Nacido en la lejana Libia, al norte de África, en el seno de la familia del dictador de ese país, Muamar el Gadafi, Mohamed Farrara Lashtar, sobrino en primer grado del tirano libio, nacionalizado nicaragüense, es el funcionario que más cargos ostenta dentro de la administración del dictador Daniel Ortega, pero ¿de dónde viene tanta confianza en el ciudadano libio nacionalizado nicaragüense? Artículo 66 construye un perfil del llamado «súperembajador» consultando documentos oficiales y otras publicaciones.
De su llegada a Nicaragua no se sabe mucho, lo que sí destaca es que su relación tan cercana con la familia Ortega-Murillo nació de la estrecha amistad personal entre su tío, Gadafi con Daniel Ortega, desde los años 80, durante la primera etapa de la dictadura sandinista.
Actualmente Farrara Lashtar tiene aproximadamente 65 años, de tal manera que para la segunda mitad de los años 80, cuando se calcula que llegó a Nicaragua por primera vez, rondaba los 25 años. Su presencia en el país pasó inadvertida por mucho tiempo.
Sin embargo sí se sabe que para 1990, ya estaba en el país hacía algún tiempo, pues su nacionalidad nicaragüense, según datos publicados por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, le fue otorgada el 11 de abril de 1990, mediante la resolución 1039, firmada por la entonces directora de Migración y Extranjería Ana Isabel Morales. Su cédula de identidad nica es la 777-170559-0000M y su casa la ubica en residencial Las Colinas, en Managua.
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Exdiplomaticos y analistas consultados por este medio de comunicación para este trabajo coinciden en señalar que la relación del actual embajador nicaragüense-libio con los Ortega-Murillo no inició por vínculos oficiales de Estado sino «personal y de negocios» que tendría su tío, el dictador Gadafi con Ortega.
«¿Cómo explicar que Daniel Ortega confíe tanto en un extranjero al punto de asignarle dos cargos de asesor presidencial y además 8 embajadas en medio oriente y África?» Se pregunta un exdiplomático que desempeñó altos cargos en la cancillería nicaragüense durante los años 90 e inicios de los 2000 y por tal razón tuvo conocimiento de las relaciones de Ortega con Gadafi.
Eso solo se puede explicar, según el exdiplomático que solicitó el anonimato por razones de seguridad, porque en realidad Farrara Lashtar no es un «simple diplomático» sino un «representante internacional de negocios de la familia Ortega-Murillo», y los dictadores solo van a confiar ese tipo de funciones en un «socio», dice la fuente.
Sostiene además, que debe tenerse en cuenta que Ortega «construyó una relación muy cercana con Gaddafi y con su familia», que fue más allá de lo político, involucrándose en negocios a través de «fuertes inversiones Libias en Nicaragua» y, según señala, ahora Farrara Lashtar administra como un «heredero» junto con Ortega y «disfrutan de esos capitales nunca reclamados por el Estado Libio».
Nace estrecho vínculo entre Ortega, Gadafi y Farrara Lashtar
En 1990, cuando Daniel Ortega y el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) pierden el poder en las elecciones que ganó Violeta Barrios de Chamorro, el mandatario saliente quedó a la deriva económicamente y fue cuando Gadafi saltó en su rescate asignándole hasta un millón de dólares al año para su manutención y supuestamente mantener a flote el partido sandinista, según diversas fuentes. Esa relación, han dicho analistas, no era realmente de partido sino «personal». El mismo Ortega reconoció en una ocasión ese «financiamiento».
Para tramitar esos desembolsos, según una investigación que realizó al medio de comunicación Confidencial, Ortega viajaba al menos dos veces al año a Libia, a entrevistarse con su amigo Gadafi, quien le entregaba el dinero. Y en esas idas y venidas, estrechó lazos con el ahora súperembajador.
Tanta fue la cercanía y confianza de Ortega en el sobrino de Gadafi que lo designó para atender las relaciones del FSLN con grupos subversivos de América Latina, según la publicación de Confidencial.
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Para las elecciones de noviembre de 2006, que ganó Ortega, colocó en la lista de candidatos a diputados suplentes al Parlamento Centroamericano (Parlacen) a su protegido libio, y quedó en el puesto acompañando al también sandinista Jacinto Suárez.
A partir de ese momento el libio empezó a escalar en cargos oficiales como la espuma, incluso, más cargos que cualquier otro funcionario de Ortega, lo que denota que el dictador confía más en el extranjero que en otros de sus fieles seguidores.
Desde el 2007, año en el que Ortega regresó al poder hasta la actualidad, su «ahijado» libio ha recibido por lo menos 15 nombramientos en cargos de Estado, según consta en diversas publicaciones de la Gaceta, Diario Oficial y de la Asamblea Nacional.
Ortega ha designado a Farrara Lashtar como: secretario privado del presidente; secretario privado para asuntos internacionales; embajador especial para asuntos en el exterior; delegado para África, Medio Oriente y países árabes. Además como embajador extraordinario y plenipotenciario residente en Kuwait, y embajador concurrente ante Egipto, Jordania, República Argelina Democrática y Popular; Arabia Saudita; República Tunecina; Qatar; Emiratos Árabes Unidos; Turquía; Bahrein y Brunéi Darussalam. También es designado representante de Nicaragua ante la Liga de los Estados Árabes.
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Pero además, el dictador Ortega, mediante el Acuerdo Presidencial 16-2021, del 21 de enero de 2021 y Publicado en La Gaceta, Oficial número 16, del 25 de enero de 2021, otorgó «plenos poderes» a Mohamed Farrara Lashtar, siendo ministro asesor y delegado del presidente para África, Medio Oriente y Países Árabes, para que «actuando en nombre y representación del Gobierno de Nicaragua, suscriba el Acuerdo de Préstamo Complementario para la Construcción y Equipamiento del Proyecto de Hospital Departamental de Chinandega y Modificación del Contrato de Préstamo N° 899 entre la República de Nicaragua y el Fondo Kuwaití para el Desarrollo Económico Árabe».
Semejante confianza en el protegido libio, según el exfuncionario de la cancillería, está basada en su asociación «fraudulenta para la explotación del patrimonio Libio en Nicaragua», dejado por el fallecido dictador Gadafi. Además «por las relaciones que Lashtar ha desarrollado con otros países árabes, apoyándose en su nacionalidad Libia y en su identidad religiosa y vínculos culturales».
Tantos nombramientos le merecieron al súperdiplomático de Ortega que en noviembre de 2021, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos lo sancionara por ser parte de la nomenclatura de confianza de la dictadura Ortega-Murillo.
Para el analista, eso le permite a Ortega, gestionar apoyo político y buscar inversiones, posibles financiamientos. «Lashtar es un socio muy confiable ya que Ortega es el guardián de la herencia de Gaddafi y difícilmente lo va a traicionar ,es un diplomático más fiel que cualquier otro», define el exdiplomático.
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Una investigación del medio de comunicación Nicaragua Investiga, en alianza con la Plataforma de investigación periodística Connectas, determinó que el súperembajador, sólo por un cargo diplomático devenga un salario mensual «sobre la mesa» de C$194,974.76 (5,417.09 dólares), que salen del Ministerio de Relaciones Exteriores de Nicaragua. Se desconoce cuánta paga recibe por los otros cargos que ostenta.
Por su parte, para el opositor Juan Diego Barberena, los nombramientos de Farrara Lasther en tantos cargos diplomático no solamente responden a la relación que tenía Ortega con Gadafi, sino también al financiamiento que durante muchísimos años le otorgó, el régimen libio al dictador nicaragüense cuando estaba en oposición.
Además, opina que el sobrino de Gadaffi le ayuda a la dictadura a mantener articulada «todas esas narrativas, en el marco de las relaciones internacionales de autoaislamiento, que tiene el régimen con Irán, Rusia y Corea del Norte».
En tanto, el también opositor en el exilio Héctor Mairena advierte que la designación del libio en cargos del servicio exterior nicaragüense es de mucho cuidado pues «primero hay que recordar que está sancionado por los Estados Unidos desde el año 2021. Evidentemente él es un fiel a la dictadura de los Ortega Murillo y como se conoce, este hombre tiene vínculos con organizaciones terroristas en esos países (donde representa a Nicaragua) y por el otro lado también se ha dicho que ejerce como testaferro de los Ortega Murillo en operaciones económicas y financieras».
Hasta ahora, Ortega no parece inmutarse ante los señalamientos negativos contra su protegido de origen libio y sigue otorgándole cargos diplomáticos. El más reciente fue el pasado 4 de agosto, mientras la vocera gubernamental Rosario Murillo ha anunciado que seguirán estrechando relaciones con Irán, Siria, Corea del Norte y Burkina Faso, y de paso ya reconoció como «gobierno» a los militares golpista que asaltaron el poder, el pasado 26 de julio, en Níger.