Tras el «acto terrorista» que sufrió el viernes, 31 de julio, la Iglesia Católica en Nicaragua, cuándo un sujeto desconocido lanzó una bomba molotov en la capilla de la Sangre de Cristo, en la Catedral de Managua, obispos y jerarcas en el mundo han condenado el ataque y lo han tildado como un «criminal atentado», por ello se han solidarizado con los nicaragüenses.
El arzobispo de la Arquidiócesis de Managua, cardenal Leopoldo José Brenes, a través de una conferencia de prensa, dejó claro que lo ocurrido en el templo religioso fue «un acto terrorista planificado», desmintiendo así a la vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, quien dijo que el incendio fue producto de veladoras que estaban alrededor de la imagen.
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Los obispos de Guatemala se solidarizaron con los líderes de la Iglesia Católica en Nicaragua, y tildaron el acto como un «criminal atentado» que calcinó la imagen de «factura colonial guatemalteca que por siglos ha sido compañía del pueblo creyente (…) ante la cual San Juan Pablo II oró de rodillas», dicen los obispos en la misiva de condena al ataque.
Por su parte, la Conferencia Episcopal de Costa Rica, coincidió en remarcar que lo ocurrido en el templo religioso fue «un acto criminal» que se constituye en «un ataque frontal a la Iglesia y a la libertad religiosa de la nación. Hacemos votos para que las autoridades competentes descubran a los responsables de este hecho repudiable y el peso de la Ley recaiga sobre ellos», exigieron a través de un comunicado.

Los obispos de Panamá, emitieron un comunicado de prensa, en el que condenan los actos vandálicos y sacrilegios, fruto del atentado de manera «malévola». En la misiva los obispos afirman que el acto «nos causa un profundo dolor e indignación al ver cómo se ha herido la sensibilidad del pueblo nicaragüense ante la destrucción y quema de la capilla».
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Por otro lado, los líderes religiosos de la Conferencia Episcopal de Colombia, rechazaron el «atroz atentado» y manifestaron su cercanía con los nicaragüenses creyentes, por ello se unieron espiritualmente con una celebración de la Eucaristía como inicio de una «jornada de oración, silencio, llanto y súplica por el ultraje, irrespeto y profanación real del Santísimo Sacramento».
De la misma manera, el Consejo Episcopal Latinoamericano, se sumó a la condena del acto y remarcó que «la agresión contra la capilla dedicada a la Sangre de Cristo, y el daño a la imagen de 383 años (…) lesiona profundamente al pueblo nicaragüense por el cruel atentado contra el patrimonio religioso e histórico nacional».
Finalmente, los religiosos insisten en que «no es la primera vez que en los últimos dos años los templos religiosos en su país han sufrido ataques de quienes gustan más de las tinieblas que de la luz», en alusión a la postura que han mantenido los líderes de la Iglesia en Nicaragua, que han denunciado y se han puesto del lado del los nicaragüenses a quienes el Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo, les ha violentado sus derechos humanos.
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La máxima autoridad de la Iglesia católica en el mundo, el Papa Francisco, el domingo, expresó que Nicaragua recientemente fue víctima de un «atentado», por lo que mostró su cercanía hacia los nicaragüenses y mencionó que «pienso en el pueblo de Nicaragua que sufre por el atentado a la Catedral de Managua, donde ha sido muy dañada, casi destruida, y han dañado la imagen de Cristo que ha sostenido por mucho tiempo al pueblo fiel. Estoy cercano y rezo por vosotros».