Desde el altar de la Iglesia Santa Ágata, de Miami, el sacerdote nicaragüense Marcos Somarriba ofreció este domingo 11 de mayo una homilía cargada de simbolismo bíblico y fuerza espiritual, en la que denunció con claridad a quienes ejercen la violencia, la extorsión y el poder opresivo sobre sus semejantes. Sin mencionar nombres, sus palabras resuenan como un mensaje dirigido contra los regímenes autoritarios que persiguen a la Iglesia y oprimen a sus pueblos.
Basado en el Evangelio de San Juan, el padre Somarriba reflexionó sobre el papel del Buen Pastor que cuida a sus ovejas frente a los falsos pastores, los asalariados y los «cabros», que aparecen en el juicio final separados a la izquierda. Según el sacerdote, estos representan a quienes «se han salido del rebaño» y cuyas acciones «les definen como destructores de la humanidad».
«Hay personas hoy que no quieren y no les interesa pertenecer al rebaño de Jesús. Demuestran que su rechazo a ser ovejas está fundamentado en la ambición, la maldad, la agresividad, la violencia que demuestran en sus comportamientos y desobediencia encarnada en sus corazones sordos, que solo tienen oídos para sus voces altaneras y arrogantes», denunció el padre. Más adelante, añadió con fuerza: «Nunca se han preocupado de vestir al desnudo, sino que se han dedicado a desnudar a los demás de sus derechos, desnudarlos de la justicia que tienen como derecho otorgado por su Creador».
La figura de los «cabros», que repite en distintos momentos, funciona como imagen de los poderosos que destruyen todo lo que tocan. «No sé si alguna vez han sabido que si usted mete a un cabro en su casa no le va a quedar ni muebles, ni sábanas, ni colchas, ni colchones… porque todo lo destruye», explicó el religioso.
«Solo a destruir han llegado. Todo lo hacen polvo y miseria. Han destruido la paz, han destruido la justicia y el derecho, han destruido a la familia y han aniquilado a todos los que reclaman que se les trate como Dios trata a su rebaño… Son cabros que nunca dieron de comer para alimentar, ya que lo suyo es acumular por medio del robo y la avaricia. Nunca dieron de beber para saciar la sed. Lo que dan de beber es el vino amargo del sufrimiento, de la persecución, que reseca el alma», dijo el sacerdote.
En un claro contraste con la imagen del Buen Pastor, el padre Somarriba denunció a los falsos líderes: «Todos aquellos y aquellas que se autoproclaman los pastores, que obligan a las ovejas a seguirles por medio de la extorsión y la violencia y a obedecerles, son solamente asalariados». Y subrayó que «los asalariados no tienen el más mínimo interés en el beneficio de nadie más, sino en el negocio que les pueda beneficiar a ellos y a los suyos».
El mensaje por los desterrados y presos políticos
En su crítica a los poderosos despiadados, el padre Somarriba se refirió puntualmente a esos «cabros» que han forzado a su pueblo a salir de su país. «Jamás se les ocurrió albergar al desamparado. Lo que han hecho es que lo han echado para la calle de la amargura y al destierro», dijo el religioso en su homilía.
Uno de los fragmentos más conmovedores de la prédica fue la denuncia del trato inhumano a las personas privadas de libertad: «Nunca les interesó visitar al preso. Lo visitaron solo para torturarlo y tratarlo como muerto en vida, sin derechos ni dignidad», dijo, en un mensaje que cobra especial relevancia en el contexto de los abusos contra presos políticos en países como Nicaragua, Cuba o Venezuela.
La iglesia no dialoga con el diablo
La parte más fuerte llegó hacia el cierre de su mensaje, cuando el sacerdote proclamó: «La Iglesia no dialoga con el diablo, no dialoga con los espíritus malignos, sino que los expulsa. El cuerpo de Cristo tiene poder para expulsar y no tiene obligación de dialogar con el mal, porque la Iglesia no está en venta. Ya fue comprada al precio de la sangre del Cordero Inmaculado». Una frase que resuena con potencia en una parroquia donde han oficiado misa sacerdotes desterrados como el padre Edwin Román y monseñor Silvio José Báez, y donde se congrega una importante comunidad de fieles nicaragüenses en el exilio.
En medio del sufrimiento de los pueblos que han sido violentados, el padre Somarriba recordó que «el único dueño y Señor del pueblo es Jesús, es Dios». Y advirtió: «Todos los que de manera cruel y despiadada se hacen dueños y señores del pueblo lo hacen por medio de la extorsión, la violencia, la compra de conciencia a cualquier precio, y son incapaces de derramar su propia sangre toda su vida».
Las madres de abril
La homilía también cerró con un gesto de ternura y memoria: una mención especial a las madres que han perdido a sus hijos a causa de la injusticia y la represión. Recordó con amor a «las madres de la Primavera de Abril», en alusión a las protestas de abril de 2018 en Nicaragua, con un mensaje de consuelo: «Dios te bendiga, Madre, porque en tu corazón y por medio de tu amor sin límite hemos conocido el amor de nuestro Dios, quien es Padre con un corazón materno».
No hace falta decir nombres, quedaron claras las macabras acciones de los líderes y curas de la iglesia católica quienes figuraron entre los principales líderes del golpe de estado fallido y contrarrestado por el pueblo que respalda al proyecto revolucionario dirigido por el comandante Daniel.
La iglesia en Nicaragua está acabada por sus actos ajenos al mandato de cristo.