El defensor de derecho humanos Uriel Pineda y familiares de presos políticos señalan que los más de 60 días sin visitas que enfrentan los opositores cautivos en «El Chipote» podrían ser parte de una estrategia del régimen para evitar las denuncias de torturas ante los próximos comicios municipales del seis de noviembre.
«Las visitas de los familiares a las personas presas políticas lo que permite es un flujo de información ante las condiciones que enfrentan en el centro de reclusión y en consecuencia lo que justifica por parte del régimen es evitar que fluya la información sobre este tipo de tratos y torturas. El flujo de información empieza a dominar la agenda internacional en materia de derechos humanos, en consecuencia es una publicidad negativa para el régimen, lo que puede explicar la negación de la visita familiar que en todo caso es cortar esa información y que la noticia no trascienda más allá», explicó el experto en entrevista al medio digital Confidencial.
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Por su parte, la esposa del preso político Miguel Mendoza, Margin Pozo, expresó a Artículo 66 que «cuando no se dio la visita a finales de octubre, nosotros estábamos previendo que las darían hasta después del seis de noviembre, realmente es injusto porque es un derecho que ellos tienen a estar en comunicación con sus familias y ante tantas cosas uno ya no sabe ni qué pensar. No sé si esto se hizo para que nosotros no realizáramos la denuncia de como están ellos en sus condiciones físicas y emocionales, puedo imaginarme como está Miguel y seguramente está más delgadito y angustiado por la niña y su mamá».
«Yo puedo creer que esto es parte de una tortura psicológica que uno está viviendo, y es parte de que ellos se sientan mal al no tener contacto con sus familiares que es tan difícil. Ustedes se pueden imaginar que un padre lo que quiere es tener esa comunicación con sus hijos, no solamente Miguel, el resto de presos políticos y madres que se encuentran ahí», añadió Pozo.
El periodista deportivo Miguel Mendoza ha perdido más de 30 libras de peso en prisión y cuando fue presentado en los juzgados de Managua se notó delgado y sus familiares denunciaron que padece varias enfermedades que no son atendidas por un médico. El periodista tiene 497 días sin ver a su hija, la dictadura tampoco le permite que reciba ningún tipo de mensajes escrito o por video de Alejandra, de ocho años.
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Mendoza junto a otros tres reos de consciencia se encuentran en huelga de hambre para que el régimen Ortega-Murillo les permita ver a sus hijos e hijas menores de edad, situación que mantiene preocupados a sus familiares, pues desconocen cómo se encuentran actualmente con más de dos meses sin poder verlos.
«Mi mayor preocupación con la huelga de hambre es que no vaya a resistir, su salud y su vida están en riesgo, es un paciente crónico, es diabético, padece de ácido úrico, ahora es hipertenso estando en ese lugar, entonces el no comer y no tomar toda la medicina que necesita es lo que nos preocupa porque Miguel ha perdido más de 30 libras y seguramente ahora está más delgadito. Le pido al señor que haya desistido de esta huelga de hambre porque es un sacrificio y es un acto de amor muy grande de un padre a una hija, lo valoramos muchísimo, pero tampoco queremos que a Miguel le pase algo», expresó la esposa del periodista.
Según la organización Sé Humano, de los 219 presas y presos políticos en Nicaragua, 79 se encuentran recluidas en el Sistema Penitenciario Jorge Navarro, de Tipitapa, conocido como «La Modelo». Mientras que 50 —incluyendo sacerdotes— están cautivos en «El Nuevo Chipote». Los otros reos políticos están cautivos en otros sistemas penitenciarios del país, a quienes Ortega no da muestra de quererlos liberar.