La violencia física, sexual y psicológica es parte de las consecuencias más duras que deben enfrentar las mujeres migrantes de la región centroamericana y por desgracia, la gran mayoría de casos no son denunciados, lo que pone a las migrantes en una difícil situación, advirtió el pasado fin de semana el Banco Mundial (BM).
En el contexto de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el BM presentó una serie de diálogos sobre violencia de género en contextos migratorios en Centroamérica, y destaca una exposición de Ana I. Aguilera, especialista en Desarrollo Social de la institución bancaria internacional, quien comparte que, las mujeres migrantes pasan por un «duro y largo proceso a través de los países de Centroamérica», en el cual al menos el 40% de ellas «han sido testigo de violencia física, sexual y psicológica».
Para la especialista del BM las mujeres que migran desde y a través de Centroamérica «han sido testigos en esa ruta migratoria de algún tipo de violencia. A pesar de esto, sólo el 10% terminan en denuncia y eso tiene unas consecuencias muy importantes tanto para las mujeres migrantes como para sus hijos, sus familias, como también para las comunidades o los países que las acogen».
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Al ser víctimas de violencia y sumarle la no denuncia, pone a las mujeres en una situación de mayor dificultad, porque, entres otras cosas, «logran conseguir un empleo, pero a veces no pueden retener ese empleo porque tienen traumas y consecuencias que pueden ser médicas y psicológicas», explicó Aguilera. Y eso afecta a las mujeres migrantes, se extiende a las familias y luego en las sociedades.
La experta recalcó que las mujeres migrantes o mujeres en tránsito son «muy vulnerables» sin embargo, aún en condición de refugiadas y cargando con sus traumas, sí logran hacer una «contribución económica, social y cultural a las economías, a las comunidades de destino», y agrega que esa contribución «supera los costos».
«Estas mujeres que migran son emprendedoras, que están tomando las vidas por sus manos y que quieren efectivamente hacer una contribución», señaló Aguilera.
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La funcionaria del BM advirtió que, pese a esa gran contribución de las mujeres migrantes y de toda la migración en general, que es constatada en estudios realizados por organismos internacionales, aún deben enfrentar un «discurso generalmente polémico» y «barreras sociales, políticas. Y es importante también informar sobre estos beneficios, que son económicos, pero también son culturales».
Un ejemplo de ese «discurso polémico» y barreras políticas y sociales es el que viven los migrantes económicos y políticos nicaragüenses y de otros países en Costa Rica, donde el Gobierno de ese país ha tratado de hacer ver a los migrantes como una carga económica sin tomar en cuenta las contribuciones de esos migrantes trabajadores.
Una reciente encuesta de Barómetro de las Américas revela que, «el caso más llamativo de los seis países (de Centroamérica) es Nicaragua, donde más de la mitad de todos los individuos de este país tienen intenciones de emigrar y casi uno de cada cuatro nicaragüenses está en la categoría de alta preparación.