La vicedictadora y portavoz de la dictadura orteguista, Rosario Murillo, presentó una extensa y detallada lista sobre los «infundios y destrozos» que causaron los manifestantes opositores durante las protestas cívicas del 2018. De acuerdo con los datos presentados por la primera dama, el costo total de las pérdidas que afectó a la economía nacional es de 22,362.7 millones de dólares.
Tras insultar y brindar su conocido discurso de odio contra sus críticos en los medios de comunicación oficialistas, Murillo dio lectura a un informe realizado por el Ministerio de Hacienda y Crédito Público donde recopila «lo que destruyeron en esos días, semanas y meses oscuros los golpistas sanguinarios».
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La vicedictadora señaló que «los tranques de la muerte» causaron «violaciones al derecho de la libre circulación», el fallecimiento de 198 simpatizantes sandinistas, de los cuales 22 eran miembros de la Policía Nacional y 1,240 heridos con armas de fuego. Sin embargo, hasta la fecha el gobierno orteguista sigue sin reconocer el asesinato de más de 350 nicaragüenses, cifra que ha sido verificada por organismos internacionales de derechos humanos.
En cuanto a perdidas materiales, Murillo mencionó que las «acciones terroristas» de la oposición destruyeron el patrimonio de 18 instituciones gubernamentales, tres universidades y alcaldías municipales.
El grupo de países conocido como G7, que reúne a siete de las potencias económicas y políticas más grandes del mundo, hizo un llamado claro y directo a la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo para que cese la «represión generalizada» en el país, que ponga fin a las violaciones de derechos humanos y libere de inmediato y sin condiciones a los presos políticos.
Los ministros de Relaciones Exteriores del G7, donde se encuentran Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos, junto con el alto representante de la Unión Europea (UE), emitieron, este viernes, 19 de abril, una declaración conjunta que reafirma el compromiso de esas potencias mundiales con la defensa del estado de derecho, los principios humanitarios y el derecho internacional, incluida la Carta de las Naciones Unidas.
«Hacemos un llamado al gobierno de Nicaragua para que ponga fin a sus violaciones de derechos humanos, así como a la represión generalizada y las violaciones y abusos contra la sociedad civil, los pueblos indígenas, los académicos, los estudiantes, la prensa independiente y los actores políticos y religiosos», dice el pronunciamiento del G7.
En el documento, que analiza la situación mundial, en medio de la crisis políticas y económicas, y dedica un apartado a la crisis de Nicaragua, las potencias económicas instan al régimen Ortega-Murillo a que libere «inmediata e incondicionalmente» a todos los presos políticos y cumplan con sus obligaciones internacionales.
La oposición nicaragüense dentro y fuera del país, así como organizaciones defensoras de derechos humanos nacionales e internacionales, conmemoran el sexto aniversario de la rebelión cívica de abril de 2018, que puso en jaque a la dictadura Ortega-Murillo, lanzando la consigna de ¡abril no se olvida! pese a los intentos del régimen de opacar la conmemoración. A la vez Denuncian que en Nicaragua la represión sigue escalando con los mismos criminales al mando, Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Asimismo, advierten que, el recuerdo del inicio de la gran rebelión cívica en Nicaragua, atormenta a los dictadores, tal como lo ha dejado ver la propia Rosario Murillo en sus discursos de odio de los últimos días, porque el levantamiento popular iniciado el 18 de abril de 2018, significa «el comienzo del fin de la dictadura», según señala el exembajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos (OEA) Arturo McFields.
La doctora Anely Pérez, exprisionera política y desterrada por la dictadura, a través de sus redes sociales le advirtió al régimen que, a partir de abril de 2018 el pueblo de Nicaragua tomó la firme determinación de ser libres, y «esa determinación sólo está callada», pero latente en el corazón de cada ciudadano.
En el marco de la conmemoración del sexto aniversario de la rebelión de abril de 2018, la vicedictadora y portavoz del régimen orteguista, Rosario Murillo, pronunció un extenso discurso de odio contra los opositores nicaragüenses, donde los llamó «sembradores de perfidia, muerte, dolor y cizaña» y admitió que debía «dormir con los abiertos» para «protegerse» de ellos.
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El presidente de la Unión Democrática Renovadora (Unamos), Luis Blandón, dijo a Artículo 66 que las declaraciones de Murillo son «productos del trauma que le generan estas fechas, pues no ha logrado quitar el espíritu combativo en los nicaragüenses. Al contrario, la ciudadanía continúa en resistencia tanto dentro como fuera del país».
El activista político señaló que las expresiones denigrantes de Murillo contra su críticos se deben a que «aún con toda su campaña publicitaria, no ha logrado quitar la esperanza que cada nicaragüense tiene para construir un país basado en la justicia». «Abril vive y sigue resistiendo en cada nicaragüense, que salió a las calles a manifestarse de manera pacífica», agregó.
Además, Blandón opinó que la primera dama «no termina de aceptar» que el levantamiento cívico y las protestas fueron «de manera autoconvocada» y gracias a la «espontaneidad del pueblo que quiere vivir en paz, en libertad y en democracia».
«Ella no duerme bien al saber que los quieren fuera del poder, por eso es que no ha permitido elecciones libres, justas y competitiva. Rosario seguirá durmiendo mal mientras siga una resistencia para ver un país libre», comentó el opositor.