[vc_row][vc_column][vc_column_text]Una fila de personas espera en la entrada de la Dirección de Migración y Extranjería, bajo el sol de Managua. La mayoría lleva bajo el brazo un folder con partidas de nacimiento actualizadas, 4 fotos tamaño pasaporte, copias ampliadas de la cedula y el recibo de 750 córdobas. La fila está todas las mañanas desde mediados de mayo, frente a las oficinas centrales de la entidad que extiende los pasaportes y salvoconductos.
Desde que las protestas de abril fueron brutalmente reprimidas por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, los nicaragüenses ven con incertidumbre el futuro del país. La masacre que ha desatado el régimen en contra de los nicaragüenses ha dejado, según el último informe de la Asociación Nicaragüense Pro-Derechos Humanos (ANPDH), 285 asesinatos en 70 días de ataques.
Deciden irse por la represión
Manuel Alberto Gonzales es originario de Managua. Tiene 26 años y estudiaba derecho en una universidad privada de Managua. Estaba terminando el primer cuatrimestre de su último año en la universidad cuando estallaron las protestas en contra de las reformas al Seguro Social, que el régimen de Daniel Ortega intentó imponer al país. Unos días después, al ver la masacre que se estaba cometiendo en contra de los estudiantes y pobladores atrincherados en universidades y calles de la capital, decidió dejar los estudios.
«Yo hasta hoy decidí venir a sacar mis papeles, las filas estaban largas hace unos días, pero hoy ya son menos. Tuve que venir temprano. Parece que ya vamos a entrar».
Manuel quiere irse a vivir con unos tíos en Estados Unidos, dice que va a aplicar a la visa y que si no se la dan que se va a ir mojado.
La fila avanza rápidamente, los vendedores de agua y gaseosas no dejan de preguntar si ya se tomaron las fotos, si ya realizaron el llenado del formulario o si necesitan un abogado. Al otro lado de la calle varios toldos con viejas máquinas de escribir y computadoras aguardan para facilitar la papelería necesaria para tramitar o renovar el pasaporte.
Héctor Narváez tiene 45 años, anda tramitando el pasaporte de sus dos hijos de 6 y 5 años. Se da cuenta que necesita un permiso notarial de salida de los menores, en uno de los toldos le ofrecen realizarle el trámite de ambos por 350 córdobas. Héctor accede, el papeleo no tarda más de 15 minutos.
«Yo me voy para Costa Rica. Aquí las cosas están peores, la matancina que está haciendo este gobierno no tiene perdón de Dios, ahora a cualquiera de nosotros nos pueden matar y nadie va a decir nada. Solo vamos a llenar una hoja donde salen un montón de nombres de muertos».
Del otro lado un hombre le grit. La fila avanza rápidamente. Logran entrar todos los que estaban bajo el sol. La mayoría apresuran el paso para poder entrar al viejo edificio pintado de azul y blanco.
Un empleado de migración les grita: «Los que vengan a retirar pasaportes entren primero, lleven en la mano su comprobándote». Los demás, algo desanimados retroceden. Unos minutos después entra toda la fila.
Se van para preservar la vida
Antes del 18 de abril la mayor razón que provocaba la migración de nicaragüenses a países vecinos o a Estados Unidos y Europa, era la falta de oportunidades de empleos. Luego del clima de inseguridad al que el pueblo de Nicaragua ha sido sometido, principalmente por la presencia de grupos parapoliciales que operan en complicidad con la policía, la principal razón para salir de Nicaragua es el miedo y la decisión de salvar su vida. Así lo explica la consultora independiente Cándida Gómez Suarez, quien desde la Organización de Mujeres para la Convivencia y el Desarrollo, han estado monitoreando la migración de las últimas semanas en Nicaragua.
«La migración no es un fenómeno nuevo en Nicaragua, nosotros decíamos que un éxodo no se vislumbraba en el país todavía. Pero ahorita los cambios han sido bruscos por la crisis sociopolítica. Yo creo que ya podemos hablar de una emergencia de flujo migratorio sobre todo a Costa Rica. El fenómeno ha sido más por la incertidumbre, más por el miedo y sobre todo porque hay una gran inseguridad para vivir».
Al otro lado del rio San Juan, desde el lunes, centenares de nicaragüenses que buscan refugio en Costa Rica llegaron a la sede central de la Dirección General de Migración y Extranjería en La Uruca, San José. Muchos de ellos cruzaron la frontera de manera ilegal. Otros van en búsqueda de legalizar su situación en el país vecino.
Pero el futuro es incierto para estos nicaragüenses, ya que el director interino de Migración de Costa Rica, Daguer Hernández, manifestó en una entrevista al diario La Nación «que no todas las personas que llegan son candidatos a obtener refugio, debido a que hay muchos que tienen años viviendo en Costa Rica de manera irregular».
Además, el director interino de Migración de Costa Rica, agregó que por semana y solo los lunes se otorgan 1.000 citas, aunque la atención se divide entre los cinco días de la semana, es decir, que se recibe a 200 personas diariamente.
El tramite a contrarreloj
La fila en Managua, aunque ya no está bajo el sol, sigue avanzando lentamente. Al otro lado de la entrada principal de la Dirección General de Migración y Extranjería, una señora está intentado ver hacia dentro del edificio. Está esperando a su nuera. Se llama Dina Martínez, tiene 60 años. Vino desde Miami el viernes, 22 de junio, para llevarse a su nieta de año y medio. Su hijo trabaja en Estados Unidos, donde viven desde hace más de 20 años.
«Es normal, es su primera hija. No quiere que esté aquí y le pase algo, yo solo vine el viernes y pensé que con las mismas nos íbamos a ir. Pero mirá aquí estoy todavía».
Vino desde Chinandega para recoger el pasaporte de la niña, con quien tiene que tomar un vuelo a las dos de la tarde. Según Dina, en Chinandega le dijeron que solo en Managua están entregando pasaportes debido a los tranques en las diferentes carreteras de Nicaragua.
A las 11:30 de la mañana, la señora recorre la entrada de un lugar a otro, esperando recibir alguna señal de su nuera que está haciendo fila. Dice que vino desde temprano a Migración y Extranjería y ya estaba la fila de espera.
«Tuve que pagarle 300 córdobas a una señora que estabas casi en la entrada para que mi nuera pudiera entrar con la niña».
Esa versión es corroborada por otras personas que están esperando afuera del edificio. Según ellos varios de los vendedores ambulantes se vienen desde tempranas horas a hacer filas. Cuando la hilera de personas ya es bastante significativa ofrecen a los que están al final cederles sus lugares por 300 córdobas y hasta por 500 córdobas, dependiendo de qué tan cerca estén de la entrada.
El reloj sigue avanzando y Dina sigue esperando afuera del portón, pensando que debe estar en el aeropuerto Augusto C. Sandino, de Managua, al menos una hora antes de que salga su vuelo.
A las 12 en punto del mediodía, el hermano de su nuera, quien está adentro del edificio de Migración, tratando de acelerar el proceso, sale corriendo en dirección al portón donde espera Dina.
«Me están pidiendo los boletos del avión, los suyos y los de la niña. Me dicen que si los presento nos van a dar más rápido el pasaporte de ella».
Dina le responde que no tiene los boletos, que solo en digital los tiene su hijo en Miami, pero que lo va a llamar para que le envíe una copia por WhatsApp. A los pocos minutos le da el teléfono donde tiene dos pantallazos de los boletos de ambas.
«Ya tuve que cancelar un vuelo antes, supuestamente el tramite iba a dilatar solo un par de días y desde el viernes estoy aquí. Ya al final no puedo perder este otro vuelo, pero no quiero viajar sola. No sé por qué se tardan tanto».
Finalmente les entregan el pasaporte de la niña y sin mediar palabras se suben a su vehículo para llegar a tiempo al aeropuerto.
Pero no todos los nicaragüenses tienen familiares en Estados Unidos para facilitar la salida de su familia.
Cándida Gómez Suarez, trabajó durante varios años con el Servicio Jesuita para Migrantes. Gómez opina que la migración en condiciones normales es difícil, pero en momentos de inestabilidad en un país son más dolorosas.
«Una experiencia migratoria es bastante dura, en este caso es bastante difícil porque se ha vuelto a abrir una herida. Hasta en muchos casos gente que ya había retornado se tendrá que ir de nuevo. Es más golpeado porque muchos se van a ir buscando empleo allá para ayudar a los que se van a quedar aquí».
Nicaragüenses pueden terminar siendo refugiados
Aunque en Nicaragua se encuentran organismos internacionales que están observando la situación de los derechos humanos en el país, el futuro aún es incierto. Con una mesa de diálogo nacional que avanza lento y que no ha logrado frenar la violencia en gran parte por la falta de voluntad política de los Ortega-Murillo, las solicitudes de refugio de nicaragüenses al Gobierno Tico se han multiplicado.
Según la coordinadora de la Red Nicas Migrantes, Martha Cranshaw en un perfil migratorio que realizaron en 2012 los principales destinos de los nicaragüenses son Costa Rica, Estados Unidos, España y más recientemente Panamá.
El mecanismo para solicitar refugio en Costa Rica consta de varias fases que deben de ser pasadas por los candidatos a recibir en obtener el refugio en el vecino país del sur. Luego de obtener una cita por parte de las autoridades de migración de Costa Rica, el individuo debe de llenar un formulario con el cual los funcionarios revisarán, en bases de datos internacionales, si esta persona tiene algún expediente abierto. De resultar negativo y el record está limpio el siguiente paso es una segunda entrevista que es realizada por una Comisión de Visas de Refugio. Esta comisión determinará si se otorga o no la condición de refugiado al solicitante.
El director interino de Migración, Daguer Hernández delimitó las condiciones para que se pueda solicitar esta visa de refugiado en Costa Rica.
«Una persona que tenga fundados temores de ser perseguida por nacionalidad, raza, religión, género, pertenencia a grupo social u opiniones políticas cabe dentro de esa definición legal de refugio, sin esa condición no deberían hacer el trámite».
Según datos oficiales de Migración y Extranjería de Costa Rica la semana pasada recibieron 1.300 solicitudes de refugio, la mitad de las cuales fue rechazada. El margen de aprobación es de aproximadamente un 6%.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]