El padre Uriel Vallejos, párroco de la iglesia Divina Misericordia en Sébaco, confirmó esta mañana que se encuentra en Italia luego de conocer la orden de prisión girada en su contra por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
«Esta mañana he peregrinado a Asis, tierra de la paz y ante el crucifijo que habló a San Francisco diciéndole: “Repara mi Iglesia”, he puesto bajo la intercesión de San Francisco y Santa Clara de Asis, el restablecimiento de la paz en nuestra patria», expresó el religioso a través de su cuenta de Twitter junto a una foto de él en la capilla con la bandera de Nicaragua.
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El primero de agosto, agentes de la Dirección de Operaciones Especiales (DOEP) de la Policía asaltaron el templo y atacaron a feligreses que llegaron a respaldar al sacerdote Vallejos. Después cercaron la casa cural donde estuvo por varios días sin poder salir.
Lo último que se sabía del párroco es que el cuatro de agosto había logrado salir de la casa cural. Según La Prensa, fuentes en condición de anonimato indicaron que los oficiales de la Policía se retiraron de la zona; lo que permitió que el padre junto a los hermanos religiosos que lo acompañaban salieran, fue hasta recientes días que se confirmó que había salido de Nicaragua por puntos no habilitados.
El religioso informó sobre su salida este cinco de septiembre, además exhortó a los nicaragüenses a no dejar solo a monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa y nuevo rehén del régimen orteguista. «Hasta pronto mi bello país, de lagos y volcanes», dijo.
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«Espero con esperanza que no dejemos solo a monseñor Rolando Álvarez, nuestro obispo que se ha sacrificado por nuestro país. Es el momento de la unidad. Las personas no se negocian porque no son cosas», demandó Vallejos.
Además expresó que como Iglesia esperan «la pronta liberación de mi obispo, de los sacerdotes, seminaristas y laicos. Es el momento de demostrar de qué lado estamos, del lado de la verdad o del confort».
Desde el inicio de las protestas cívicas en 2018, el gobierno de Ortega ha arremetido contra la Iglesia católica, llamando a sus sacerdotes «traidores, diabólicos y enemigos de la patria». Hasta el momento la justicia de Nicaragua mantiene tras la rejas al menos a nueve sacerdotes católicos.