El discurso confrontativo de Daniel Ortega siguió reluciendo en el acto del 43 aniversario de la revolución popular sandinista. El dictador de Nicaragua dedicó su comparecencia a arremeter contra Estados Unidos. Además, aprovechó para ensalzar al único primer ministro que lo acompañó en el evento partidario: Ralph Gonsalves, de San Vicente y las Granadinas; a quien recibió con la orden «Augusto Sandino en su máximo grado, Batalla de San Jacinto».
Ortega insistió en que no hay ninguna posibilidad de diálogo, porque no se puede «dialogar con el diablo», en referencia, a la administración de Joe Biden, lo que generó reacciones en redes sociales.
El exembajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos (OEA) Arturo McFields destacó que el primer ministro Gonsalves en medio de su intervención demandó «justicia y misericordia. Me consta el Primer Ministro siempre ha hecho llamados similares a dictadura, en cartas y otras vías. No sé si Ortega lo entendió, pero en plena plaza y en cadena nacional “el camarada” Ralph Gonsalves le dijo que es fundamental: justicia, misericordia y humildad. Incluso le citaron el pasaje de la Biblia Miqueas 6:8. El que tenga oídos para oír».
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Gonsalves brindó un discurso de agradecimiento al régimen que duró aproximadamente 30 minutos en el que aprovechó para abogar por un diálogo entre EE. UU. y Nicaragua, en el cual el país norteamericano se someta a las reglas del orteguismo. «Hago el llamado a los Estados Unidos de América, un país de grandes logros, de acercarse en amistad con el pueblo y Gobierno de Nicaragua. ¿Es eso tan difícil?», refirió el funcionario que acumula cinco mandatos consecutivos como primer ministro de San Vicente y las Granadinas.
Minutos después Ortega respondió que descarta la posibilidad de aceptar un diálogo con Washington. ¿Qué diálogo puede haber con el diablo?», expresó el caudillo sandinista en medio de su discurso de historia del asesinato del general Augusto C. Sandino por parte de la Guardia Nacional, del dictador Anastasio Somoza García, e insistió que dicho crimen fue «apadrinado por el embajador de Estados Unidos» de la época, en su intento fallido por justificar su decisión.
Gonsalves también lamentó la exclusión de Nicaragua, Cuba y Venezuela de la Cumbre de las Américas, celebrada un mes atrás en Los Ángeles, EE. UU., por «no respetar la democracia». «Qué es lo que hemos estado viendo, la tal Cumbre de las Américas en Los Ángeles, los Estados Unidos, de manera unilateral y equivocada, se tomó el derecho de excluir a Cuba, Venezuela y Nicaragua de esa cumbre. (Por lo que) San Vicente y las Granadinas por razón de principios se rehusó atender», manifestó Gonsalves.
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El periodista Carlos Fernando Chamorro señaló que Daniel Ortega «terminó abruptamente su “clase de historia”, al “tío Ralph” el 19 de julio: no se refirió al triunfo de la revolución contra Somoza, hace 43 años, ni tampoco a la imposición de su nueva dictadura familiar que ha provocado una grave crisis nacional con el estado policial».
Ortega fue acompañado por la jefatura del Ejército y la Policía, el presidente de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras, la presidenta de la corte Suprema de Justicia, Alba Luz ramos; la presidenta del Consejo Supremo Electoral, Brenda Rocha y todo el gabinete de Gobierno.
En el acto el mandatario, convertido en «héroe único» del sandinismo por una comparsa organizada por su esposa Rosario Murillo, se mostró solo y aislado. No hubo ningún gobernante acompañando su carnaval. Ni siquiera vinieron a Managua los dictadores de Cuba, Miguel Diaz-Canel; ni de Venezuela, Nicolás Maduro, con quienes se juran lealtad eterna mutuamente.