El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) recordó la quema a la Capilla de la Sangre de Cristo, en la Catedral Metropolitana de Managua, el 31 de julio de 2020, y afirma que la mayoría de los nicaragüenses «estamos convencidos de que ese fue un acto terrorista».
El organismo defensor de derechos humanos asegura que este hecho —que según el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo fue a causa de un accidente— fue «una declaración de odio contra la Iglesia católica por su labor evangelizadora».
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El Cenidh hizo énfasis que ante la falta de una investigación «transparente, imparcial y creíble» por parte de la Policía orteguista, así como la ausencia del dictamen de la Dirección General de Bomberos, en agosto de 2020, buscó apoyo técnico con especialistas y determinó que el siniestro «no fue por la explosión de una botella de alcohol o por el calor en la capilla».
Según el experto consultado por el Cenidh, «es imposible que a esa temperatura el alcohol se haya evaporado y menos de un pequeño recipiente cerrado (…) Por tanto, si en ese ambiente hubiera habido esa enorme saturación de alcohol, todos los feligreses que se acercaban a la Sangre de Cristo debieron haber percibido el fuerte, intenso e intolerable hedor de alcohol como para causar la combustión».
Además refieren que todas las evidencias materiales, documentales, analíticas y testificales fueron eliminadas, omitidas y organizadas selectivamente en el informe policial «para emitir criterios conclusivos orientado a respaldar un prejuicio que sesga la evidencia testifical».
«Aunque el régimen Ortega Murillo y la Policía descartaron mano criminal, la Iglesia y toda Nicaragua está convencida de que fue un acto terrorista», concluyó el Cenidh.
Ante este hecho que cumple dos años y que aún sigue impune, el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua, conmemoró este domingo junto a su feligresía este atentado, afirmando que «se recuerda este acontecimiento que marcó nuestras vidas, la conmemoración de ese atentado a nuestra bella y consagrada imagen de la Sangre Cristo».
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El «acto terrorista», a como lo tildó la misma iglesia católica, conmocionó a todo el país. Los religiosos han estado en el punto de mira desde el estallido social de abril 2018 por mostrarse cercanos a los opositores y apoyar actividades para atender a los heridos durante los ataques del gobierno de Daniel Ortega.
Los feligreses recuerdan ese trágico momento en donde un sujeto encapuchado, que hasta la fecha no se ha logrado identificar, lanzó una bomba molotov a la capilla, ocasionando un incendio en el área donde permanece la imagen y en donde también está expuesto el Santísimo.
La Arquidiócesis de Managua señaló lo ocurrido como «un acto de sacrilegio y profanación». Hasta la fecha todo el prelado sigue afirmando que no fue un accidente.
Mientras que la vicedictadora Rosario Murillo se anticipó a la investigación policial y afirmó que el fuego fue provocado por «una veladora», versión que posteriormente fue reafirmada por la Policía al servicio de su régimen, sin embargo la Iglesia sigue sosteniendo que fue un «acto terrorista».