Un grupo de organizaciones opositoras, en el exilio y dentro de Nicaragua, rechazó que Daniel Ortega y Rosario Murillo estén instaurando en el país una dictadura de corte neoliberal, como acusaron sandinistas disidentes y opositores en el Foro de San Paulo recientemente, y aclararon que la pareja presidencial consolida un régimen «fascista» con matices «estalinista» debido a la formación marxista del dictador.
A través de un comunicado, divulgado por el líder del Movimiento Campesino y excarcelado político, Medardo Mairena, las entidades opositores señalan que en Nicaragua se instala una dictadura totalitaria.
Durante la realización del Foro de Sao Paulo, un grupo de veteranos sandinistas, ahora disidentes y víctimas de la represión ejecutada por el régimen de Nicaragua, envió una carta acusando a Ortega de ser el «peor de los dictadores y lo señalan de ser neoliberal».
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«Daniel Ortega y lo que queda del Frente Sandinista se presentan como izquierdistas y antiimperialistas, sin embargo, lejos de ese discurso proclamado, desde hace muchos años han iniciado un proceso de abandonar sus principios, a través de la corrupción, alianzas con la peor derecha del país, fortalecimiento de un modelo neoliberal que acrecienta las ya enormes desigualdades y la pobreza extrema de la población, concentración del poder político y económico en su familia y allegados», subrayan los opositores en el Foro de Sao Paulo
Ante tal acusación, las entidades, entre las que se cuenta el Movimiento Campesino, FDN, Congreso por la Unidad, Nicaragüenses en el Exilio, Confederación de Nicaragüenses en el Exterior y Alianza Cívica por la Unidad Nacional, entre otros, mencionan que «no existe en su régimen totalitario (de Ortega) nada parecido a un régimen liberal ni a una desviación como es el neoliberalismo».
Destacan que no hay liberalismo sin libertad y en Nicaragua no hay siquiera libertad de empresa sino una práctica monopólica en favor de los intereses de la familia en el poder. También enfatizan que el manejo de la macroeconomía que hace el Gobierno de los Ortega-Murillo no es más que un método de cuadrar cuentas nacionales y mantener la estabilidad monetaria, muchas veces con altos costos sociales y esa práctica no tiene ideología.
«El estado policial, la concentración de poder, el espionaje, la restricción a la libertad de prensa, el partido hegemónico, la persecución a la Iglesia católica y el enriquecimiento de una minoría excluyente, son prácticas del marxismo leninismo llevadas al máximo en su versión estalinista. Ortega, y por ende su desgobierno, es de tipo fascista en el que ha mezclado la teoría marxista leninista, ya no para justificar una dictadura en beneficio de una clase social marginada, sino para beneficiar un grupo familiar corrupto, ansioso de desarrollar un modelo totalitario de capitalismo salvaje familiar», dicen las organizaciones opositoras.
Remarcan además que entienden que la misma izquierda «se avergüence de un régimen como el implantado por Ortega en Nicaragua», pero, insisten, no hay neoliberalismo en Nicaragua sino una dictadura «fascista», y recuerda que «es conveniente llamar a las cosas por su nombre, no atacar a la ideología liberal que en Nicaragua nunca ha sido aplicada correctamente, menos ahora con Ortega».
«El liberalismo es liberador, apuesta por la superación de hombres y mujeres sin exclusión, con igualdad de oportunidades», dicen los opositores.
Asimismo, valoraron positivamente el hecho que los disidentes y víctimas de la represión de Ortega haya enviado la carta de denuncia contra Ortega al Foro de Sao Paulo, pero creen que es necesario dejar en claro que lo que está ocurriendo en Nicaragua, que no responde a corrientes ideológicas, sino «a intereses de una pareja que manejan los poderes del estado a su gusto y antojo para su único beneficio».