La dictadura de Daniel Ortega ha ejecutado una purga en el Consejo Nacional de Universidades (CNU) y en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua), que incluye la destitución de la rectora Ramona Rodríguez Pérez, confirmaron a Artículo 66 una fuente del CNU y otra cercana al equipo de dirección de la UNAN-Managua.
Rodríguez, sancionada por Estados Unidos y señalada por organismos internacionales como parte de la maquinaria represiva del régimen, fue removida de su cargo como presidenta del CNU y como rectora de la UNAN-Managua, la más grande del país. «Desde el jueves 8 de mayo no llega a su oficina. Fue retirada y se ordenó que no regresara. Le sacaron sus cosas y la oficina está cerrada. Lo mismo pasó en la UNAN. Allá tampoco llega», afirmó una fuente del CNU, que solicitó el anonimato por razones de seguridad.
Junto con ella también fue defenestrado Jaime López Lowery, secretario técnico del CNU, quien ascendió al organismo universitario cuando Ramona Rodríguez asumió la presidencia. Antes de eso, López Lowery fue parte de su equipo más cercano en la UNAN-Managua, donde ocupó los cargos de vicerrector administrativo y académico. Durante su gestión también fue secretario político del Frente Sandinista dentro de la universidad, fungiendo como un operador político del régimen. «No llega al CNU desde el miércoles 7 de mayo. Lo borraron del mapa, ya no está», confirmó la misma fuente.

Otra figura caída en esta barrida es la profesora Jilma Romero Arrechavala, quien fungía como directora de Gestión del Conocimiento del CNU, pero que su trayectoria universitaria se remonta a más de cuatro décadas como docente del Departamento de Historia, de la Unan-Managua. Su remoción ha generado desconcierto interno, ya que es esposa de Luis Alfredo Lobato Blanco, quien era vicerrector general de la UNAN-Managua y ahora ha asumido, de forma interina, la rectoría en sustitución de Ramona Rodríguez. «Lobato les ha dicho a los directores (antes decanos) que se mantiene en el cargo porque «por ley le corresponde… Pareciera que se durmió cuando en la Unan había autonomía y se está despertando ahora que cualquier nombramiento lo decide el comandante», ironizó la fuente cercana a la rectoría en la Unan-Managua.

CNU bajo sumisión total: Bosco Castillo sería el nuevo presidente
Parte de estos movimientos en el CNU confirman el sometimiento aún más profundo del sistema universitario a una estructura de control partidario, con la inminente imposición de una figura obediente y servil al régimen. Todo apunta a que el presidente del CNU será Bosco Castillo, un exdirigente de la Juventud Sandinista que ha actuado históricamente como operador del orteguismo. Actualmente rector de la Universidad Nacional Agraria, Castillo no es reconocido por méritos académicos ni trayectoria profesional relevante, sino por su fidelidad incuestionable al aparato político de Daniel Ortega y Rosario Murillo. «Todo indica que él será el nuevo presidente del CNU. Esa es la línea que se está manejando internamente», agregó la fuente del CNU.
Afilaron su propio cuchillo: la reforma que eliminó la autonomía universitaria
Los despidos recientes no son decisiones aisladas ni improvisadas: forman parte de un proceso deliberado de concentración de poder ejecutado por la dictadura a través de reformas legales que desmantelaron por completo la autonomía universitaria en Nicaragua. En diciembre de 2023, la Asamblea Nacional controlada por el orteguismo aprobó reformas a la Ley Nº. 89, Ley de Autonomía de las Instituciones de Educación Superior, y a la Ley General de Educación (Ley Nº. 582), otorgándole al Consejo Nacional de Universidades —ya subordinado al régimen— la facultad de nombrar, remover y controlar a todas las autoridades académicas del país.

Desde entonces, todas las universidades pasaron a estar regidas por un Consejo de Dirección compuesto por el rector, el vicerrector y el secretario general, todos designados por el CNU. Las tradicionales decanaturas fueron abolidas y reemplazadas por direcciones por área de conocimiento, y el Ministerio de Hacienda asumió el control de la asignación presupuestaria del 6% constitucional. La elección de autoridades fue suprimida, y ahora todo queda bajo la línea directa del régimen.
La nueva arquitectura legal no solo eliminó cualquier rastro de participación universitaria democrática, sino que sometió a las universidades públicas a una lógica de obediencia y subordinación política. El control académico, administrativo y financiero quedó en manos de la dictadura. Los rectores y vicerrectores ya no representan a la comunidad universitaria, sino a una estructura impuesta «desde arriba», por decisión directa del presidente.
Ramona Rodríguez, en su condición de presidenta del CNU, fue una de las piezas clave en esta transformación autoritaria. Avaló y promovió las reformas que ahora han servido para removerla sin consulta, sin proceso y sin resistencia. Es, en efecto, víctima del mismo sistema que contribuyó a imponer.
Un favor que tarde o temprano había que ser, la destitución de Ramona y el esbirro Jaime López, y falta una barrida general, aunque parezca mal, la autonomía de las universidades solo trajo corrupcion sin precedentes, politización de las clases, la UNAM repartió notas a los estudiantes que iban a las marchas, sobre todo en la facultad de medicina. Desde tiempos inmemoriales la UNAM fue un nido de revolucionarios marxistas y vagos, de esa maldita universidad nacio toda la desgracia de la revolución. Ahora lonque falta es retaliacion contra estos funcionarios desfenestrados, el hecho de haber sido despedido no los absuelve de responsabilidad por crímenes de lesa humanidad.