El dictador Daniel Ortega continúa con su constante «quita y pone» de embajadores alrededor del mundo, y este miércoles le tocó ser cancelada como embajadora concurrente ante el Reino de Bélgica a Sylvia Celina Miranda Paniagua.
El acuerdo presidencial 69-2023, publicado en la Gaceta oficial número 100, de este miércoles, 7 de junio, deja sin efecto el nombramiento de Miranda Paniagua como embajadora extraordinaria y plenipotenciaria de Nicaragua ante el Gobierno del Reino de Bélgica, con carácter de concurrente y con sede en París, Francia.
Miranda es una diplomática más que no dura en el cargo que le asignan los dictadores Ortega y Rosario Murillo. Solo duró poco más de dos meses. Había sido nombrada el 29 de marzo pasado, según el acuerdo presidencial 38-2023. Aun sigue siendo embajadora en Francia, cargo que asumió en septiembre de 2022, mediante el acuerdo presidencial número 136-2022.
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Ortega y Murillo mantienen un constante movimiento en el servicio exterior. Nombran y destituyen embajadores casi todas las semanas. Muchos representantes duran muy poco tiempo en el cargo.
Para un exdiplomático nicaragüense que solicito mantener en reserva su identidad, en nicaragua la Cancillería, como órgano rector de la diplomacia, ha sido despojada de toda autoridad por los dictadores, que manejan el cuerpo diplomático a su antojo.
«Actualmente no existe en Nicaragua ni una Cancillería ni canciller, básicamente todo funciona desde El Carmen», critica el exdiplomático, refiriéndose a la poca o nula autoridad que tiene el canciller Denis Moncada, que en viajes oficiales se le ve opacado y subordinado al hijo de los dictadores, Laureano Ortega.
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Explica que hace algún tiempo, los dictadores solo se preocupaban por controlar algunas embajadas, las de mayor interés para ellos, pero «Cada día más se está centralizando toda la actividad diplomática desde El Carmen. Ya no hay diplomáticos, sino operadores del régimen», destacó.
Criticó que los Ortega-Murillo han destruido la carrera diplomática y ahora los únicos requisitos para ser diplomático de la dictadura son dos: «lealtad y obediencia absoluta. Si no tienes lealtad y obediencia absoluta no duras en el cargo», explicó.