El canal de YouTube de Multinoticias Canal 4, principal medio de propaganda del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, y por donde habla todos los días a través de una llamada telefónica la portavoz de la dictadura sandinista, ha desactivado los comentarios en sus transmisiones en vivo.
La medida, ejecutada desde este martes, 18 de marzo, claramente ordenada por la vicedictadora, busca frenar la ola de burlas, críticas e insultos que la audiencia deja en cada emisión. La dictadura, acostumbrada a controlar el discurso en medios oficiales, ahora intenta silenciar también el rechazo en plataformas digitales.
El cierre de comentarios coincide con una nueva ola de ataques verbales de Murillo. Desde finales de la semana pasada, la primera dama y vocera sandinista empezó a despotricar contra sus críticos e inició a acuñar el término «Abril, el mes más crudo de la siembra», al tiempo que atiza odio y amenazas directas contra todo el que se le rebeló en abril de 2018.
En su intervención de este martes, la vicetirana se refirió a los desterrados por su propio régimen, de quienes dijo que «andan errantes por el mundo porque eso es lo que merecen».
Su discurso, cargado de desprecio, deja claro que el destierro es una política de castigo deliberada. Pero también demuestra su incomodidad ante la respuesta popular, que suele convertir sus espacios de propaganda en foros de burla y rechazo.
Este bloqueo de comentarios confirma que el oficialismo no soporta la reacción de la audiencia. Prefieren censurar antes que enfrentar la realidad de la opinión pública.
El sandinismo siempre que ha estado en el poder ha demostrado una profunda alergia a la crítica, la burla y la sátira. Como parte de su política de represión contra la libertad de expresión, el régimen ha obligado al exilio a caricaturistas como Manuel Guillén, de La Prensa, y Pedro X. Molina, de Confidencial, quienes han sido perseguidos por su trabajo gráfico, incómodo para la dictadura. Sus ilustraciones, que denuncian la corrupción, el abuso de poder y la represión, los convirtieron en objetivos del aparato de censura estatal.
Pero la persecución no se ha limitado a los caricaturistas. Humoristas como Locuín, que durante años hicieron sátira política, también se han visto forzados al exilio. Otros, para poder seguir viviendo dentro del país, han tenido que abandonar su carrera humorística y refugiarse en el anonimato o el ostracismo. La dictadura, incapaz de tolerar el humor como una forma de resistencia, ha preferido borrar la sátira del panorama nacional antes que permitir que se convierta en una herramienta de denuncia y descontento popular.
Esta postura contrasta, sin embargo, con la tolerancia que el sandinismo mostró en otros momentos, cuando la sátira le resultaba conveniente. En la década de los noventa, por ejemplo, existieron grupos de humoristas que, desde el sandinismo, hacían sátira contra los políticos que en ese momento gobernaban y hasta contra el mismo Ortega. Un caso particular es el del programa La Cámara Matizona, dirigido por el orteguista Evertz Cárcamo, quien producía con un grupo de humoristas conocido como Políticos Regaetón. En esa época, el humor fue utilizado como un arma contra los adversarios del FSLN, pero una vez que el sandinismo regresó al poder, esa misma sátira se convirtió en una amenaza que había que eliminar.