Con su acostumbrado cinismo y falso discurso cristiano, la vicedictadora de Nicaragua, Rosario Murillo, negó que en el país gobernado por la dictadura que presiden ella y su marido, Daniel Ortega, haya persecución religiosa y hasta justificó el secuestro de sacerdotes perpetrada por la Policía bajo sus órdenes, aduciendo que «si arrestan a un cura, por algo será», lo que además representa un reconocimiento implícito de que sí han secuestrado sacerdotes, de los que hasta ahora no han informado donde los mantienen recluidos.
En su monólogo diario de este jueves, cuatro de enero, transmitido a través de los medios de la propaganda oficialista, Murillo, a quien se le atribuye la orden de «vamos con todo», que fue ir a disparar a matar contra manifestantes desarmados en el 2018, utilizó un poema de un desconocido Edwin Moncada, para tratar de justificar la guerra abierta que su dictadura mantiene contra la institución católica.
Murillo inicia su intento de justificación leyendo que no se debe permitir «que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber», obviando que su régimen dictatorial se encuentra clasificado como «depredador de la libertad de expresión, porque intenta silenciar a las voces críticas mediante amenazas, persecuciones, campañas de acoso y difamación y encarcelamientos arbitrarios, de acuerdo con la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF).
Seguidamente, la vicedictadora expone que «es falso que hay persecución religiosa (en Nicaragua). Si arrestan a un cura, por algo será, eso no es persecución religiosa», insistió Murillo.
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Para tratar de argumentar su negación de la guerra contra la religión católica, la vocera gubernamental aduce que «en la vida, la fe o el arte, la norma es que los individuos deben responder por sus actos ante la ley, así sea en Roma o España. Sí, en la España del querer hay 33 sacerdotes, no de lo bello, que asoman en la cárcel, y no por rezar el ángelus, al amanecer, o en Estados Unidos o en Chile, y nadie se asombra. Ah, pero si es en Nicaragua se rasgan la vestidura, siempre sucede así», dijo la vicedictadora.
Lo que Murillo no aclara es que en esos países que menciona, la justicia es independiente y objetiva y no responde a los caprichos de dictadores y ningún religioso es encarcelado por criticar a un gobierno ni por condenar violaciones a derechos humanos.
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Murillo se atrevió a negar la persecución religiosa cuando en el país, su régimen mantiene encarcelado desde hace más de 500 días al obispo de la Diócesis de Matagalpa, Rolando Ávarez, acusado por delitos políticos como supuesta «traición a la patria». Y en pleno diciembre, secuestró a un obispo más, y 16 sacerdotes, los que, a criterio de defensores de DD.HH. y abogados, están en situación de desaparición forzada a manos del Estado, lo que constituye otro delito de lesa humanidad cometido por los dictadores.
Además, la segunda al mando de la tiranía no puede negar el destierro, exilio forzado o prohibición de entrar al país de al menos 84 sacerdotes, la prohibición de procesiones y otras actividades religiosas y la confiscación de bienes de la Iglesia.