Kevin Josué Martínez Alemán es un monaguillo nicaragüense de 17 años, originario del municipio de Diriomo, del departamento de Granada; se sumó a la lista de ciudadanos vinculados con la Iglesia católica que tuvieron que salir de Nicaragua debido a la persecución, agresión y amenazas por parte de la Policía al servicio del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
El 31 de diciembre de 2022, fue el último día que el joven estuvo en su tierra. No pudo despedirse de su familia, mucho menos de su abuela, de 60 años, con la que creció y a la que extraña mucho y le preocupa sus problemas de salud.
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En entrevista con Artículo 66, el joven contó su historia y los motivos por los que se vio obligado a buscar refugio en el país vecino del sur para proteger su vida.
Desde los cuatro años, Martínez Alemán inició a visitar la Iglesia católica junto a su abuela, y a los cinco se integró al grupo de monaguillos del Santuario de Diriomo. Durante su vida de servicio eclesial —según relata— tuvo la oportunidad de estar en diferentes parroquias y conocer a varios sacerdotes, incluyendo al Padre Manuel Salvador García, quien fuera párroco de la iglesia Jesús de Nazareno, en Nandaime, y actualmente preso político de Ortega.
El hecho de ser servidor de la Iglesia, convirtió al monaguillo en blanco de la dictadura de Nicaragua. El 31 de diciembre de 2018, fue golpeado sin ninguna explicación por policías de tránsito mientras cruzaba el parque central de Diriomo.
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«Me detuvieron y me dijeron que yo era tranquero, me esposaron y me llevaron a un cuarto, como especie de celda y me golpearon, luego dijeron que yo me había golpeado solo», denunció.
El 31 de de mayo, un día después del altercado entre fanáticos del régimen con el padre Manuel García, acusado y condenado supuestamente por golpear a una mujer, el panorama del diromeño nuevamente se tornó oscuro, luego que se le encomendara cuidar la parroquia Jesús de Nazareno, en Nandaime.
«Yo estuve en la parroquia desde la noche, (…) me quedé solo. Mientras descansaba en el cuarto, escuché a las dos de la mañana ruido de vehículos; me salí y vi varias patrullas de la Policía rodeando la Iglesia (…) luego se me acercó —el comisionado Ramón— Avellán y me dijo que si yo tenía al padre que lo entregara porque si no iba a tener consecuencias, pero yo le dije que él padre Manuel no estaba en la Iglesia y que podía entrar para confirmar», narró.
Luego de ese episodio con los oficiales y en especial con Avellán, el conocido como «verdugo de Masaya», Martínez logró reponerse del susto y siguió haciendo labores en el área de comunicación del templo, transmitiendo misas y otros eventos religiosos.
31 de diciembre, el día que se vio obligado a salir de Nicaragua
El 30 de diciembre, faltando dos días para que culminara el 2022, Kevin Martínez salió rumbo hacia la Isla de Ometepe, estuvo en una parroquia y participó de actividades religiosas.
Un día después, se dispuso a salir hacia su natal Diriomo, pero camino a Rivas, «casi llegando al monumento Jesús del Rescate», al rompérsele una bolsa donde llevaba sus ornamentos y otras cosa que le habían reglado, ocasionó que una patrulla de Policía que circulaba por la zona lo interceptará.
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«Los oficiales me dijeron que presentara mi identificación, yo les di mi cédula, la que no me regresaron. Luego, dos policías de negro se pusieron detrás de mí y me golpearon en la boca del estómago. Me dijeron que qué lastima que soy menor de edad, porque ya me hubieran echado preso», denunció.
Tras la agresión, una mujer le advirtió que «buscara la forma de salir de Nicaragua» porque si seguía el viaje hacia su municipio podía ser secuestrado en el camino y su familia no sabría de su paradero.
Entró sin nada Costa Rica
Sin pocas opciones y teniendo todo en contra, el monaguillo decidió ese mismo día cambiar su curso y dirigirse hacia Costa Rica. «No pude llegar a Diriomo para al menos despedirme de mi familia, tuve que viajar hacia Peñas Blancas y de Peñas Blancas a Costa Rica» detalló.
Martínez —según afirma— salió del país con poca ropa, sin documentos de identidad. Llegó a San José solo cargando la bolsa con sus objetos religiosos y con 500 córdobas.
«Entré solo —a Costa Rica—, iba a la deriva, siguiendo a otra gente que también buscaban este país . No llevaba casi dinero para poder pagar un guía», especificó.
Actualmente, el joven acólito —servidor al altar—vive con una tía en una zona de San José, está aprendiendo a usar cámaras en un canal televisivo en el país tico. Tiene la esperanza de que la situación sociopolítica que vive Nicaragua mejore para poder regresar.
«Espero la guía de Dios para saber si seguiré en los caminos de Dios como sacerdote, porque si entro al seminario puedo correr más peligro», refirió, en respuesta a la pregunta de que si seguirá con su profesión de fe.
Martínez es el mayor de seis hermanos, lamenta no poder estar con ellos ni su abuelita, a la que llama desde niño mamá. Le entristece la persecución del dictador Daniel Ortega contra la Iglesia católica, pero anima a toda la feligresía a seguir adelante.