Retomando el libro del Eclesiástico, monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar de Managua, cuestionó a los que pecan de arrogantes, altaneros, incapaces, débiles y crueles, por lo cual; se resisten a ser humildes y prefieren el camino de la represión e imposición.
El jerarca, obligado al exilio por la persecución desatada en su contra por el régimen de Nicaragua a partir de las protestas sociales de 2018, abogó por deponer los egos e instó a alcanzar la humildad, porque es así que el ser humano se muestra «fuerte, digno y grande» en lugar de déspota.
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En su homilía desde la Iglesia Santa Agatha, en Miami, Estados Unidos, el prelado aludió a la pareja dictatorial de Nicaragua, compuesta por Daniel Ortega y Rosario Murillo, a quienes acusó de tener secuestrado al obispo de Matagalpa, a quien se en unió en oración. «¡Que los liberen! ¡No podemos pedir menos que eso!», dijo el religioso, uno de los más críticos contra la violencia impuesta desde el Estado.
El obispo mostró su cercanía con monseñor Rolando Álvarez, que «está privado de su libertad, secuestrado, por la Policía de la dictadura. Me uno a él en su soledad, en su dolor; y les pido a todos que nos unamos a él. Un obispo es un sucesor de los apóstoles y junto a él, pienso en los sacerdotes, seminaristas y laicos de Matagalpa, que están en una cárcel de tortura de la dictadura en Managua y por todos los presos políticos. ¡Todo esto es injusto! Todo esto es violencia organizada que no podemos aceptarlo ni olvidarlo».
Monseñor Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, ambas en el norte de Nicaragua, fue sustraído la madrugada del viernes, 19 de agosto, por agentes policiales del palacio episcopal provincial junto con cuatro sacerdotes, dos seminaristas y un camarógrafo, después de haber estado 15 días confinados.
Báez, este 28 de agosto, hizo énfasis en la falta de humildad de los dictadores. «La historia de nuestros pueblos lo demuestra con los dictadores arrogantes, que se endiosan y se imponen con irracionalidad y violencia. Hay tiranos que no solo quieren ser los primeros, sino los únicos: los únicos que tienen voz, los únicos que deciden, los únicos que piensan», criticó.
«Este antiguo libro bíblico recomienda a quien tiene poder, que aprenda a abajarse, a hacerse pequeño. Hacerse pequeño para un poderoso es saber escuchar, tener el valor de reconocer los propios errores, rectificar las decisiones equivocadas, escuchar a quienes piensan diferente y, con sencillez, ceder, dialogar, corregir lo que hace daño a la sociedad y hace sufrir a los demás. Si quien ejerce el poder piensa que ceder es signo de debilidad y que conceder algo es perder, demuestra que es un peligro social y que no tiene ni capacidad ni derecho para ejercer el poder», resaltó.
El obispo, que fue acompañado en la celebración por el sacerdote Edwing Román, también forzado al exilio; recordó a los poderosos que «solo Dios es poderoso» y que únicamente la «fuerza de la humildad de cambiar el mundo».
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«Quienes tienen el poder en nuestros países y las personas fanáticas o interesadas que los apoyan, deberían aprovechar la última gota de humanidad que queda en sus corazones para reflexionar, asumir la responsabilidad de sus delitos y comenzar a ceder, devolviendo a sus pueblos la dignidad y la libertad que les han robado. Nunca es tarde para disponerse a acoger a Dios a través de la humildad», subrayó.
La Iglesia de Nicaragua resiste una de las peores embestidas dirigidas por el régimen orteguista. Mientras a monseñor Álvarez decidieron secuestrarlo en su casa en Managua, a quienes acompañaban al obispo durante su retención en la Curia Episcopal de Matagalpa decidieron encarcelarlos en la cárcel de tortura de «El Nuevo Chipote».
Están en prisión el primer y segundo vicario de la catedral de San Pedro, de Matagalpa, José Luis Díaz y Sadiel Eugarrios, respectivamente; así como los sacerdotes Óscar Escoto—párroco de la iglesia Santa María de Guadalupe—, Ramiro Tijerino—rector de la Universidad Juan Pablo II—y el padre Raúl González. También se encontraban en el interior de la Curia los seminaristas Darvin Leyva y Melkin Sequeira, al igual que el camarógrafo Sergio Cárdenas.