Miles de personas se han concentrado hoy, dos de noviembre, frente a las puertas de cuarteles en Sao Paulo, Brasilia y Río de Janeiro, para exigir una “intervención militar” contra la victoria electoral del líder progresista Luiz Inácio Lula da Silva.
Las concentraciones, en las que los manifestantes proclaman que “autorizan” al presidente Jair Bolsonaro a llamar a las Fuerzas Armadas, fueron convocadas a través de las redes sociales por los grupos de ultraderecha que apoyan al gobernante y no reconocen la victoria de Lula en las urnas.
Las movilizaciones han sido convocadas paralelas a las protestas de camioneros que bloquean carreteras con el mismo objetivo desde el pasado lunes, aunque esas manifestaciones han perdido fuerza después de que el propio Bolsonaro las desautorizó y determinó que el Gobierno inicie el proceso de transición con el equipo de Lula.
Según la Policía de Carreteras (PRF por sus siglas en portugués), este miércoles, festivo en Brasil por el Día de los Muertos, persistían 167 bloqueos de camioneros, de los cerca de 500 que había el pasado lunes, un día después de las elecciones.
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En uno de esos bloqueos, en la ciudad paulista de Baruerí, los camioneros se negaban a levantar la protesta, pero fueron reprimidos por la policía con gases lacrimógenos, lo que generó pequeños incidentes, hasta el momento sin víctimas.
La protesta de los camioneros, sin embargo, ha perdido intensidad desde que Bolsonaro, líder de la ultraderecha, terminó de admitir su derrota y determinó que el Gobierno inicie el proceso de transición con el equipo de Lula, lo cual está previsto para este jueves.
Bolsonaro se pronunció sobre el resultado de las elecciones este martes, unas 45 horas después de que el escrutinio oficial sentenció la victoria del líder progresista por un muy estrecho margen de 1,8 puntos porcentuales.
Mientras Bolsonaro estuvo en silencio, sus simpatizantes más ultras iniciaron el movimiento que exige a las Fuerzas Armadas un golpe militar, que “clausure” el Parlamento y la Corte Suprema pero mantenga al actual gobernante en el poder.
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Sin embargo, los golpistas fueron desautorizados por el propio Bolsonaro en su pronunciamiento, pese a que dijo que el “movimiento popular” era “fruto de la indignación y el sentimiento de injusticia por cómo se dio el proceso electoral”.
Aún así, Bolsonaro afirmó que “las manifestaciones pacíficas siempre serán bienvenidas”, pero reforzó que sus métodos “no pueden ser los de la izquierda, que siempre perjudicaron a la población, como la invasión de propiedades o la destrucción de patrimonio”, y subrayó que nadie puede impedir “el derecho de ir y venir”.