En la homilía de este domingo, 10 de julio, desde la Iglesia Catedral San Pedro Apóstol de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez habló de la parábola bíblica del «Buen Samaritano» que ayudó a un hombre que había sido golpeado por unos asaltantes.
El obispo de la Diócesis de Matagalpa señaló que la historia religiosa representa a cada una de las personas en la actualidad. «Cada uno de nosotros, con nuestros sin sabores, con nuestros dolores, sufrimientos, expectativas, frustraciones, fracasos proyectos, ilusiones, esperanzas, trabajos, esfuerzos, sacrificios, luchas, llanto, alegrías, risas, es la vida de cada uno nosotros».
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En referencia a la indiferencia del régimen Ortega ante las necesidades de las personas y a la reciente expulsión de la Hermanas de la Caridad, el obispo señaló que existe el peligro «terrible» de la indiferentica, «peor aún del “yoquepierdismo”, del sálvese quien pueda, del cada uno tiene sus propios problemas (…) Como si fuéramos en una carrera de sobrevivencia».
El jerarca católico lamentó que hoy en día la sociedad vela por sus propios problemas y no reconocen al que está caído y necesitado. «Dice el papa Francisco que la compasión es la clave de la vivencia para experimentar el cristianismo; la pasión con el otro, el padecer con el otro».
«Qué bonito es encontrarse con gente con corazón limpio, porque al encontrarme con una persona caída, yo tengo la oportunidad de salvarla (…) Qué bonito es no solo tenderle la mano al que está caído, no solo tenderle la mano al que necesita, sino también mirarlo a los ojos, identificarlo como un ser humano, con una persona con dignidad», remarcó el prelado.
Álvarez pidió a Dios que «nos mueva a nosotros mismos para reconocer a los necesitados, a los vulnerables, a los descartados, a los de la periferia; a los más pobres entre los pobres, como decía Santa Teresa de Calcuta: A los que hoy están sin dignidad».
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«Al igual que el buen samaritano con el hombre que bajaba de Jerusalén, con este hombre que representa a toda la humanidad, mirarlo, detenernos, socorrerlo, sanar sus heridas, ir al encuentro de los rostros sufrientes de nuestra sociedad, infundiéndole esperanza, imprentando de lo divino y de lo sagrado, para restaurar en ellos su gloria primera», recalcó.
La exhortación del obispo para atender al más necesitado llega luego de que el cinco de julio la dictadura de Ortega expulsara del país a las Hermanas de la Caridad, que por más de una década atendieron a personas necesitadas del país.