Rosario Murillo, vicepresidente de Nicaragua, defendió el proceso de nacionalización que su régimen ha hecho a sus aliados, prófugos de la justicia de sus países y fanáticos extranjeros, pasando por encima de las leyes.
Las palabras de la vicemandataria fueron después del acto central por el 43 aniversario de la Fuerza Naval del Ejército de Nicaragua, donde una vez más despotricó en contra de ciudadanos nicaragüenses, a los que ha desterrado y obligado al exilio.
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«Las personas que le han fallado a Nicaragua están fuera por gracia de Dios, porque ellos mismos se han ido y porque también el pueblo ha decidido que no pertenecen a la familia de este país», afirmó.
No obstante dijo, en referencia al premio que da a sus fanáticos y aliados, dándole la nacionalidad, que «hay hermanos de otros países que han defendido al pueblo (…) y que hoy son familia nicaragüense».
«Nosotros estamos orgullosos que tantos hermanos del mundo quieran ser parte de esta gran familia nicaragüense», agregó la vicedictadora de Nicaragua, sin mencionar nombres como Salvador Sánchez Cerén o Mauricio Funes, dos expresidentes salvadoreños perseguidos por delitos de corrupción durante sus mandatos en el vecino país.
Murillo aseveró que su dictadura trabaja con la verdad, «más allá de esos calumniadores infames, lo mentecatos, los mentirosos», en referencia a los opositores que siguen denunciando los crímenes de lesa humanidad y abuso de poder del orteguismo.
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El desahogo de Murillo lo hizo horas después de haber otorgado la nacionalidad nicaragüense al propagandista estadounidense Benjamín Norton, un sujeto que se identifica como periodista y que ha servido para adular a la pareja presidencial de Nicaragua.
De esta manera, Ortega sigue regalando a gusto y antojo nacionalidades a su cercanos y aliados, como los delincuentes, prófugos de El Salvador, Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén, ambos exmandatarios, mientras que a los nicaragüense que no estén de acuerdo con su autoritarismo, los encarcela o destierra.