La dictadura Ortega-Murillo está estrechando sus relaciones con Bielorrusia, también gobernada por un dictador obediente a Putin, no para alcanzar acuerdos comerciales que beneficien a Nicaragua, sino para sumar enemigos de EE.UU en la región centroamericana y convertirse así en un problema de seguridad que le permita negociar con el Gobierno norteamericano, según opinaron analistas consultados por Artículo 66.
La vicedictadora y vocera gubernamental Rosario Murillo anunció este lunes 22 de mayo, que una delegación de su Gobierno, encabezada por su hijo, el asesor presidencial para inversiones, Laureano Ortega; el canciller Denis Moncada y el ministro de Hacienda, Iván Acosta, realizaron una visita oficial a Bielorrusia, y se reunieron con el dictador de ese país, Alexander Lukashenko, para abordar temas de una supuesta serie de acuerdos de cooperación e intercambio comercial.
Según Murillo, los proyectos que buscan con ese país son créditos para adquirir buses y maquinaria de construcción, así como cooperación en la agricultura y educación. No obstante, añade que solo se ha orientado la firma de «acuerdos de entendimiento» pues las bases legales para las firmas de convenios aún está en la fase de «construcción».
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En tanto, el canciller de la dictadura, desde Bielorrusia, tras haberse reunido con Lukashenko, volvió a hablar del fallido proyecto del canal interoceánico en Nicaragua y dejó entrever que, supuestamente, estarían negociando con ese país satélite de Rusia el megaproyecto canalero que cuesta más de 50 mil millones de dólares, según prometieron cuando aprobaron la Ley canalera, en el 2013.
Algo que es considerado imposible por el analista político en el destierro Eliseo Núñez, pues Bielorrusia tiene problemas hasta para sostener su propia economía.
Ortega solo quiere atraer enemigos de EE.UU para negociar
Para Eliseo Núñez, la visita a Bielorrusia, es en realidad una estrategia del dictador Ortega para seguir atrayendo hacia Centroamérica a enemigos de EE.UU. con el fin de convertirse en un problema de seguridad en la región, lo que le permitiría ser un potencial negociador con los norteamericanos.
«Ortega está apostado a convertirse en un problema de seguridad de tal magnitud, que pretende obligar a EE.UU a negociar con él la estabilidad en la región», valoró el exdiputado Núñez.
El opositor considera que el cálculo de Ortega está basado en que «no hay posibilidades de una operación militar de ningún tipo en contra de él». Es por ello que ha optado en convertirse en un «agente de todos los enemigos de EE.UU. en Centamérica». Según Núñez, con eso el dictador nicaragüense busca revestirse de cierto nivel de importancia para negociar.
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Sin embargo, advierte que el dictador no pretende negociar su salida del poder, sino entregar a cambio, todos los acuerdos que ya tenga con Irán, China, Rusia, Bielorrusia, etc., y que EE.UU deje de sancionarlo.
Núñez valora que Ortega está tratando de mostrar fuerza, pero no lo está consiguiendo, más bien lo que está logrando es «entorpecer una relación que hasta el momento le ha sido rentable», al referirse a que EE.UU es actualmente el principal socio comercial de Nicaragua.
Por su parte, el economista y dirigente opositor en el exilio Juan Sebastián Chamorro opina que la relación de Ortega con Lukashenko no hace más que confirmar que el dictador sandinista sigue colocando al país entre un grupo de países gobernados por tiranos como él mismo.
«Confirma ante la comunidad internacional que el régimen de Ortega continúa con una política exterior de alineamiento con las mas crueles, sanguinarias dictaduras del mundo, algo que no ayuda en nada a Nicaragua», opinó el exreo político.
Un dictadorzuelo de tercera categoría que pretende figurar como actor preponderante en los círculos de poder mundial.