Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, invitó a los nicaragüenses a no desanimarse ante las injusticias y el mal que parecen «invencibles» y, por el contrario, ser factores de unidad en estos momentos.
El prelado en el exilio explicó en su homilía de este domingo, cinco de marzo, el pasaje bíblico de la Transfiguración del Señor que se refiere a la revelación que Jesús a tres de sus discípulos en lo alto de un monte; ahí, les mostró su cambio de su apariencia a su forma con la cual resucitaría entre los muertos.
«Jesús deseaba que sus discípulos comprendieran que la última palabra en la historia no la tiene el dolor, la injusticia, el mal y la muerte (…) Ninguna noche en la vida es para siempre», manifestó Báez, a 40 años de la primera visita de san Juan Pablo II a Nicaragua, durante el primer mandato de Daniel Ortega, calificada por el santo de «noche oscura».
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En los momentos de miedo y tristeza «que paralizan», instó a reflexionar sobre la situación «desde lo alto», desde la distancia.
Cuando «la fuerza de la injusticia y la violencia parecen invencibles, no se ven caminos de solución. En esos momentos hay que subir al monte y tomar distancia de la realidad, elevarnos sobre la llanura de los intereses personales o ideológicos que nos hacen rígidos, indiferentes o pesimistas», señaló.

Asimismo, «en las luchas sociales el cansancio, los intentos fallidos y las decepciones no son el fin. Son dolores de parto de una nueva sociedad. Son oscuridades que anuncian la llegada de un nuevo día lleno de luz. No hay que desanimarse. El pecado, el mal y la injusticia no son el final».
El mensaje del líder religioso llega luego que un grupo de expertos independientes de la ONU confirmara que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo cometió delitos de lesa humanidad por los atroces crímenes contra los derechos humanos perpetrados por la dictadura desde las protestas sociales de abril de 2018.
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El informe fue dado a conocer tras la excarcelación y destierro de 222 presos políticos del país centroamericano. En su venganza, Ortega los despojó de su nacionalidad y poco después recetó la misma medida a otro grupo de 94 líderes gremiales, a quienes les arrebató sus propiedades.
En su homilía, monseñor Báez añadió que «es tiempo de elevarnos sobre la mezquindad y el egoísmo. Es hora de pensar con sensatez, de crear vínculos de comunión, de animarnos recíprocamente a la esperanza y convertirnos en factores de unidad».
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Recordó que «iluminados con la luz de Jesús no seremos sembradores de oscuridad ni profetas de mal agüero, que ya hay muchos, sino humildes sembradores de pequeños destellos de luz allí donde parecen reinar las tinieblas».