El diálogo con el régimen de Nicaragua anunciado por el papa Francisco no equivale a «negociaciones» entre las partes para lograr la democratización del país, sino un intento del Vaticano de frenar la represión de Daniel Ortega contra la Iglesia católica, indican analistas políticos.
«Cuando el papa Francisco habla de diálogo nos puede resultar bastante vago y para quienes estamos sumergidos de la realidad de la dictadura de Daniel Ortega sabemos que ahí, eso de diálogo, no tiene mucho dónde avanzar», manifestó Israel Lewites Cornejo.
El escritor explicó a Artículo 66 que el papa podría estar refiriéndose a los mensajes que el Vaticano le envía a la dictadura. «Diciéndole: “Mira que hemos mantenido una posición “neutra”, danos concesiones como regresar a las Hermanas de la Caridad de la orden Madre Teresa de Calcuta”. Ahí mismo, desde su perspectiva, el papa Francisco podría decir: “Estoy dialogando. Les estoy solicitando algo y les estoy dando algo que es guardar una posición ambigua”. Y el papa puede estar esperando una respuesta positiva (del régimen)».
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Consciente de que muchos nicaragüenses esperan una posición más enérgica por parte del papa Francisco y del mismo cardenal Leopoldo Brenes, el analista político indicó que, en estas condiciones, «eso no parece ser posible».
«El Vaticano no es un Estado que tenga armas, tampoco puede hacer sanciones económicas. Es un Estado que se basa en la diplomacia y creo que el papa Francisco, desde su posición, lo que le queda hacer es una “negociación suave” para ver cómo le “salva el pellejo” a su gente. Ahí va navegando, intentando no contrariar a la dictadura porque sabe la situación vulnerable en la que está su gente y, quiero pensar, que a su manera está intentando proteger a su Estado», declaró.
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Por tanto, el «diálogo» podría dar frutos en cuanto el régimen disminuya sus ataques a la Iglesia y si, de manera ya institucional, «la Iglesia católica decide arrodillarse ante el tirano y no volver a expresar absolutamente ninguna opinión que critique las violaciones a los derechos humanos, las libertades públicas, los atropellos, los secuestros, los asesinatos».
Porque Ortega quiere someter a la Iglesia, silenciarla ante los abusos de los poderosos, «lo cual es trágico, pero entenderíamos que no tienen más opción», añadió Lewites.
La analista política Alexa Zamora coincide en que «no es un diálogo para lograr acuerdos» o que, incluso, ayude a una apertura política por parte del régimen. La Iglesia nunca ha cerrado totalmente los canales de comunicación, explicó, sin embargo, no confía en que hayan resultados positivos en esas «conversaciones» después de las reiteradas demandas de países de la región y las gestiones de Colombia por lograr la liberación de los presos políticos.
«Si acaso, tal vez, algún tipo de acuerdo que dé la salida de monseñor Rolando Álvarez del país», manifestó a Artículo 66.
«No podemos menospreciar el peso político de la Iglesia católica. (Pero) el régimen está totalmente cerrado, no tiene intención de dialogar para poder construir un proceso que dé como resultado la recuperación de las libertades. No podemos descartar que este diálogo haga algún tipo de incidencia con respecto a monseñor Álvarez y los sacerdotes presos, pero tampoco podemos aseverar que estas gestiones diplomáticas del Vaticano van a dar un resultado positivo», reiteró.
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Para Zamora, «el Vaticano tiene que posicionarse de una manera mucho más clara y menos blanda con respecto a la actual situación en la que se encuentran los representantes del Vaticano (sacerdotes), y si la Iglesia católica no se posiciona de manera muy clara está mandando un mensaje negativo en cuanto al tipo de respaldo que le está dando a los miembros de su Iglesia».
Declaraciones del papa Francisco evidencia «desconexión con la Nicaragua real»
El sociólogo Oscar René Vargas refirió que, precisamente, «las declaraciones del papa Francisco desautoriza a los obispos Rolando Álvarez, Silvio José Báez y Abelardo Mata que encarnan la tendencia, al interior de la CEN (Conferencia Episcopal de Nicaragua), del sentir del 85% de los ciudadanos que rechazan el actual rumbo del país y, por lo tanto, se inclinan a favorecer la implosión endógena del régimen».
Sostuvo que «las declaraciones del papa Francisco expresan una propuesta subyacente que consiste en pedir, ilusamente, a la dictadura Ortega-Murillo que deje la intransigencia, que aprenda a tolerar y a convivir las disidencias para poder llegar a acuerdos con los otros poderes fácticos, y así comenzar a sanar las heridas e iniciar la reconstrucción del país».
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El Sumo Pontífice no hizo referencia a la persecución y exilio de sacerdotes ni del encarcelamiento de otros, lo que indica que el Vaticano ha adoptado la tesis de «salida al suave» que ha caído como «jarra de agua fría» a la oposición y como «bendición» para los poderes fácticos de la élite, publicó el analista político.
Además, las palabras del obispo de Roma «pusieron en evidencia la existencia de una desconexión del Vaticano con la Nicaragua real».