En una conferencia de prensa virtual, Francisco Mora, embajador de Estados Unidos ante la Organización de Estados Americanos (OEA), afirmó que a pesar de que Nicaragua oficialmente «no tenga una silla» en el Consejo Permanente del organismo, esperan que Ortega se integre nuevamente cuando sea un «gobierno democrático y respete los derechos humanos».
El funcionario afirmó que la OEA consideró que la decisión del régimen Ortega-Murillo es «socavar los esfuerzos de la OEA». «El régimen quiere asegurarse de no rendir cuentas sobre la violación a los derechos humanos, los ataques al periodismo independiente, la persecución a la iglesia católica y a los cierres de organizaciones», expresó Mora.
Sin embargo, explicó que la ausencia de Nicaragua en la organización «no evitará que sigan llamando la atención». «No vamos a olvidar o simplemente a echar a Nicaragua al lado, recordando que el régimen Ortega-Murillo todavía tiene obligaciones y tratados en los cuales sigue siendo miembro, y que los tienen que respetar y darle seguimiento».

El embajador estadounidense afirmó que la OEA aún tiene varias herramientas de presión políticas, económicas e individuales para seguir apoyando al pueblo nicaragüense. Recordó que el organismo ha sancionado a 56 personas y doce entidades, y que continúan «estudiando la situación para ampliar la cantidad de sanciones a personas y organizaciones en Nicaragua».
«El régimen decide literalmente salirse de la OEA, porque simplemente no podían soportar la presión política y diplomática que se les estaba haciendo desde el 2018. Ellos no quieren ese tipo de presión ni que les siga llamando la atención la comunidad internacional», comentó el funcionario. Mencionó que el organismo no tiene los recursos suficientes para imponer y asegurar que las medidas cautelares sean cumplidas por la dictadura, pero agregó que «estas contribuyen al autoaislamiento de Nicaragua en el sistema internacional» y que esté «bajo la lupa de los demás países».
El régimen no quiso quedarse
A pesar de que se abrió espacios de diálogos para que el régimen aceptara seguir en la organización multilateral y que respetara la Carta Interamericana, el abandono de Nicaragua a la organización fue una decisión unilateral, en la cual hubo un respectivo proceso hasta que finalmente el país renunció.
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«Al régimen no le interesaba hablar de democracia, ni de elección. Durante todo este proceso hemos visto que los niveles de represión han sido magnificados más allá de lo que muchos pensábamos que era posible, empezando porque el régimen confiscó la oficina de la OEA en Nicaragua, así que no había ningún interés y ninguna voluntad de parte de Ortega y Murillo para conversar con la OEA. Ha sido impresionante la manera en la que ellos han decidido darle la espalda a la comunidad internacional», añadió Mora.

«El primer artículo de la Carta Democrática Interamericana dice que todos los ciudadanos de la región tienen el derecho de vivir en democracia y que se respeten los derechos humanos», mencionó el embajador estadounidense. Agregó que «los gobiernos tienen la obligación de defender y de promover la democracia».
Estados Unidos no puede imponer más sanciones financieras
Aunque Estados Unidos es uno de los países más crítico contra Ortega, Mora explicó que no podían recurrir a más sanciones financieras, ya que eso no solo afectaría al régimen, sino también a los ciudadanos. «Nosotros siempre estamos analizando cuál es la herramienta y la estrategia para presionar al régimen, sin afectar al pueblo nicaragüense, porque a veces las sanciones generales económicas tienen un impacto más grande».
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«Es cierto que en Nicaragua hay un tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y los demás países de Centroamérica, pero siempre buscamos las manera de profundizar nuestro análisis de cómo podemos seguir presionando al régimen sin afectar negativamente al pueblo nicaragüense, lo cual, no es fácil, pero es lo que podemos hacer», concluyó Mora.
En 2021, el dictador Ortega decidió dar la espalda a la OEA en respuesta a la declaratoria de ilegitimidad de las elecciones de 2021, donde Ortega se reeligió para un cuarto mandato consecutivo, teniendo a todos los potenciales contendientes en la cárcel.