Monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, arriba a su cumpleaños número 56, sin embargo, este año no podrá celebrarlo junto a su feligresía porque desde el 19 de agosto, se convirtió en el primer jerarca en ser reo del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
El prelado, quien fue parte de los mediadores de la Iglesia católica en el primer intento de diálogo durante el estallido social de 2018, nació el 27 de noviembre de 1966, bajo la dictadura de los Somoza (1937-1979).
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Fue privado de su libertad luego que fuerzas policiales, dirigidas por el comisionado general sancionado Francisco Díaz y consuegro del dictador de Nicaragua, lo sacaran de la Curia Episcopal de Matagalpa. La atribuían la supuesta organización de «grupos violentos».
Este domingo también cumple 114 días de estar secuestrado y de no saber de forma oficial el lugar dónde está recluido. La Policía solo ha informado que está en casa de unos familiares; versión que en la última semana ha sido desmentida por organismos de derechos humanos. Denuncian que el obispo se encuentra lejos de sus parientes y que sufrió una caída.
El padre Uriel Vallejos, quien está en el exilio, señalo que el prelado está enfermo y que la dictadura no permite que un médico privado lo asista. El único que lo ha podido ver en dos ocasiones ha sido el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua.
Monseñor Álvarez, víctima de la dictadura
Este día se convierte en especial para sacerdotes y personas cercanas al religioso capitalino. La misión pastoral del obispo estaba concentrada en Matagalpa y Estelí, donde funge como administrador apostólico de esa Diócesis.
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Quienes hoy lamentan la noticia de su arresto, hace unos años aplaudían al religioso Álvarez que además de celebrar una misa o rosarios, montaba a caballo o una embarcación improvisada con troncos para evangelizar en las montañas del norte de Nicaragua, se lanzaba con su sotana en patineta, bailaba al ritmo cumbia con su pueblo los cánticos cristianos y hasta se atrevía a jugar al fútbol con los grupos juveniles de las zonas más empobrecidas del país.
Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, hermano en la fe de Álvarez, expresó a Artículo 66 a través de unas breves pero emotivas palabras que recuerda a «monseñor Rolando con nostalgia, pues es un amigo y hermano, obispo al que echo de menos».
«Y también lo recuerdo con indignación, al saber que es víctima de una injusticia terrible —privación de la libertad y de predicar la palabra de Dios—de parte de la dictadura —la de Daniel Ortega—. Siempre pido a Dios por él para que sea fuerte, pues sé por experiencia personal lo doloroso que es para un obispo ser separado de su pueblo», enfatizó desde el exilio.
Remarcó que «Rolando —Álvarez— es un pastor compasivo y cercano, valiente y profético. Y no me cansaré de exigir que se respete su integridad y que sea liberado inmediatamente para que pueda volver a estar en medio de su pueblo».
Nostalgia por no poder festejar este día especial
Un amigo de monseñor Álvarez, quien prefirió omitir su nombre, conversó con este medio de comunicación y expresó su «profundo aprecio», pero a la vez nostalgia por no poder compartir esta fecha especial.
«Desde que conocí a monseñor Rolando José en el año 2011, cuando llegó a la Diócesis de Matagalpa, para mí en lo personal ha sido un maestro, un guía, un formador, un consejero y un amigo cercano, quien me ha acompañado tanto en la fe, como en diversas etapas de mi vida, orientándome y ayudando a discernir la voluntad de Dios», expresó el allegado al prelado.
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Afirmó que además de pastor, el religioso es un amigo, «un ser humano de Dios, que aunque quizás no te conozca de cerca, si sabe que en algo te puede ayudar, ve la manera de hacerlo de forma directa o a través de las diversas pastorales de la Diócesis».
«Una persona intensa en su trabajo»
El sacerdote de ojos achinados —como lo describen algunos laicos—, de contextura delgada y de baja estatura, es calificado por sus cercanos como «una persona intensa en su trabajo pastoral».
«Es incansable, con jornadas de misión agotadoras que pueden iniciar a las cuatro de la mañana, viajando a la zona rural y terminar a altas horas de la noche con reuniones pastorales, un ejemplo de entrega y de responsabilidad con el rebaño confiado», agregó emocionado el feligrés de la Diócesis de Matagalpa.
Refirió que llegar a la fecha del cumpleaños del obispo «y sin poder saludarle ni a través de una llamada, de un abrazo o de una plática como normalmente lo hacemos, genera diversos sentimientos, cada año esperamos esta fecha con mucha alegría, pero la situación que enfrentamos ha cambiado el panorama, pero nos ha fortalecido en la fe».
«Ni un año como este me había preparado para el 27 de noviembre de forma espiritual, ofreciendo la novena a la Medalla Milagrosa por monseñor Álvarez, viviendo cada misa por su liberación y por la de los sacerdotes y laicos que le acompañaban, ha sido una preparación intensa y espiritual, sabiendo que a través de los oraciones nuestros deseos y muestras de cariño llegan a su corazón de pastor y le fortalecerán, experimentando la cercanía espiritual de un pueblo que sin cesar pide a Dios por su pronta liberación y que expectante espera un inminente milagro», manifestó emocionado el amigo de Álvarez.
Sacerdote exiliado: «Es un gran pastor que da la vida por sus ovejas»»
Un sacerdote, quien en septiembre de este año se vio obligado al exilio, aludió al obispo de Matagalpa como «un gran pastor que da la vida por sus ovejas y las ama demostrándolo con hechos, no con palabras».
«Es un gran maestro porque vive de sus principios, y nos enseña a vivir con principios. También es un hombre firme en sus convicciones; valiente, no le teme a nada ni a nadie. Su único temor es fallarle al Señor», exaltó el cura.
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Pese a la persecución que sufre la Iglesia católica a manos del régimen de Ortega, el sacerdote consultado afirmó que como cristianos son felices. «Para nosotros es un gozo y una alegría sufrir junto a monseñor Álvarez, así como sufrió Cristo, que fue calumniado, encarcelado, le montaron un juicio falso, fue abofeteado, escupido y burlado», subrayó.
«Humanamente es triste no poder estar con él, abrazarlo, felicitarlo (…) Me parte el alma que él —monseñor Álvarez— tenga que estar en su cumpleaños en unas condiciones injustas, pero también me da alegría porque lo está viviendo desde la fe, siguiendo el testimonio de Cristo que sufre por su pueblo y que está convencido que está haciendo lo correcto, luchando contra la injusticia, la maldad, la corrupción», agregó.
Recorrido de monseñor Álvarez
Rolando Álvarez es un bachiller en Teología por la Pontificia Universidad Lateranense en Roma, licenciado en Filosofía por la Pontificia Universidad Gregoriana y máster en Doctrina Social en la Iglesia por la Universidad Pontificia de Salamanca.
En 2015, ante el malestar de los pobladores del municipio de Rancho Grande, el obispo nombrado por el papa Benedicto XVI en 2011, el noveno de la Diócesis de Matagalpa, encabezó una de las manifestaciones antigubernamentales más multitudinarias en contra de un proyecto minero, cuya cancelación fue considerada como una «derrota» de Ortega ante los campesinos nicaragüenses.
Álvarez, secretario de Medios de Comunicación de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, fundó radioemisoras y canales de televisión para la Iglesia católica nicaragüense, abrió una cuenta en Twitter en la que compartió sus reflexiones y se convirtió en una especie de celebridad en Matagalpa.
El obispo tuvo reconocimiento nacional con el estallido popular contra Ortega en abril de 2018, por unas controvertidas reformas a la seguridad social, cuando siendo mediador en un diálogo entre el Gobierno y la oposición advirtió que Nicaragua solamente podría salir de la crisis y aspirar a la democracia con «reformas profundas y de raíz en el sistema electoral».
Desde el 19 de agosto hasta este 27 de noviembre, Álvarez es uno de los 12 sacerdotes católicos a quien la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo se ensañó en su contra y trata de silenciar su voz, privándolo de su libertad.
Con Información de EFE