El régimen de Nicaragua envió, en calidad de desterrados a Roma, a dos obispos y 17 sacerdotes, a quienes tuvo encarcelados hasta el 14 de enero de 2024. Entre estos líderes católicos, expulsado al Vaticano, se encuentran los obispos Rolando Álvarez e Isidoro Mora.
Para la oposición del país, el destierro de los jerarcas fue una reacción mixta. Por un lado, todos expresaron su alivio y felicidad por la liberación de sus sacerdotes; por otro, reiteraron su miedo a la normalización del destierro, el cual es una violación a los derechos humanos.
El activista político y economista Juan Sebastián Chamorro mencionó que «si bien es una alegría volver a ver en libertad a monseñor Rolando Álvarez y a todos los sacerdotes encarcelados, es imposible no preocuparse por la persecución de la Iglesia católica, la cual es la razón por la que ocurrió este destierro». «Ellos no cometieron ningún delito y no hay justificación para su expulsión», añadió.
En la misma línea, el Proceso de Concertación Democrática Monteverde compartió un comunicado en el cual expuso su alivio y esperanza por la liberación de los sacerdotes. Sin embargo, la organización consideró que «este alivio se ve empañado por el destierro forzado con el cual salieron los padres, es un crimen que constituye otra violación a los derechos humanos y su constante represión en Nicaragua».
Para el organismo, este exilio constituye un «ataque a la libertad de culto y expresión en Nicaragua, lo que es una violación a los derechos esenciales». Al hablar de los derechos humanos, Monteverde recordó que «los organismos independientes no deben de olvidar a los más de 100 reos políticos en el país y, sobre todo, deben pedir su liberación y su derecho de permanecer en su patria». «El exilio no es una solución justa; solo es una extensión de la injusticia», recalcó.
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Por otro lado, un grupo de organizaciones que incluye a la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia y la Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN), comentaron que «el régimen de Ortega y Murillo continúa con su plan totalitario para desarticular a la Iglesia católica, plan que ha desterrado a 36 sacerdotes, ha expulsado a decenas de religiosos y ha impedido la entrada de otros miembros de religiones al país». Para estos organismos, la razón por la que el régimen excarceló a los sacerdotes fue «la presión de la Iglesia católica universal como la del pueblo nicaragüense».
El grupo consideró que «la dictadura reconoció que la permanencia de los sacerdotes en las cárceles aumentaba el repudio nacional e internacional que sufría». A su vez, explicó que «la familia dictatorial identificó que esta situación de presión internacional es riesgosa, porque podría provocar un mayor deterioro, erosión y hasta una implosión de su intento de dinastía, por lo que liberaron a los sacerdotes para limpiarse las manos».
La defensora de derechos humanos Haydée Castillo calificó la liberación de los obispos como «un triunfo de nuestro pueblo en resistencia y una derrota para la dictadura orteguista, la cual ya no puede sostener sus mentiras». Consideró que «ahora nuestras voces estarán más vigorosas junto a monseñor Álvarez y a todos los desterrados, por lo que vamos a tener más fuerza para luchar por el resto de presos políticos que aún quedan en las cárceles orteguistas».
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Castillo declaró que «pedimos a la comunidad internacional y al pueblo nicaragüense no naturalizar el destierro, debido a que, bajo la Constitución de la República, todos los nicaragüenses tienen el derecho de permanecer en su territorio y mantener su nacionalidad y libertad».
Por último, la Plataforma de Unidad por la Democracia (PUDE) expresó su rechazo por el destierro de los dos seminaristas y 17 sacerdotes de la Iglesia católica. Su vocero, Enrique Martínez, destacó el papel de monseñor Rolando Álvarez, quien fue «un faro de resistencia, valentía y esperanza que inspiró al pueblo nicaragüense».
A su vez, PUDE agradeció la gestión diplomática de la Ciudad del Vaticano enfocada en salvaguardar la integridad humana de sus sacerdotes, como también mencionó la participación de la comunidad internacional en este proceso». «Pude mantiene su compromiso con el pueblo nicaragüense de encontrar una solución a la crisis y volver a la libertad plena y, estamos seguros, que la lucha por la libertad de los otros 100 reos políticos seguirá viva».
El avión del destierro
La dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo liberó, bajo condición de destierro, a los obispos monseñor Rolando Álvarez, de la Diócesis de Matagalpa; a monseñor Isidoro Mora, de la Diócesis de Siuna; a 15 sacerdotes y a dos seminaristas, para un total de 19 religiosos nicaragüenses a quienes el régimen tenía en sus prisiones, algunos bajo desaparición forzada.
La expulsión de los clérigos se produjo en horas de la madrugada de este domingo, 14 de enero. Los 19 religiosos católicos habrían sido enviados hacia El Vaticano, la sede mundial de la iglesia católica, en Roma, donde ya habían sido desterrados otros 12 sacerdotes el pasado 18 de octubre de 2023.