El cardenal Leopoldo Brenes Solórzano, arzobispo de Managua, exhortó a los nicaragüenses, durante la misa de jueves, 29 de junio, a «aceptar los errores y a pedir perdón».
Desde la Catedral Metropolitana, el jerarca señaló que «estamos llamados, como Iglesia, a anunciar a la persona de Jesús, pero tenemos que estar bien claros que quién es Jesús y esa experiencia debemos de transmitirla a los demás».
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En referencia al pasaje bíblico que narra la historia de Pedro y de Pablo, el religioso dijo que ambos apóstoles tuvieron fallas pero que supieron aceptar sus errores y seguir el llamamiento de Cristo.
«El perseguidor de la Iglesia —Saulo— se iba a convertir más adelante en perseguido, en odiado por anunciar a la persona de Jesús; pero también, lo hermoso que encontramos en los dos hombres —Pedro y Pablo—, pilares de nuestra Iglesia, es que dejaron todo y siguieron a Jesús», explicó.
Relató, además, que «—el apóstol— Pedro dejó el proyecto de ser pescador por excelencia y Pablo va a dejar de ser el perseguidor de los cristianos y comenzarán, la experiencia de ir conociendo más y más a Jesús».
Aludiendo a la realidad actual que vive la sociedad, Brenes Solórzano afirmó que «para saber que quién es Cristo Jesús, se necesita humidad». Además hizo hincapié en que «una persona que es soberbia no va a ser capaz de pedir perdón por sus errores».
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«Una persona que es prepotente no va a reconocer que ha fallado. Una persona que se cree grande y poderosa no va a ser capaz de llorar (…)», subrayó el máximo representante de la Iglesia católica en Nicaragua.
La prédica del cardenal Brenes llega en un contexto en que el régimen de Nicaragua, que se autoproclamado cristiano, socialista y solidario, ha incrementado una ola de persecución y desprestigio contra líderes religiosos, encerrando y obligando al exilio a muchos sacerdotes.
Hasta la fecha, la justicia de Ortega mantiene tras las rejas al menos a cuatro sacerdotes, incluyendo a monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, sin embargo, a criterio de opositores, las autoridades religiosas han mantenido una posición débil y timorata ante el autoritarismo de la pareja presidencial del país.