Para el economista Enrique Sáenz, reconocido crítico del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, «abril sigue siendo una pesadilla» para la pareja dictatorial.
El opositor considera que la dictadura sandinista ha intentado «inútilmente» y «de todas las formas posibles» borrar la lucha cívica del 2018 de la memoria del país. La represión policial y parapolicial que sucedió durante las protestas cívicas de esas fechas dejó como resultado 355 personas asesinadas, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
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Sáenz, incluido en la lista de 316 desnacionalizados, señaló que Ortega y Murillo han fracasado al creer que el aumento en los niveles de represión han resuelto la crisis que vive el país desde hace seis años.
«Ni la violencia policial, ni las muertes, ni las torturas, ni los destierros, ni la desnacionalización les ha servido. La crisis persiste y seguirá ahí», afirma el economista. Sáenz asegura que el único crédito contable para Ortega y Murillo, hasta ahora, es que han logrado contener el rechazo de la mayoría de la población contra su gobierno, pero «no la borran, la crisis se mantiene».
«Las principales evidencias de la persistencia de la crisis política y de la incapacidad de la dictadura para resolverla es que, después de seis años, abril sigue siendo una pesadilla para ellos», reiteró.
Sáenz agrega que desde el estallido de la crisis sociopolítica, el régimen ha agudizado la persecución a la Iglesia católica nicaragüense, con el encarcelamiento y destierro de obispos, sacerdotes, diáconos y seminaristas.
Seis años en soledad
«En el plano internacional, en lugar de ganar credibilidad y que las protestas hayan sido olvidadas, la evidencia nos muestra que los focos siguen puestos en la dictadura de Daniel Ortega, que, a estas alturas del partido, seguramente es uno de los gobiernos más desacreditados del mundo», señaló Sáenz.
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En cuanto al plano económico y social, el opositor expuso que el régimen tampoco «ha podido resolver los problemas económicos tampoco» con los que batallan miles de hogares nicaragüenses, como consecuencia de una falta de respuesta efectiva para resolver la crisis política del país.
«La carestía de la vida, los desempleos y los bajos salarios, son problemas que se han agudizado en el país y que el régimen no puede ni podrá resolver mientras no haya una solución a la crisis política que inició hace seis años y que sigue vigente», sostuvo el economista.