La vicedictadora de Nicaragua, Rosario Murillo, despotricó contra la UCA durante su monólogo diario a través de sus medios de propaganda y, en un intento por falsear la historia para justificar el robo de la Universidad Centroamericana (UCA), acusó a esa casa de estudios de haber sido desde su fundación un proyecto ideológico de Estados Unidos y, sin mencionar directamente a la institución educativa confiscada, señaló que «a esos organismos se llegaba a desaprender».
Murillo, vocera del régimen que presiden ella y su marido, el dictador Daniel Ortega, dedicó la mayor parte de su comparecencia del lunes, 28 de agosto, a tratar de justificar el asalto ordenado por ellos contra la institución de educación superior, tratando de hacerla ver como «organismos de dominación», que según la vicetirana, se creó para hacerle daño a Nicaragua.
La mujer a quien se le atribuye la sentencia de «vamos con todo», que significó la orden de disparar a matar a los manifestante de 2018, elogió y orientó a sus bases la lectura de un supuesto análisis histórico de la fundación de la UCA, escrito por el propagandista de su régimen Carlos Escorcia
El escrito al que hace alusión Murillo llamándolo un «verdadero análisis histórico» se llama «La Harvard de Centroamérica», difundido por los medios de la propaganda oficiaista, y en él, el autor, claramente siguiendo la línea del discurso de la dictadura, señala que la UCA fue fundada por órdenes del Gobierno de Estados Unidos de los años 60 para constituirse en una barrera ideológica contra la izquierda.
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Murillo, asumiendo su narrativa se lanzó contra los jesuitas, administradores de la UCA, sin mencionarlos: «Se venden como héroes y se venden como samaritanos, haciendo el Bien. ¡No es cierto! Estos organismos (la UCA) han sido organismos diseñados para el sometimiento, y luego, como parte de ese modelo, diseñados también para expoliar permanentemente al Pueblo, expropiar los Derechos del Pueblo, y trasladar supuestas enseñanzas sobre modelos que no nos pertenecen», acusó la vicedictadora.
Y luego, refiriéndose siempre a la UCA, sin mencionarla directamente, Murillo dijo que «a esos organismos, creemos nosotros, que se iba a desaprender y a impedir que nos sintiéramos orgullosos de nuestras propias capacidades, y a creer que toda gloria, toda enseñanza victoriosa llegaba de los grandes ilustres, sabios, que por supuesto no somos nosotros, según ellos».
Murillo olvidó que entre «los sabios» que menciona con sarcasmo, estuvieron algunos de sus más acérrimos operadores como Edwin Castro y Walmaro Gutiérrez. Además, en esa institución universitaria habrían «desaprendido» dos de sus hijos y una de sus nueras, además de muchos de sus fanáticos.
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El ataque de Murillo escaló al punto de llamar miseria a los sacerdotes. «Porque nos vemos en el espejo de las miserias, y las grandezas… Las miserias que nos han trasladado, las mezquindades que nos han querido o nos lograron imponer por cierto tiempo. Las miserias, y las grandezas, las grandezas de este Pueblo Heroico… ¡Nuestro Pueblo!», señaló.
La UCA, fundada en 1960 por la orden sacerdotal católica Compañía de Jesús, conocida como Los Jesuitas, fue considerada una de las más prestigiosas universidades del país. Convertida en un bastión de resistencia estudiantil en los peores días de la represión ordenada por Ortega y Murillo en el 2018, fue acusada de terrorismo y confiscada entre el 15 y el 16 de agosto. Sobre sus bienes robados, la dictadura ordenó la fundación de la Universidad Nacional Casimiro Sotelo, institución oficialista que hasta la fecha no ha logrado empezar actividades.