Don Nicolás Palacios, un jubilado de 64 años, participaba en una marcha en León, contra las reformas al Inss, un fanático sandinista lo agredió y lo lanzó contra el suelo. Las imágenes de la salvaje agresión le dieron la vuelta al país en redes sociales. El pueblo entero condenó el ataque y, la rebelión de abril había comenzado. Ese 18 de abril ya nunca sería olvidado.
El 18 de abril de 2018, hace seis años, estalló la más activa y frontal protesta cívica contra un gobierno, de la que se tenga registro en Nicaragua. Una protesta de los ancianos nicaragüenses demandando una pensión justa y oponiéndose a las reformas a la Ley del Seguro Social, que fue reprimida por fanáticos sandinistas, terminó en la más grande rebelión de todo un pueblo que salió a las calles a exigir el fin de la dictadura Ortega-Murillo.
Los medios de comunicación nacionales y extranjeros fueron testigos de la chispa que encendió la llama rebelde de los nicaragüenses. Aquel miércoles, 18 de abril de 2018, don Nicolás Palacios Ortiz, un jubilado, habitante de la ciudad de León, salió de su casa para participar en una marcha pacífica de ancianos que se oponían a las reformas a la Ley del Instituto Nicaragüense del Seguro Social (INSS), ordenadas por Daniel Ortega mediante la cual los veteranos verían afectadas sus escuálidas pensiones de retiro.
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Lo que no podía esperar don Nicolás es que la marcha que comenzó pacífica, sería el detonante de la más grande protesta que se haya registrado en Nicaragua, que duró activa, en las calles por varios meses y que la dictadura sólo logró aplacar a sangre y fuego, cometiendo más de 350 asesinatos, según los datos recabados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), miles de heridos y provocando el éxodo de nicaragüenses más grande conocido en la historia del país, .
El empujón a un anciano que provocó el apoyo de todo el pueblo
Don Nicolás, de 64 años en ese entonces, se fue a la marcha en su ciudad, León, y caminaba lento, alzando su pancarta hecha de cartulina blanca. Aproximadamente a las once y media de la mañana, un grupo de fanáticos sandinistas se mezcló entre los jubilados y dos sujetos cogieron al anciano por los hombros y el cuello y lo lanzaron con gran violencia contra el asfalto. Don Nicolás cayó, sufriendo un fuerte golpe al ser estrellado contra el piso.
Pobladores presentes en el lugar, que no tenían nada que ver con la protesta, saltaron en defensa de los ancianos, pero los agresores huyeron. La imagen de don Nicolás siendo lanzado al suelo, agredido por los fanáticos sandinistas, inmediatamente le dio la vuelta al país y fue objeto de atención en otros países del mundo. Nadie imaginaba que aquel episodio violento de las hordas sandinistas encendería la enorme rebelión que ha terminado en una interminable tragedia que hoy cumple seis años.
A partir de ese momento, se fueron sumando más y más nicaragüenses a las protestas en diferentes lugares del país y a su vez la dictadura fue aumentando la ferocidad de sus ataques, y los niveles de violencia hasta que hizo correr la sangre de inocentes.
A las 10 de la mañana de ese mismo día, en Managua, un grupo de activistas proderechos humanos y políticos se reunió para manifestarse por la misma causa frente a un edificio de apartamentos contiguo al Hospital Monte España que, según denunciaron, había sido construido con dinero proveniente del Seguro Social.
Azahálea Solís, dirigente del Movimiento Autónomo de Mujeres (MAM) organización ahora ilegalizada por el régimen, en declaraciones para un trabajo especial de Artículo 66 hace 3 años, al recordar los acontecimientos contó que, ese día habían acordado reunirse previamente un grupo de activistas políticos y de derechos humanos para realizar un acto de protesta contra el decreto de reformas al INSS.
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En ese grupo estaban Suyen Barahona, Violeta Granera, Andrea Margarita del Carmen Ibarra, Silvia Salmerón, José Pallais, Eliseo Núñez, Moisés Hassan, Hugo Torres (QDEP) y Víctor Hugo Tinoco.
La tónica fue igual que en León, el plantón era pacifico, pero los dictadores ya habían ordenado la violencia. «Recién pasadas las 11:00 de la mañana aparecieron los pandilleros del sandinismo y nos agredieron verbalmente y en actitud amenazante también agredieron a los periodistas, entre ellos a Álvaro Navarro (director de Artículo 66)», recordó Solís.
La activista, ahora en el exilio, relató que, hasta momentos después de haber sido reprimidos en Managua, se enteraron que en León ya habían empezado los ataques a las protestas. «Lo que no podíamos imaginar ese 18 de abril, es que a partir de ese día sería todo el país encima de la dictadura», rememoró Solís.
Efectivamente, las turbas integradas por fanáticos de la Juventud Sandinista (JS), convertidas en fuerzas de choque de la dictadura, ya no podían controlar los protestantes. Decenas de miles de nicaragüenses salieron a las calles. Lo que siguió después fue más expresiones de protestas, muestras de valentía por parte del pueblo y más represión, muestras de miedo y cobardía de parte del régimen que ordenó a sus fuerzas represivas disparar a matar contra los manifestantes desarmados.
Solís valora que, después de la agresión contra los jubilados en León y la suma masiva de personas en apoyo, los dictadores se dieron cuenta que ya no iban a poder desmontar las protestas y optaron por contestar con «una masacre».
A las cinco de la tarde, de ese 18 de abril, ya era una protesta autoconvocada en Camino de Oriente. Ahí empezó la agresión física directa por los motorizados, y los JS escoltados por la Policía.
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Cuando centenares de manifestantes se concentraban en el sector de la carretera a Masaya, en el área de Camino de Oriente, aproximadamente a las 5:15 de la tarde, llegó la primera ola de motorizados y militantes de la JS. Los policías en vez de resguardar a los protestantes que estaban desarmados, apoyó a los fanáticos sandinistas que iban armados con palos y tubos.
Inmediatamente empezaron a golpear a todos los protestantes, incluyendo a los periodistas. Otra actividad espontánea que se organizó en la Universidad Centroamericana (UCA), donde los estudiantes protestaron en apoyo a los asegurados, también fue agredida.
La dictadura Ortega-Murillo al verse perdida ordenó el «vamos con todo», que se le atribuye a la vicedictadora Rosario Murilo, y la sangre corrió en Nicaragua por manos de Ortega y Murillo.
Dictadores han demostrado desprecio por los ancianos
Antes de la agresión a los ancianos pensionados de León, los dictadores ya habían dado muestras de un total desprecio a los jubilados nicaragüenses cuando ordenaron el asalto contra los ancianos que acampaban como protesta frente a las oficinas del Inss, exigiendo una pensión reducida para los retirados que no lograran el total de cotizaciones.
A las cuatro de la madrugada del sábado 22 de junio de 2013, mientras los protestantes descansaban y otros trataban de montar vigilancia en el lugar, una caravana de cinco camiones de la Alcaldía de Managua llegaron al lugar cargados de fanáticos de la JS, armados con palos, piedras y tubos.
Agredieron a los protestantes sin piedad, los golpearon, los desnudaron, les robaron sus pertenencias. A algunos incluso los secuestraron por varias horas. Se robaron varios vehículos y motos.
Los JS, bajo las órdenes del secretario general de la comuna capitalina y fiel servidor de los dictadores, Fidel Moreno, actuaron como banda de ladrones.
Hasta hoy, ese asalto y las lesiones provocadas a los ancianos siguen impunes, al igual que siguen sin castigo todas las violaciones a los derechos humanos, consideradas crímenes de lesa humanidad cometidas por la dictadura Ortega-Murillo, que lleva 17 años en el poder a base de procesos electorales fraudulento y represión.