En este Domingo de Resurrección, el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, monseñor Silvio José Báez, recordó al pueblo nicaragüense que «aún las piedras más pesadas que sepultan la esperanza pueden ser removidas por Dios».
Mediante su cuenta oficial de la red social X, el jerarca nicaragüense compartió un fragmento del libro de San Juan, capítulo 20, versículo 1. El pasaje bíblico describe el momento en que María Magdalena, una seguidora de Jesús, se dirige al sepulcro del Mesías al amanecer del primer día de la semana, después del Sábado Santo.
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Al llegar ahí, María Magdalena encuentra apartada la piedra que sellaba la tumba y corre a informar a Simón Pedro y a otro discípulo, a quien Jesús amaba, sobre lo ocurrido. Este suceso marca el comienzo de la revelación de la resurrección de Jesús y el cumplimiento de sus profecías.
A partir del relato, el obispo Báez reflexionó que en «la mañana de pascua aprendemos que aún las piedras más pesadas que sepultan la esperanza y ahogan la alegría, pueden ser removidas por Dios».
Ataques a la Iglesia católica
Desde el extranjero, monseñor Báez mantiene su denuncia y crítica contra la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo en sus redes sociales. Poco después de exiliarse en abril de 2019, el jerarca comenzó a celebrar sus misas en la iglesia de Santa Agatha, en Miami, Florida, Estados Unidos.
En 2019, el líder religioso salió de Nicaragua por recomendación del papa Francisco. El obispo denunció que existía un plan de parte del régimen de Daniel Ortega para asesinarlo, drones lo vigilaban en su residencia y fue golpeado y herido en la Basílica de San Sebastián en Diriamba, departamento de Carazo.
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Desde el inicio de la crisis sociopolítica que arrastra el país, el régimen orteguista ha desterrado, expulsado, e impedido el ingreso de 170 religiosos y 76 monjas de la Iglesia católica en territorio nicaragüense. Por medio de persecución, acusaciones y encarcelamiento, la dictadura sandinista arremetió contra el clero religioso debido a su apoyo a los protestantes de aquel abril de 2018.
Unos 50 religiosos, entre ellos dos obispos, seminaristas y sacerdotes; han sido desterrados por la dictadura de los Ortega-Murillo. El régimen los ha enviado a Estados Unidos y El Vaticano. A la mitad les ha arrebatado la nacionalidad y ordenó la confiscación de sus bienes.