El campus de la Universidad Nacional «Casimiro Sotelo Montenegro» (UNCSM), construido en las instalaciones de la confiscada y extinta Universidad Centroamericana (UCA), en Managua, intenta ser el nuevo bastión del adoctrinamiento del partido Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
Todos los días, altavoces estratégicamente ubicados en el campus difunden a todo volumen propaganda sandinista. Las canciones y anuncios, cargados de consignas políticas, buscan moldear la mente de los jóvenes estudiantes bajo el pretexto de promover el «trabajo y la paz», camuflando una agenda autoritaria más amplia. Porque el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo considera que tener a la comunidad docente alabando al Estado «no es suficiente».
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El lunes 15 de enero de 2024, la UNCSM abrió sus puertas a su primer ciclo académico, marcado por la sombra del adoctrinamiento del nuevo sandinismo. Los padres y madres de familia, la comunidad estudiantil y la ciudadanía en general, fueron testigos de un campus que ha experimentado transformaciones drásticas en los últimos meses.
Bajo el control del régimen sandinista se han impuesto restricciones en las instalaciones, desde la censura y el control de acceso al lugar, hasta la eliminación de herramientas en línea esenciales para la gestión académica. La bandera sandinista ondea en la entrada principal y los guardias uniformados vigilan todo el tiempo las entradas y salidas del recinto académico.
¿Queda algo de la UCA?
La nueva administración estatal trajo consigo un cambio radical en el cuerpo docente. Los profesores de antaño fueron reemplazados por individuos portadores de «la camisa del régimen» y «el carnet del partido».
Aunque los maestros aseguran guiar a los estudiantes con entusiasmo, la falta de un historial académico accesible y la «ineficiencia» de la nueva comunidad docente genera incertidumbre sobre la calidad educativa que se imparte en los salones de clases. En las últimas semanas, hubo charlas llamadas «magistrales» sobre el sandinismo y el orteguismo, ordenadas por el rector impuesto por la dictadura, Alejandro Genet.
El panorama dentro del campus se torna más desconcertante a medida que los nuevos estudiantes intentan «adaptarse». Los parlantes distribuidos bombardean a la comunidad con propaganda del régimen. «Lo que queremos es amor y paz», repiten una y otra vez.
A su vez, la ausencia de una plataforma digital funcional se hace evidente, ya que la nueva administración deshabilitó completamente el Entorno Virtual de Aprendizaje (EVA), una de las herramientas virtuales utilizadas por la UCA, dejando a los alumnos sin la posibilidad de gestionar eficientemente su vida académica. «Todo se hace en ventanilla», dice una estudiante de 19 años.
Ella comienza su vida universitaria, pero admite que lo hace con «incertidumbre». «No entendía esa palabra hasta que comencé a hacerme preguntas el primer día de clases. No sé si seguir, porque hay demasiada política en el ambiente», comenta.
La deserción en el recinto educativo es innegable y queda evidenciada por la desolación en áreas que antes «vibraban» con actividades, docentes, estudiantes y el público en general. A pesar de iniciar con una matrícula de 4,664 alumnos, solo 1,669 son de reingreso, provenientes de la UCA. La nueva universidad estatal también enfrenta su apertura con menos del 50% del personal docente que tenía la UCA, lo que genera preocupaciones sobre la calidad educativa y el impacto de la toma gubernamental.
Desorganizada y saturada de política
Eduardo es un estudiante a punto de culminar su carrera. Describe su primera semana en la Universidad Casimiro Sotelo como «desorganizada y deshumanizante». La falta de claridad en los horarios y la desorganización en las clases marcan su experiencia y demuestran la ineficiencia de la nueva administración.
«Los de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN) están bien instalados y quieren, según dicen, poner en práctica programas y becas. Pintan bien las cosas para que durante la próxima matrícula la gente se interese. ‘Esto es una joya para la educación’, vino a decir Douglas Lara Bustamante, el presidente de la organización, pero son palabras huecas», asegura el universitario.
Cuando Eduardo llegó al campus, el primer día de clase, se encontró con un cambio inesperado en su horario, así como también en los lugares claves de la universidad como los cafetines, las aulas y lo más importante, en la identidad estudiantil. «Yo era UCA, ahora no sé ni que es uno aquí», señala.
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Belkis es una estudiante de último año de Derecho. Ella, por su lado, agrega que la nueva coordinación de su carrera y sus profesores «ni siquiera son profesionales en esa área». La improvisación, la falta de conocimiento sobre los procedimientos académicos específicos de cada licenciatura y la puesta en práctica de un nuevo pénsum para cada facultad generan, para ella, «dudas razonables» sobre cómo terminará sus estudios.
La transformación forzada de la UCA en la UNCSM no solo ha afectado la infraestructura y el acceso, sino que también ha introducido un sesgo ideológico en las aulas. Los profesores, en lugar de centrarse en la educación, inician sus cátedras con la historia del héroe sandinista Casimiro Sotelo y cómo contribuyó a la revolución de 1979, triunfo que el hombre no vivió porque, según viejos militantes de aquella guerrilla, Daniel Ortega dio la ubicación de donde se escondía para salvar su vida en prisión, donde estuvo 7 años.
Desahogo «en voz baja»
Para este reporte, varios estudiantes contaron cómo fueron los primeros días en esa universidad. «La Casimiro Sotelo no es la UCA que conocía. La presión ideológica en las clases, o hasta en el parqueo, se siente, y me hace dudar de cada palabra que digo, porque hay oídos que te escuchan en todos lados», dice un estudiante que decidió continuar sus estudios en el recinto universitario estatal.
«Decidí quedarme por razones personales, pero la desorganización y la falta de profesionalismo de los nuevos profesores me hacen dudar de mi elección. Extraño la UCA», señala otro.
A Ana le llama la atención ver al rector de la UNCSM con sus intentos de ser «popular» entre el alumnado. «Suele pasear por los pasillos con una gorra negra que dice FSLN. Quieren ‘revolucionar la conciencia’. Olvidan que la UCA te preparaba para la conciencia crítica, sin militancia, ni mesianismos de ningún personaje», explica la universitaria.
La Universidad Casimiro Sotelo Montenegro es una de las 45 entidades que conforman el sistema de educación superior y que es legalmente establecida y aprobada por el Consejo Nacional de Universidades (CNU), que controla el régimen de Ortega.
En ese sentido, Elthon Rivera, director de la juvenil Iniciativa Puentes por los Estudiantes de Nicaragua (IPEN), señaló que «la autonomía universitaria en Nicaragua la componían cuatro ejes fundamentales: la autonomía orgánica, autonomía financiera, autonomía administrativa y autonomía académica. Estos componentes quedaron completamente destruidos».
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«Las universidades ahora son centros de propaganda política, constante y permanente, en el que es imposible opinar de una forma distinta. Se han convertido en instituciones de adoctrinamiento o al menos lo intentan, porque es un modelo destinado a fracasar», denunció.
La transformación forzada de la UCA en la «Casimiro Sotelo» es un «trágico» episodio para la juventud del país. La imposición de una narrativa política única en detrimento de la diversidad de pensamiento y la calidad educativa socava los principios fundamentales de la educación superior.