Las expresiones de fe religiosa en Nicaragua, a juicio del abogado Gonzalo Carrión, del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, tienen graves limitaciones, impuestas por la dictadura Ortega-Murillo, no solo contra quienes profesan la fe católica sino evangélica.
«La dictadura ha hecho de todo para bloquear ese tipo de manifestaciones y en extremo severo para que se desarrollen abiertamente las procesiones, actos religiosos, misas, que esas están bajo vigilancia permanente, (…) para ver qué se dice en las homilías y oraciones, para apagar esas expresiones y actos de fe, pero esta no se apaga , en todo caso sus expresiones tienen graves limitaciones en la prohibición de facto de realizar libremente procesiones, peregrinaciones o cualquier acto de conmemoración», afirmó el abogado nicaragüense, exiliado también por la persecución orteguista.
El Colectivo de Derechos Humanos, en el boletín 4 sobre «Libertad de religión en Nicaragua», recogió las prohibiciones de fe religiosa que se han documentado en Nicaragua desde 2022, por orden del régimen orteguista.
Algunas de las prohibiciones mencionadas por los defensores fueron la celebración a la festividad de San Sebastián, en Diriamba, Carazo, en el que el régimen argumentó que se cancelaba para evitar «provocaciones» que afecten la paz y seguridad ciudadana, y que ha sido prohibida por tres años consecutivos; la restricción a la salida de la imagen de Santa María Magdalena, en enero de 2022, en Monimbó; y la cancelación de las procesiones de Semana Santa el año pasado, argumentando «razones de seguridad».
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Los defensores afirmaron, citando publicaciones de medios independientes, que en el país se prohibieron «al menos 3,176 procesiones en 397 parroquias» del país, resaltando que este tipo de medidas restrictivas han «golpeado fuertemente las manifestaciones públicas de fe católica, limitando la participación de la feligresía en actividades como el viacrucis del Viernes Santo».
Otras actividades que han sido reprimidas, pero de forma local, según el boletín del Colectivo, fueron las de Chinandega y Nandaime, donde el régimen orteguista prohibió las procesiones en honor a Santa Ana, en julio de 2023, y en Diriá, Granada, impidió, usando a la Policía, la distribución del tradicional “atol de ánimas”, una bebida vinculada a las tradiciones católicas, imponiendo que solo simpatizantes de la dictadura pudieran repartir y tomar el control de dicha actividad.
Feligresía nicaragüense defiende su fe bajo dictadura
En lo que va de este año, asegura el Colectivo, las restricciones han continuado. Menciona el caso de Carazo, donde se prohibió la procesión en honor a María Reina de la Paz. Ahí, la Policía solo permitió que la imagen fuera trasladada en una camioneta, sin la participación de feligreses.
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El Colectivo denunció que las medidas represivas del régimen orteguista parecen más estar dirigidas a reprimir a la Iglesia Católica, aunque también han restringido a la Iglesia Evangélica, incluso con masivas cancelaciones de sus organizaciones sin fines de lucro.
El abogado Carrión afirmó que la «fe es igual que la dignidad, el sentido de pertenencia, la conciencia y la fe misma es como algo inherente a la persona y lo que puede en todo caso sufrirse, es lo que está pasando en Nicaragua. El régimen pretende bloquear todo acto, expresión o manifestación que incluye la fe, pero la fe misma en todas las personas de cualquier expresión religiosa, ya sea católica, evangélica, cualquier forma de sentimiento y convicción religiosa propia de las familias, el problema es el impedimento para practicarla».
Rescató que pese a todas estas restricciones, aún dentro de los mismos templos, «los nicaragüenses tienen su manera de vivir y realizar su fe aunque sea con esas limitaciones. Libertad restringida, limitada y hasta oprimida, pero, reitero, nuestro pueblo es sabio y ya ha manifestado un gran acto de expresión de querer vivir en libertad y lo está haciendo pra expresar su fe religiosa en medio de la dictadura», concluyó el defensor.