Los dictadores de Nicaragua Daniel Ortega y Rosario Murillo han desatado una escalada represiva contra la Iglesia católica, expresada en el secuestro de al menos 14 sacerdotes, incluyendo un obispo, con la intención de imponer el máximo miedo posible entre la feligresía del país y demostrar a nivel internacional que mantienen el control absoluto, y de paso, es posible que estén buscando la forma de imponer en la alta jerarquía del clero nacional a sacerdotes vistos como sus simpatizantes, según expusieron analistas consultados por Artículo 66.
La Policía al servicio de la dictadura Ortega-Murillo inició una redada contra sacerdotes el pasado 20 de diciembre, cuando efectivos policiales y personas armadas y vestidas de civil, posiblemente paramilitares, secuestraron al obispo de la Diócesis de Siuna, en el Caribe Norte. Luego siguió una verdadera cacería anticlerical en la que fueron también secuestrados cerca de 20 sacerdotes, algunos de ellos liberados horas después, pero al menos 13 se mantienen privados de libertad y de los cuales no se tiene información.
Dictadores quieren demostrar control total
Para el periodista Israel González Espinoza, especializado en cobertura de temas religiosos, la Iglesia nicaragüense es referente de los derechos humanos y se ha resistido a ser «arrollada por el autoritarismo de Ortega y Murillo». Además de resistirse al sometimiento que impone la dictadura, según analiza el comunicador, la Iglesia ha logrado ponerse al lado de las víctimas de la represión estatal.

«Este es el motivo de la virulencia de los ataques, que evidentemente se han visto magnificados por el hecho de que fueron en el tiempo de Navidad, una época muy sentida para los cristianos. De modo que la arremetida tiene el propósito de amedrentar y crear zozobra y desesperanza en las comunidades cristianas de Nicaragua», señala el periodista.
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En tanto el líder opositor y exreo político desterrado por la dictadura, Félix Maradiaga, opina que, «el recrudecimiento de la persecución a la Iglesia Católica en Nicaragua es un intento de la dictadura por replicar el modelo impuesto en la China comunista y, en menor medida, también el modelo cubano».
El también politólogo, analiza que la dictadura Ortega-Murillo anhela imponer en Nicaragua los modelos chino y cubano, porque en esos países, las respectivas dictaduras, después de décadas de persecución a la Iglesia, lograron establecer una serie de regulaciones a la institución religiosa con las que, de alguna forma, lograron someter el ejercicio de la religión a los intereses de esos regímenes.
Ortega y Murillo quieren tener a sus simpatizantes en la jerarquía católica
Por su parte, el periodista Emiliano Chamorro, quien por años ha dado cobertura a los temas de la iglesia católica en Nicaragua, es más frontal en su análisis al opinar que lo que Ortega busca con la escalada represiva de diciembre, es iniciar un «plan» mediante el cual busca imponer como obispos e incluso como arzobispo a ciertos líderes católicos identificados como simpatizantes sandinistas.
«El plan de la dictadura está en marcha. Los candidatos de la dictadura para arzobispo y obispos de sedes vacantes: René Sándigo, Boanerges Carballo y Julio Arana. Serían los capellanes de la iglesia oficial orteguista y de someter a los católicos a los dictados de Ortega», sostiene Chamorro en una publicación en su cuenta de X.
La advertencia de Chamorro, tiene pie en el hecho que este año deberán presentar sus renuncias de conformidad con el derecho canónico, algunos obispos y el propio arzobispo, Cardenal Leopoldo Brenes, a los que, por cumplírseles la edad de ejercicio sacerdotal de 75 años deberán dimitir ante el sumo pontífice de Roma quien a su vez deberá aceptar la renuncia o confirmarlos en sus cargos.
El presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) y obispo de la Diócesis de Jinotega, monseñor Carlos Herrera, recién cumplió 75, el pasado 21 de diciembre. El cardenal Leopoldo José Brenes, arzobispo de Managua cumplirá sus 75 años en los próximos meses y eso abriría dos posibles vacantes.
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En tanto, González Espinoza es un poco más optimista al considerar que «la Iglesia tiene una estructura propia, donde la última palabra, tanto en materia doctrinal como en tema de nombramiento de obispos recae en el Papa», por lo que considera que Ortega no estaría en condiciones e imponer a obispos de su conveniencia, porque si pudieran hacer eso, ni el obispo Báez (exiliado) ni el propio obispo Álvarez, ya encarcelado, serían obispos activos.
Recordó que, entre el Vaticano y Managua no hay relaciones diplomáticas y ha sido el mismo Papa quien siempre ha llamado al diálogo, sin embargo, el régimen ha respondido con mayor represión.
«Entonces, yo creo que la represión va por la vía de demostrar de cara a sus seguidores que ellos tienen un control absoluto del país, más que intentar posicionar a personas como presuntos candidatos a obispos», concluyó el periodista.