La población de Bluefields, Región del Caribe Sur, carece de oportunidades laborales, principalmente para las mujeres, las que en su mayoría tienen la necesidad de llevar el sustento a sus familias, porque son las jefas de hogar y viven solas con sus hijos.
Incluso, algunas jóvenes profesionales solteras, sin hijos, se han visto obligadas a emprender pequeños negocios para subsistir, igual que las amas de casa. Cada día, estas mujeres se «las ingenian» para obtener ingresos para los gastos en sus hogares. Gran parte de ellas venden ambulantes, otras han instalado sus puestos de ventas en zonas de concurrencia en las calles, bajo un inclemente sol y lluvia.
«Desde el 2014 perdí mi pequeña casa. Lo perdí todo en un incendio donde quedaron en cenizas muchos años de sacrificio, hasta el día de hoy, no logro levantar mi casa. He tocado puertas, pero estas siguen cerradas. Por ahora, me concentro en llevar algo de dinero para los alimentos», relató Lidia Ríos, una comerciante ambulante.
Noticia relacionada: Carnes y lácteos, caros y escasos en la Costa Caribe Sur
Asimismo, detalló que antes tenía un trabajo formal y lo perdió. «Solo me quedó salir a las calles a vender mi carbón, recorro unos siete barrios diarios, hay días regulares y otros que con dificultad vendo algo. Lo más triste, es que no hay condiciones ni oportunidades para nosotras. «No hay empleos, uno tiene que rebuscar para sobrevivir», se quejó.
Otro año crítico
Las fuentes generadoras de empleo en la región del Caribe Sur han sido «raquíticas» desde hace meses. «No hay apoyo del gobierno para esto, no parece importarles», criticaron otras vendedoras. En el caso de las mujeres caribeñas, decenas se ven obligadas a vivir de la informalidad para llevar un poco de efectivo a casa.
«Las condiciones de sobrevivencia aquí son deplorables, no existe una entidad de apoyo o refugio. Estamos solas», se lamentaron. A la falta de empleos se une la inseguridad en las calles de esta ciudad. «No solo se trata de ir a vender, el problema es que te asaltan. Es como si corres te disparo y si no corres te disparo. Estamos mal», dijo otra vendedora ambulante.
En el Caribe Norte, las mujeres indígenas que viven en comunidades lejanas también son afectadas por este mismo problema. «Aquí hay un olvido total, no hay vida económica, no hay empleos, ni asistencia social. El olvido es completo», criticó una mujer indígena.
Violencia gobierna
Desde enero a diciembre de 2022, más de 14 mujeres han sido asesinadas en esta zona del país, muchos de estos casos, se han registrado por la negligencia de las instituciones del Estado debido a la falta de atención a los casos de denuncias y llamados, cuando en una vivienda hay violencia doméstica.
Las mujeres del caribe nicaragüense son víctimas de la pobreza extrema, el tráfico de drogas, analfabetismo y falta de acceso a sus tierras ancestrales, no tienen atención médica oportuna y la violencia impera en el ámbito privado y público.
«La mujer caribeña la pasa mal, sin oportunidades de empleos y las que no pueden migrar están atrapadas en un ciclo de carencias, de violencia en otros casos. El Estado carece de políticas para asistir a la mujer indígena y de las ciudades. Esto debería de acabar», demandó una activista que pidió comentar la situación bajo anonimato para evitar la represión estatal que es otro problema.
Por Voces Unidas