Luego que el Cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de la Arquidiócesis de Managua, negara que monseñor Rolando Álvarez hubiese sido sacado del Sistema Penitenciario Jorge Navarro, en Tipitapa, y que habría recibido el ofrecimiento de la dictadura de liberarlo pero que acepte el destierro, la incomodidad hacia el máximo jerarca no se ha hecho esperar.
Un sacerdote, exiliado en Estados Unidos, afirmó, en condición de anonimato, a Artículo 66, que durante dos días, a nivel nacional e internacional, se vivieron «momentos de tensión porque la figura de monseñor Álvarez ha trascendido más allá de las fronteras de Nicaragua».
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«Pensábamos que gracias a Dios y por cualquier razón monseñor —Álvarez— iba a salir de la cárcel y lo mandarían a Roma; eso nos alegró a todos, pero de repente salieron declaraciones del cardenal Leopoldo Brenes, que todos nos quedamos asombrados».
Manifestó, además, que como parte del clero de Nicaragua se siente decepcionado por las declaraciones del arzobispo de Managua. «No sé si las afirmaciones del cardenal se pueden interpretar como cínicas, burlas o un “yoquepierdismo”».
«El cardenal parece que no le importa —la situación de monseñor Álvarez— porque por el tono de su voz, la forma cómo respondió a —periodistas— no fueron de un pastor con sentimientos de empatía y de solidaridad», subrayó.
Encarcelamiento del Álvarez «es una papa caliente»
En cuanto a los medios de comunicación que informaron acerca de la situación del obispo de la Diócesis de Matagalpa, y que Leopoldo Brenes los tildó de «especulativos», la fuente religiosa dijo que fue decepcionante la actitud del líder religioso.
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«Periodistas serios informaron porque tenían fuentes seguras pero de repente el cardenal sale desmintiendo. Sin embargo puedo decir que la presencia de monseñor Álvarez es una piedra en el zapato para la dictadura, porque mientras esté encarcelado, los organismo de derechos humanos y la comunidad internacional siempre estarán pendientes», aseveró.
Por su parte, Héctor Mairena, abogado e integrante de la Unidad Nacional Azul y Blanco, sostuvo que el encarcelamiento del obispó Álvarez es «una papa caliente» para el régimen de Ortega, porque «primero lo condena a 26 años de prisión, luego que el religioso se negó a salir y ahora sigue resistiendo».
Además indicó que la postura de monseñor Álvarez «es sin duda una derrota moral para Ortega, porque ciertamente todo indica que se iniciaron negociaciones pero el obispo mantiene una actitud vertical de no salir si no salen los otros sacerdotes presos y si no se cancelan las otras medidas que el régimen ha tomado contra la Iglesia católica, como el asunto de las cuentas bancaria, lo que revela una firmeza total del obispo».
El próximo cuatro de agosto, monseñor Álvarez cumplirá un año de que fue privado de su libertad, tras ser impedido, por decenas de antimotines, de salir de la Curia Episcopal de Matagalpa, para luego, el 19 del mismo mes, sacarlo por la fuerza, acusándolo de conspiración contra la patria. El Administrador apostólico de la Diócesis de Estelí es una de las voces más criticas de la dictadura Ortega y Murillo.