Tras la victoria en las presidenciales de Panamá del centroderechista José Raúl Mulino, del partido Realizando Metas, del convicto exmandatario Ricardo Martinelli, salta la interrogante de qué pasará ahora con el protegido de Daniel Ortega. Un analista consultado por Artículo 66 considera que el caudillo sandinista se llevará una decepción, pues Mulino difícilmente se convertirá en su aliado incondicional para pagarle el favor hecho a Martinelli.
El cinco de mayo, José Raúl Mulino, quien fue postulado inicialmente como candidato a la vicepresidencia con Martinelli, logró alzarse con la presidencia del país canalero con más de 34% de los votos a su favor, según el conteo divulgado por las autoridades electorales panameñas. El nuevo mandatario se ha declarado un político de «centroderecha» y en su país es visto como un hombre de «mano dura», capaz de usar la fuerza para aplacar protestas.
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El nuevo presidente, quien asumirá las riendas de Panamá tras su juramentación el próximo primero de julio, tiene una dificultad que podría restarle independencia a la hora de gobernar: el favor que ahora le debe su líder político Martinelli al dictador nicaragüense Daniel Ortega.
Un analista y conocedor de temas diplomáticos, que pidió mantener en reserva su identidad, explicó que, en principio, cuando Mulino asuma la presidencia se superará la crisis provocada por el «asilo» en la embajada Nicaragüense, la tensión diplomática entre ambos gobiernos desaparecerá y los dos gobiernos buscarán la mejor forma para la salida de Martinelli de la embajada.
Otra solución que podrían buscar es que Mulino autorice la salida de Martinelli hacia Nicaragua, bajo la promesa de su pronto retorno, «aunque podría ser útil para Mulino que Martinelli permaneciera el mayor tiempo posible en Managua, para poder gobernar sin interferencias, organizando su gobierno a sus anchas», analiza el experto.
En el marco del Día de las Madres, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo liberará a 1,500 presos comunes para que pasen esa fecha en sus hogares. Sin embargo, la administración sandinista aún mantiene a más de 130 reos políticos detenidos en las cárceles del país, tres de ellos se encuentran bajo desaparición forzada, sin que sus familiares conozcan su paradero y estado de salud.
Por medio de su discurso vespertino transmitido en los medios de comunicación oficialistas, la vicedictadora Murillo anunció que el próximo 29 de mayo «se estará realizando el acto de beneficios legales de convivencia familiar, saludando el Día de las Madres, a 1,500 personas».
De la cifra total de prisioneros que serán liberados, 1,392 son hombres y 108 mujeres. Todos ellos han estado encarcelados en los diferentes centros penitenciarios de Nicaragua.
El 30 de mayo es una fecha grabada en la memoria de los nicaragüenses como el día de la masacre perpetrada por la Policía orteguista y grupos paramilitares, quienes dispararon contra una multitudinaria manifestación que partió desde la rotonda Jean Paul Genie y se dirigía hacia la confiscada Universidad Centroamericana (UCA). La movilización fue liderada por madres que ya habían perdido a sus hijos entre el 19 de abril y finales de mayo de 2018.
El obispo nicaragüense Silvio José Báez, exiliado desde hace cinco años, y el sacerdote, también de origen nicaragüense, Marcos Somarriba, párroco de la Iglesia Santa Agatha, de Miami, EE.UU., coincidieron este fin de semana en señalar que, dictadores como Ortega y Murillo «no conocen a Dios» y que «son ateos» por provocar opresión, encarcelamiento, destierro y asesinatos contra el pueblo.
A través de su cuenta personal de X, el obispo auxiliar de Managua en el exilio, monseñor Báez, al recordar el evangelio del día predicó que «llegará la hora en que todo el que os mate, piense que da culto a Dios. (Jn 16,2)», haciendo clara alusión a los dictadores de Nicaragua que constantemente se dicen cristianos, pero viven en una guerra frontal contra la Iglesia.
Monseñor Báez agregó que «quienes oprimen, encarcelan, exilian o matan, asegurando que Dios está de su parte, son ateos. La ceguera ideológica y la ambición de dinero y de poder son sus verdaderos dioses».
Por su parte, el padre Somarriba, párroco de la iglesia Santa Ágatha, en Miami, dedicó su homilía del pasado domingo, cinco de abril, a hablar del amor entre humanos y pidió a la feligresía seguir con fe el mandamiento de Jesús: «Ámense unos a otros».
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Asimismo, criticó con dureza a los políticos que se imponen en el poder mediante la fuerza o el fraude.
«Existen personas, hombres y mujeres, que hemos visto y seguimos viendo, que porque tienen poder o se sienten arriba o tienen la capacidad con el dinero, atrasan y destruyen todo futuro y toda prosperidad de pueblos enteros, no han aceptado el amor de Dios que obliga a dar frutos buenos», predicó el religioso.