La maquinaria devoradora de recursos naturales china empieza a preparar el terreno para caer sobre Nicaragua, a través de los proyectos hidroeléctricos Mojolka y Tumarín, así como en la ampliación de carreteras y la reconstrucción del aeropuerto conocido como Panchito, en Punta Huete, proyectos que está reviviendo la dictadura y que serían adjudicados, sin mayor competencia ni controles, a empresas chinas, según informó esta semana la vicedictadora Rosario Murillo.
Murillo anunció, en su alocución diaria del lunes, a través de los medios de la propaganda oficialista, que una delegación gubernamental encabezada por el general en retiro Oscar Mojica, ministro de Transporte e Infraestructura (MTI) se encuentra en China, en el evento denominado «Tercer Foro de la Franja y la Ruta» en el que firmarán varios acuerdos de cooperación que incluyen algunos megaproyectos que ya habían caído en el olvido.
La vicedictadora no dijo de dónde sacarán el financiamiento multimillonario ni en calidad de qué, si de préstamos o como socios de China, lo que sí se ve venir es una avalancha de recursos en contratos poco transparente y sin control, tal como se deja ver desde ahora en el acuerdo de construcción para la ampliación del Aeropuerto Panchito, que fue adjudicado a una empresa china sin licitación alguna y por un monto cercano a los 500 millones de dólares.
Además, Murillo aseguró que con la potencia asiática, específicamente con la empresa estatal china Huadian Overseas Investment, van a continuar los proyectos hidroeléctricos Mojolka y Tumarín, este último cuestionado por corrupción internacional, por ser inviable económicamente y por ser de gran impacto ambiental negativo para las comunidades que rodean las áreas de construcción.
Tumarín, proyecto de luz apagado
El proyecto de la hidroeléctrica Tumarín, anunciado en 2008 por el régimen de Ortega, está localizado en el municipio de La Cruz de Río Grande, a 470 kilómetros al noreste de Managua, en la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur (RACCS). Fue vendido por la dictadura como un megaproyecto que generaría supuestamente 5 mil empleos directos durante su construcción y proporcionaría 253 Megavatios (MV) al sistema eléctrico nacional, que representan el 25% de la electricidad que se consume en el país.
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El costo se estimó en unos mil cien millones de dólares, de los cuales se invirtieron hasta antes de su cierre unos 70 millones, provenientes del Banco Nacional de Desarrollo (BANDES) de Brasil y Banco Centroamericano de Integración Económico (BCIE), según información oficial expuesta en la página oficial de la Empresa Nacional de Transmisión Eléctrica (Enatrel).
Todo quedó en cuento
En 2016, el proyecto que debió encender luz eléctrica en Nicaragua fue apagado definitivamente por la empresa brasileña encargada de la obra, Queiroz Galvão, que se vio afectada por la crisis política brasileña y por un gigantesco escándalo de corrupción que involucró a la propia empresa y a la fuente de financiamiento.
En un trabajo periodístico publicado por la revista Confidencial ese año, detalla que el dictador Ortega pretendía meter las manos en aquel momento en el proyecto, tratando de imponer que Alba de Nicaragua SA (Albanisa), su conglomerado empresarial derivado de la ayuda venezolana, fuera socio del proyecto y además uno de los constructores, pero los brasileños se habrían opuesto.
Pero el tiro de gracia ante los ojos de potenciales inversionistas que pudieran interesarse en la megaobra tras la salida de los brasileños, se lo dio el entonces presidente de la Cámara de Energía de Nicaragua, César Zamora, quien dijo a Confidencial en aquel momento que Tumarín «no es un buen proyecto porque es muy caro. Hay que invertir 1 mil 100 millones de dólares por 250 megas que genera el 50% del tiempo. Estás pagando casi 8 mil dólares por kilovatio. Es una barbaridad». Esas condiciones no han cambiado mucho.
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Finalmente los brasileños dejaron la obra tras un proceso de negociación silencioso con el régimen Ortega-Murillo. Hasta hoy se desconoce bajo qué condiciones la empresa de Brasil salió del país dejando los millones de dólares ya invertidos en el proyecto.
Sin embargo, la dictadura Ortega-Murillo ahora libre de Controles, sin Contraloría que fiscalice, sin organizaciones ambientalistas en el país que puedan oponerse, y bajo un férreo estado policial, está relanzando Tumarín, ahora con China.
La obra fue valorada en más de mil millones de dólares, se desconoce si se mantendrá ese presupuesto. El régimen no ha informado los detalles del financiamiento con el que continuarán esa construcción.
Hidroeléctrica Mojolka ¿será realidad u otro cuento chino?
En febrero de 2022, solo dos meses después de haber roto relaciones diplomáticas con Taiwán para establecerlas con China comunista, el régimen Ortega-Murillo anunció que, con financiamiento de hasta 251.3 millones de dólares supuestamente aportados por el gigante asiático, ejecutarían la construcción de la hidroeléctrica Mojolka.
La obra, según el anuncio gubernamental, generará 103.8 MW y sería ejecutada por la compañía China «Communications Construction Company Limited» para lo cual, en esos días estarían en proceso de firmar los acuerdos. La hidroeléctrica estaría localizada en el municipio El Tuma, en la región norte-centro de Nicaragua, en el departamento de Matagalpa.
El caso es que, desde el anuncio de la supuesta firma de los acuerdos, en febrero de 2022, para la construcción de Mojolka, hasta hoy ha transcurrido más de un año y medio y ahora la vicedictadora Murillo vuelve a anunciar como novedad la firma de acuerdos para dicha obra, lo que indica que el proyecto sigue en promesa y ahí un detalle, ya no anunció la misma empresa para construirla sino que sería, según Murillo, la misma que trabajará en Tumarín: la empresa estatal china Huadian Overseas Investment.
Reviven Panchito, un aeropuerto de 500 millones
El otro anuncio hecho por la vocera del régimen y esposa del dictador Ortega, fue la supuesta «reconstrucción, ampliación y mejoramiento» del aeropuerto internacional Punta Huete, conocido en la década de los 80 como «Panchito».
En este caso, el interés chino parece ser mayor, pues según la dictadura, ya el martes, 17 de octubre, el MTI y la empresa china CAMC Engineering Co., Ltd, firmaron un contrato para la supuesta obra y aquí ya la poca transparencia aflora.
El proyecto gubernamental contempla una terminal internacional con capacidad para atender «hasta 3.5 millones de pasajeros anualmente, quienes podrán arribar al país en aeronaves de mayor tamaño».
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El medio de comunicación estatal chino Yicai Global publicó una nota, citando supuestamente fuentes oficiales de Nicaragua y aseguran que la empresa CAMC Engineering Co. Ltd., «obtuvo un contrato» dando a entrever que compitió en una licitación que en la realidad nunca existió. El monto del contrato según el medio chino es de 491.5 millones de dólares.
Panchito está localizado en el municipio de San Francisco Libre, a unos 70 kilómetros al noroeste de Managua. La pista de aterrizaje, con una longitud de 3 kilómetros, 45 metros de ancho y un grosor de 40 centímetros de asfalto reforzado, fue concebida en los años 80, durante la guerra que vivía el país, como aeropuerto militar donde aterrizarían los, para entonces, famosos aviones cazabombarderos supersónicos MIG-21, de fabricación rusa, pero las aeronaves nunca llegaron al país y la pista quedó en abandono.
Ahora Ortega, de la mano de los chinos, asegura que lo harán funcional y como el segundo aeropuerto internacional de Nicaragua.
China parece estar preparando el terreno para emplear al máximo posible su estrategia extractivista, ya se habla de concesiones mineras para explotación de oro en la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur (RACCS) y ahora hidroeléctricas y aeropuerto.
Ortega sigue tendiendo la mano a los chinos para pedir recursos y cediendo proyectos. Cuando llegue la hora de cobrar para los chinos, el Estado de Nicaragua deberá responder, no será la familia Ortega-Murillo.