El padre Erick Díaz considera que no es correcto que monseñor Rolando Álvarez y su diócesis sufran en soledad, por lo cual pidió a la jerarquía de la Iglesia católica a no dejarlo en estado de indefensión, tras la acusación que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo impuso contra el obispo de Matagalpa.
La Fiscalía orteguista acusa a monseñor Álvarez del supuesto delito de “conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional” y “divulgación de noticias falsas”.
El padre Díaz se encuentra en el exilio. Abandonó su parroquia San José Obrero del municipio de El Tuma-La Dalia de la Diócesis de Matagalpa ante la inminente amenaza de arresto por mantener una voz profética por las injusticias cometidas por el régimen sandinista. Salió del país después del arresto de su obispo, Rolando Álvarez. Consideró que podía hacer más desde afuera que estando encerrado.
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El religioso, de manera enfática, señala que sus hermanos sacerdotes y laicos que guardan prisión en las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial, conocidas como “El nuevo Chipote” quedaron solos, pero resalta que desde el exterior muchos prestan su voz en nombre de ellos. Afirma que aún creen y confían en que se podrá lograr una nueva Nicaragua.
“Monseñor Álvarez no ha defendido un bien particular, sino un bien común, una causa de las mayorías y un mandato del evangelio que es la dignidad del hombre. Eso es un deber de toda la iglesia, ahora si él se echó la patria al hombro y defendió al pueblo, ahora al pueblo le toca luchar por él y su diócesis. No dejando que todo termine en silencio”, exalta el religioso.
El sacerdote recordó que la Iglesia es unidad y todos deben ser parte del cuidado de unos por otros y considera que la diócesis más golpeada de la provincia eclesiástica de Nicaragua en Matagalpa, por ser una diócesis comprometida con las causas sociales.
“Es una diócesis que encarnó el rostro sufriente del pobre, el más indefenso de los pisoteados y marginados, este cumplimiento de monseñor Álvarez nos indica que ha hecho lo correcto”, exalta el religioso, que el año pasado se fue a trabajar junto a sus feligreses a los cortes de café para recaudar dinero y reconstruir luego su parroquia y edificar una nueva casa cural.
No se debe negociar la salida del país de monseñor Álvarez
En septiembre de este año, el papa Francisco aseguró que se mantiene un diálogo con el gobierno de Ortega, pese a los ataques frontales que mantiene el líder sandinista en contra de la Iglesia católica a la cual catalogó de una “dictadura perfecta”.
Este año también el cardenal Leopoldo Brenes detalló que el diálogo con el gobierno de Ortega no debe parar, a pesar que hasta la fecha no existe ningún avance, por el contrario la persecución viene en aumento con los líderes religiosos hasta el punto de no permitir procesiones en varios municipios.
Al respecto de este diálogo, el padre Erick Díaz sostiene que esas conversaciones deben ser para que monseñor Rolando Álvarez regrese a la Diócesis de Matagalpa y seguir como guía espiritual ante sus fieles.
“Monseñor (Álvarez) no debe ser negociado para luego ser expulsado, si eso llegara a ocurrir, la verdad sería callada y la iglesia mancillada; y la Iglesia de Nicaragua hablaría lo que los represores quieren escuchar. Eso no es lo que Jesús quiere, por el contrario nos dice: que la verdad nos hará libre”, reflexionó el clérigo.
Conferencia Episcopal de Nicaragua sin pronunciarse
El pasado 13 de diciembre, el régimen de Ortega-Murillo presentó acusaciones formales en el Complejo Judicial de Managua en contra del obispo Rolando Álvarez, quien permaneció por más de tres meses en arresto domiciliar, luego de ser sacado con el uso de las fuerzas policiales de la sede del Palacio Episcopal de Matagalpa, donde estuvo asediado junto a un grupo de sacerdotes y laicos.
Hasta la fecha, los obispos miembros de la Conferencia Episcopal de Nicaragua no se pronuncian sobre la acusación ni tampoco la sede del Vaticano.
El 16 de noviembre, los obispos emitieron un mensaje de adviento, en la víspera de Navidad, donde solo se refieren en el punto número 3 de la carta sobre las preocupaciones por el acontecer social, político y económico del país, como la crisis migratoria, pero no hacen alusión a la situación del obispo de Matagalpa.