Tras la segunda ola represiva del sábado, 13 de mayo, que terminó con al menos 18 ciudadanos secuestrados, judicializados y obligados a firmar periódicamente en la Policía, muchos han tomado la decisión de exiliarse para evitar ser blanco de la dictadura de Daniel Ortega.
En esta ocasión, el turno de dejar el país fue para Donovan, un integrante de la Unidad Juvenil y Estudiantil, que para evitar represalia hacia su familia decidió omitir su verdadero nombre.
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El opositor, de 22 años, dijo, en entrevista con Artículo 66, que la arremetida en su contra inició el jueves, 11 de mayo, cuando agentes policiales, vestidos de civil, llegaron con fotografía en mano a un barrio de Managua donde habitaba con su familia, preguntando específicamente por él.
«Luego de preguntar por mí a mis vecinos, llegaron a mi casa, le preguntaron a mi abuela quiénes vivían allí, por lo que agarré mi teléfono y computadora y los moví para que no me los robaran, ya el sábado —13 de mayo— llegaron al menos 12 agentes policiales para detenerme; me metieron dentro de la cabina de una patrulla y me llevaron directamente a los juzgados de Managua», relató el ahora exiliado.
Agregó, además, que mientras iba abordo de una camioneta de la Policía, los uniformados lo acosaron y le preguntaron que quién lo financiaba y que quiénes eran sus líderes.
Acusado de menoscabo y ciberdelitos
A como ha sucedido con la primera y segunda ola de secuestros, Donovan fue acusado por la justicia orteguista por ciberdelitos y menoscabo a la integridad nacional, «por pedir sanciones para el pueblo de Nicaragua, sus instituciones y funcionarios».
«Estando en los juzgados, los oficiales procedieron a tomar mis datos personales y huellas dactilares. Allí pude ver a otras seis personas que también iban a ser judicializadas; y en los pasillos logré ver a otro grupo de ciudadanos», refirió el opositor.
Tras dictarle medidas cautelares y obligarlo a presentarse a firmar diario a la estación policial de su localidad, el activista político decidió salir el mismo día de su liberación parcial, por temor que la represión incrementara en su contra.
«Luego de que fui obligado a firmar, el mismo domingo empaqué mis cosas y salí de mi casa. Llegué a una zona fronteriza de Nicaragua y la madrugada del lunes —15 de este mes— entré de forma irregular a otro país», narró.
Este es el segundo opositor —el primero fue Juan Carlos Márquez— que se vio obligado a salir de Nicaragua, engrosando la lista de exiliados por motivos políticos.