El obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, monseñor Silvio José Báez, se declaró con el corazón «indignado y dolido» tras el secuestro del obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, por fuerzas policiales de la dictadura de Nicaragua la madrugada de este viernes, 19 de agosto. El purpurado demandó que los «secuestradores respeten su dignidad y lo liberen».
«Con el corazón indignado y dolido condeno el secuestro nocturno de monseñor (Rolando) Álvarez. ¡Quienes lo sepan, digan dónde está mi hermano obispo! ¡Que sus secuestradores respeten su dignidad y lo liberen! De nuevo, la dictadura vuelve a superar su propia maldad y su espíritu diabólico», escribió el obispo en su cuenta de la red social Twitter, desde su exilio en Miami, Estados Unidos.
Monseñor Álvarez es una de las voces más críticas de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Junto a monseñor Silvio José Báez son los obispos del episcopado nicaragüense que le han plantado cara a la deriva autoritaria de la pareja dictatorial que dirige Nicaragua con mano de hierro desde 2007.
Noticia relacionada: Policías asaltan la Curia Episcopal de Matagalpa, secuestran a monseñor Álvarez
Tras 15 días bajo asedio policial y retenido en la Curia Episcopal de Matagalpa, la Policía de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo secuestró a monseñor Rolando Álvarez Lagos, obispo de la Diócesis de esa ciudad.
La página de Facebook de la Diócesis de Matagalpa confirmó que los agentes policiales irrumpieron en la sede episcopal donde se encontraban monseñor Álvarez, cinco sacerdotes y tres laicos. Se presume que todos también fueron secuestrados. Los sacerdotes que acompañaban al obispo también fueron sacados del lugar.
Acompañaban a monseñor Álvarez el primer y segundo vicario de la catedral de Matagalpa, José Luis Díaz y Sadiel Eugarrios, respectivamente; así como los sacerdotes Óscar Escoto —párroco de la iglesia Santa María de Guadalupe, Ramiro Tijerino —rector de la Universidad Juan Pablo II— y el padre Raúl González.
La Iglesia católica ha sido blanco de ataques del régimen tras mediar un fallido diálogo nacional. Su voz profética y respaldo al pueblo la ha llevado a sufrir amenazas, profanaciones de templos, persecución de sus sacerdotes y obispos y el exilio forzado de algunos miembros del clero.