Uno de los siete sacerdote católicos colaboradores de monseñor Rolando Álvarez, que padeció prisión por parte de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, narró bajo anonimato a la prensa católica estadounidense los maltratos que padecieron él y sus compañeros mientras estuvieron en las cárceles de Dirección de Auxilio Judicial, conocida como “El Nuevo Chipote”.
“Ahi la tortura (en El Chipote) fue más psicológica. Los primeros días nos interrogaban mucho. A veces cada media hora y solo salíamos de la celda para que nos interrogaran. A veces te podían tener tres horas haciendo preguntas y preguntas. Así por casi tres meses. Nos preguntaban que dónde escondía las armas monseñor Rolando (Álvarez), que quién lo financiaba, o te atacaban en lo personal. Mi mamá había fallecido poco antes y me decían que ella se había muerto por mi culpa porque yo la había hecho sufrir, o incluso que yo la había matado”, denunció el sacerdote, ahora desterrado, al periodista Edgar Beltrán, del medio católico estadounidense The Pillar.
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Según el religioso, declarado apátrida por el régimen de Managua, el orteguismo buscaba judicializar por terrorismo al obispo Rolando Álvarez a base de testimonios falsos. También asegura que le dijeron que le otorgarían la libertad si dejaba el sacerdocio.
“Los primeros días me decían ‘mira, firma este papel donde dices lo que hace monseñor Rolando y te vas libre, te vas tranquilo’. Querían que yo acusara a monseñor Rolando. Yo les hablaba de la fidelidad que uno promete en la ordenación a Cristo a través de su obispo, pero ellos no comprendieron eso. Yo les decía que yo soy fiel a monseñor hasta la muerte pero no lo entendían. Me preguntaban lo mismo y por más que se lo explicaba no lo comprendieron. ¿Pero qué iba a decir de monseñor Rolando? Que es una buena persona, que no tiene armas, que no está metido en cuestiones de ‘terrorismo’. Eso es todo lo que podía decir. Incluso en un punto me dijeron que dejara el ministerio sacerdotal o que renegara de mi fe y me dejarían libre. Así, con cada sacerdote y preso buscaban su punto débil. A uno le dijeron que habían conseguido a su papá muerto y era mentira”, narró el sacerdote.
Comidas pésimas y humillaciones
El sacerdote confesó a The Pillar que entre las torturas que padecieron él y los religiosos que acompañaban al obispo de Matagalpa durante el asalto de la Curia Episcopal de Matagalpa estaban los alimentos con laxante para provocar diarrea durante los interrogatorios y realizar sentadillas desnudos frente a un grupo de oficiales.

“Lo más denigrante, que no se ha hablado públicamente, es que nos desnudaban y nos ponían a hacer sentadillas totalmente desnudos ante muchos oficiales. Nos llevaban así al tribunal y allá es que nos daban ropa. Al comienzo, el primer mes, la comida era pésima, era horrible. Nos daban una sopa de calabaza pero le ponían un laxante. Así, cuando te estaban interrogando, te daba dolor de estómago y diarrea y te decían que podías ir al baño si hablabas. No nos daban ni cucharas para comer, ni agua, nada de tomar. No teníamos desodorante, pasta dental, jabón, papel higiénico, nada. Solamente el uniforme azul y la ropa interior que tuviéramos puesta”, contó el cura de la Diócesis de Matagalpa.
El religioso también aseguró que las autoridades penitenciarias del régimen utilizaban las visitas de los familiares como un método de presión y castigo contra los sacerdotes.
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“Las visitas al comienzo eran cada mes y luego cada 15 días a partir de noviembre. En ese entonces también dejaban pasar medicinas a los familiares. Las cosas mejoraron un poco. Las medicinas las dejaban con los encargados y estos pasaban 3 veces al día preguntando si necesitábamos alguna medicina. Pero entonces esto también lo usaban como castigo. Por ejemplo, si te encontraban rezando el Rosario en voz alta, podían castigarte dejándote sin medicinas o si estabas hablando con un preso de otra celda, te dejaban sin la siguiente visita o sin la comida que te llevaba tu familia”, contó el religioso.
“Una Iglesia silenciada”
El sacerdote, ahora exiliado en EE. UU., reveló que en la Diócesis de Matagalpa ningún presbítero puede ofrecer misas por el encarcelado monseñor Rolando Álvarez y que sacerdotes que critican el autoritarismo gubernamental han tenido que cambiar de parroquias porque habían sido amenazados por la Policía orteguista.
“Totalmente silenciada. No se puede ofrecer misa por monseñor Álvarez, todo es silencio. Si un sacerdote ofrece misa públicamente por monseñor Rolando, lo amenazan o lo llevan a interrogarlo inmediatamente. Dos o tres sacerdotes denunciaron la condena de monseñor Álvarez en febrero y se los llevaron a interrogarlos y los amenazaron. Tuvieron que cambiar a algunos de parroquias para salvaguardar sus vidas”, dijo a The Pillar.

El religioso explicó que si bien, la persecución religiosa impide la manifestación pública de la fe en Nicaragua; se ha incrementado la fe de los creyentes, participando en la misa del jueves del Santísimo y dominical.
“Pero la gente de Matagalpa no ha dejado de orar por su obispo y se ve un aumento en la cantidad de gente que va a misa los domingos y los jueves, cuando se tiene adoración eucarística. La gente tiene esperanza de que nuestro obispo pueda regresar a gobernar su Diócesis. La gente sabe que monseñor Rolando es inocente”, finalizó.