La vicedictadora de Nicaragua, Rosario Murillo, reaccionó furibunda contra la Secretaría del Fondo Verde del Clima (GCF, por sus siglas en inglés), a quienes llamó «agresores» y antiéticos, porque esa organización le canceló al gobierno de Nicaragua el desembolso de más de 116 millones de dólares porque no cumplió con los requisitos para recibir el financiamiento.
El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo es aplicante para beneficiarse con financiamiento millonario para desarrollar el llamado proyecto «Bio-Clima», que tiene como fin la protección del medio ambiente y contribuir con el desarrollo y convivencia de las comunidades en las reservas biológicas de Bosawas e Indio Maíz. El proyecto contemplaba para esta etapa el desembolso de 116 millones de dólares que serían canalizados a través del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).
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Sin embargo, tras denuncias de organizaciones ambientalistas, principalmente de Fundación del Río, que obligaron a una investigación sobre la administración, destinos y beneficiarios de los fondos, la secretaría del proyecto determinó que el régimen de Ortega «incumplió las políticas y procedimientos sobre salvaguardas ambientales y sociales».
«Nuestra posición es de rechazo, de denuncia a la Secretaría del Fondo Verde del Clima, quienes a través de procesos y procedimientos no transparentes ni prácticas éticas han cancelado el financiamiento al proyecto Bio-Clima, concebido para la protección y defensa de las Reservas de Biosfera de Bosawás e Indio Maíz, a través de la reducción de la deforestación, el aumento de la reforestación y el establecimiento de la resiliencia», dijo Murillo durante su monólogo diario de este ocho de marzo, al leer un comunicado oficial.
Tras 15 años de mantener al mismo embajador en EE. UU, Francisco Campbell, el segundo periodo más largo en la historia de las relaciones diplomáticas entre Nicaragua y la potencia del norte, Daniel Ortega finalmente bajó a nivel de encargado de negocios su contacto diplomático con Washington y para hacerse cargo de ese puesto llamó a Mauricio Lautaro Sandino Montes, uno de sus ases, un «viejo zorro» de su diplomacia y sobre todo, un leal a ciegas.
Sandino Montes fue acreditado por el Departamento de Estado de EE.UU. como el nuevo jefe de la misión diplomática de Nicaragua en ese país desde el pasado seis de febrero, según información oficial, pero fue dado a conocer hasta este siete de marzo.
Es conocido simplemente como «Lautaro», por sus colegas o conocidos en el Ministerio de Relaciones Exteriores (Mirex). Es una ficha veterana de Ortega en materia de relaciones internacionales, y sobre todo, lo tienen entre los leales a la pareja presidencial.
Aunque no se conocen muchos datos personales de Sandino Montes, sí se sabe que es un sandinista que viene viajando como diplomático de Ortega desde su primer periodo en el poder en los años 80.
El propio Lautaro se encarga de dar a conocer que para inicios de los años 80 ya realizaba viajes como enviado de las relaciones internacionales de la Juventud Sandinista.
En una dedicatoria póstuma en homenaje al fallecido exembajador sandinista Mario Barquero, escrita en el sitio web de La Primerísima, uno de los medios al servicio de la propaganda oficialista, Sandino Montes expone que, para 1984 realizaba giras por los países nórdicos como enviado de la JS-19-J promoviendo acciones de solidaridad para la revolución sandinista. En el escrito, el diplomático de Ortega se declara defensor de la revolución.
Para los familiares de Maryluz Arceda Guido, el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es un día sin ningún significado. La mujer, de 39 años, originaria del departamento de Matagalpa, fue la primera víctima de femicidios en Nicaragua del 2024.
El crimen ocurrió el domingo, 7 de enero, en la comarca Yasica Sur, en el municipio de San Ramón, Matagalpa. Se presume que Arceda Guido fue asesinada a causa de varios machetazos propinados por su expareja. La mujer fue atacada cuando iba a realizar unas gestiones al municipio de Tuma-La Dalia.
Arceda dejó a seis hijos en la orfandad, quienes ahora quedaron al cuidado de su abuela materna. «Algún día la justicia terrenal llegará, pero de la que nadie escapa, es de la justicia divina», expresa, como consuelo, un familiar de la víctima.
De acuerdo con organizaciones feministas, que ahora trabajan en la clandestinidad debido a la persecución gubernamental, en Nicaragua se registran desde enero hasta la fecha al menos seis mujeres asesinadas. La mayoría de ellas en las zonas rurales, donde existe poca presencia policial.
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«Las Comisarías de la Mujer fueron cerradas y aunque dicen que las vienen reabriendo paulatinamente, las mujeres siempre están en riesgo porque no hay una preparación adecuada del personal para tratar y atender estos casos en donde las mujeres denuncian agresiones. En las zonas rurales, el machismo está más arraigado que en la propia ciudad», critica una feminista que trabaja en una comunidad norteña.
Las altas cifras de femicidios han encendido las alarmas entre las organizaciones que defienden los derechos de las mujeres. El 2023 cerró con 73 femicidios, cinco más que en 2022, y las feministas culpan al régimen orteguista por «desatender» el problema de la violencia, que cada día cobra vidas de mujeres.