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El joven Mixan Sambrano fue asesinado por protestar contra el fraude electoral. A sus 23 años intentó defender su derecho a elegir a su alcalde en San José de Bocay… y eso lo pagó con la vida.
Fue emboscado y baleado con saña por dos cobardes encapuchados. Dos cobardes enviados a matar sin asco ni piedad.
La confesión más brutal del régimen de Daniel Ortega de que fue una orden bajada desde la maquinaria criminal y mafiosa que gobierna, es que su guardia, que opera con diligencia para asesinar a otros en la montaña porque se alzaron en armas, guarda silencio para encubrir a los autores materiales e intelectuales de este otro crimen detestable.
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Lo que el régimen no calcula es que no hay mal que dure 100 años y que tarde o temprano van a pagar por sus fechorías. Ni un régimen puede ser eterno, ni los delitos se pueden quedar impunes para siempre.
En este momento es imposible. Los crímenes de La Cruz de Río Grande, las matanzas con mochilas bombas, las emboscadas en Pantasma, los muertos de la violencia post electoral en el Caribe, los asesinatos en Yalí, los muertos de Ciudad Antigua, los fraudes, la corrupción y la violación constante a la ley, van a permanecer silenciados porque el sistema policial y judicial del país es parte del mismo entramado abusivo y corrupto. La autoridad está muerta. Pero eso no puede sostenerse de por vida.
Mixan batalló contra la muerte durante un mes, de la misma forma que batalló por defender la libertad de elegir a sus autoridades.
La muerte de este muchacho es triste, pero sobre todo es vergonzosa. Mixan será sepultado y deja a sus padres, hermanos y amigos con un dolor que apenas imagino. A ellos, a sus seres queridos les arrebatará lágrimas, pero a nosotros, a los inertes, a los cómplices que seguimos permitiendo este tipo de asesinatos por encargo del poder, a nosotros nos bota la máscara y nos arrebata la dignidad y el decoro que todavía fingimos tener.
De este crimen, quizá hay miles y miles de nicaragüenses que ni siquiera se enteraron. Que están metidos en la búsqueda de su propio bienestar, porque “la política no me da de comer”, o porque sencillamente asumen que a ellos no los tocan. Lo que debemos pensar es que los abusos son progresivos. Que el poder es vicioso y corrompe y si es absoluto, corrompe absolutamente.
Deberíamos de saber que en la medida en que las víctimas del régimen van siendo más, la mano blanca se acerca hasta donde estemos. Y si lo dejamos avanzar contra los otros, poco a poco nos llegará hasta la comodidad de nuestras casas. Ojalá para cada uno, la reacción lenta no sea demasiado tarde.
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