gana ni el salario mínimo y los aranceles de estudio son mucho más elevados que en Nicaragua.
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Como todos los exiliados, Fuller insiste que sólo regresaría a Nicaragua si sale del poder Daniel Ortega, a quién culpa del descalabro económico que vive el país, enfatizando que eso, que se vaya Ortega, “es lo que todo el mundo desea”.
También subraya que no se debe repetir la situación vivida durante la década de los años noventa, cuando Violeta de Chamorro ganó las elecciones presidenciales; cuando el FSLN conservó gran parte del poder en el aparato estatal, en lo que fue conocido popularmente como “gobernar desde abajo”.
“Regresaría a Nicaragua si sale del gobierno Daniel Ortega Saavedra. Es lo que todo el mundo desea, y que no haya nadie de su partido gobernando. Y además, que se haga un estudio analítico para que él no siga mandando por debajo”, remarca Fuller.
Del mismo modo, enfatiza que regresará al país cuando ya la Policía ni los aparatos de seguridad del régimen sigan persiguiendo a los jóvenes por pensar o disentir del gobierno de turno.
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“La única manera en la que yo puedo decir que voy a regresar al país es mirando que uno como joven no va a estar siendo perseguido porque saliste de tu país y ellos saben que uno fue un vandálico, fue una de esas personas que se reveló contra el gobierno y en realidad es más que todo, cuando sienta que haya más seguridad”, puntualiza.
Nicas bien vistos
El Servicio Jesuita para Migrantes de Nicaragua, según datos periodísticos de 2017, cifró en 80 mil los nicaragüenses que residían en el país canalero de manera permanente, mientras que las autoridades panameñas sólo reconocen 50 mil.
En ese mismo periodo, según cifras del Banco Central de Nicaragua (BCN), las remesas enviadas desde el país del sur fueron 75.5 millones de dólares, representando el 6% del total recibido.
Para Cristian, la comunidad nicaragüenses aún es pequeña, si se le compara con la diáspora venezolana acantonada en Panamá; que ronda –según datos del Departamento de Migración panameño-, las 100 mil personas.
“Ahorita hay muy pocos nicaragüenses aquí en Panamá. Gracias a Dios el nicaragüense no se ha dado a conocer tanto como otros países y dar malos conceptos para que el panameño deteste al nicaragüense; en realidad, el panameño le da trabajo al nica”, reveló Fuller, quien aseguró que la cifra de la comunidad nicaragüense podría aumentar debido a la llegada de la JMJ, porque muchos jóvenes llegados como “peregrinos” tenían la intención de quedarse en el país canalero”.
El Papa “decepcionó a muchos”
Mientras transcurre la entrevista, Cristian aclara que no es una persona religiosa. Divaga un poco en sus conceptos sobre la religión o la espiritualidad, hasta que le pregunto por la visita del Papa Francisco, que discurre por los días en que concedió enta entrevista.
Como muchos nicaragüenses, este joven exiliado deseaba una palabra del Papa sobre la crisis nicaragüense. Y esa palabra, no llegó. “Creo que pudo haber ayudado a muchos una palabra de aliento, si el señor Papa Francisco, se las hubiera dado”.
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“Creo que (la actuación del Papa) fue decepcionante para muchas personas, otras personas como yo no tomamos en cuenta la presencia del Papa Francisco, lo tomamos nada más como una persona que está transmitiendo un mensaje pero que tal vez no quiere meterse en cuestiones políticas. Esto tal vez decepcionó a muchos, porque había muchos nicaragüenses acá (por la JMJ)”, señaló Fuller.
Que los organismos internacionales “ayuden a sacar a Ortega”
El joven asegura que desde Panamá, se están llevando a cabo distintas actividades para poder hacer presión y se condene al régimen orteguista debido a la documentada y sistemática violación a los derechos humanos en el país.
“Hay que alzar la voz. Decir por qué uno salió del país. Lógicamente el cambio viene desde uno mismo y decirle a las demás personas que si se puede salir adelante, que va a ser difícil pero hay que seguir de pie. (…) Jóvenes estamos enviado dinero de Panamá a Nicaragua y eso ayuda económicamente al país (…) y en la cuestión política, levantarnos en redes sociales, que ha sido un arma ha calcado completamente al gobierno porque no pueden callar las redes”, señaló Fuller.
Remarca que aunque están lejos, los exiliados no se olvidan de la situación de sus compatriotas; lo que les empuja diariamente a seguir denunciando por todos los medios posibles los desmanes del régimen orteguista en el exterior.
“Es bonito que puedan escuchar un testimonio de personas que estamos fuera del país, y que lleguen a las noticias de Nicaragua, y que los jóvenes y las demás personas adultas puedan leer lo que estamos viviendo acá. Nada es fácil pero obviamente cada una de nuestras historias puede llegar mucho más lejos y esto puede hacer que Nicaragua cambie y que la ONU o cualquier otra organización pueda ayudar a sacar a Daniel”, finalizó Cristian.